La industria electrónica al borde de la extinción
Por Sergio Soloaga*
Desde el inicio de su historia, nuestro país ha transitado sus años siempre bajo la disputa de dos intereses bien contrapuestos, ya sea en nombre de ideologías, escuelas económicas, partidos políticos, formas de gobierno, etc. Este autor considera que la puja de clases está dada siempre que existan intereses contrapuestos, sin importar los estratos sociales, políticos o económicos. La historia de las guerras y conflictos en el mundo entero, es la historia de los intereses contrapuestos.
Al principio teníamos al pueblo pujando por la independencia, y a una minoría que quería seguir beneficiándose de la soberanía española. Cuando por fin triunfó el para todos, nos debatíamos entre federales y unitarios. Luego de muchos años de guerras internas, logramos la federalización cuando ya comenzábamos a discutir entre producir manufacturas o productos primarios. Iniciada la segunda guerra mundial (1945) el gobierno de Tte. Gral. Juan Domingo Perón optó por la industria por sobre la actividad agroexportadora. Desde el año 55’ en adelante y salvando la breve presidencia del peronismo, hasta 2003, se retornó al esquema de neoliberalismo (para pocos), abandonando cualquier política proteccionista o industrializadora (para todos). Con la llegada de Néstor Kirchner se produjo un quiebre, se puso el ojo en la industria.
El proceso de crecimiento del sector se potenció entre 2003 a 2009 en una primera etapa por dos políticas claves; por un lado, la restricción importadora de bienes finales y por el otro por incentivos (impositivos, laborales, tecnológicos, etc.) brindados por el gobierno nacional para la creación de un polo productivo tecnológico en la isla de Tierra del Fuego. La segunda etapa se desarrolló entre 2010 y 2015, ya no solo invirtiendo en la producción, sino que alentando el consumo mediante políticas como Precios Cuidados, Ahora 12 o el Plan Canje de Electrodomésticos.
A partir de las modificaciones introducidas al régimen de Tierra del Fuego, hacia fines del año 2009, que amplían las ventajas impositivas respecto de los productos importados, se han concretado nuevas inversiones que determinaron un importante incremento de producción de algunos productos, especialmente teléfonos celulares. Un mercado que se creó en el año 2009 con la aparición del sistema argentino de televisión digital terrestre es el de los equipos conversores para TV digital por aire. La oferta local de esos dispositivos fue capaz de proveer más de 1.200.000 unidades.
Este proceso de crecimiento del sector fue tal que en 2010, en línea blanca, Argentina marcó nuevos récords de producción, con aproximadamente 1.100.000 lavarropas, 700.000 heladeras y 620.000 cocinas fabricadas en el año. El 80% de las heladeras que se vendían en Argentina eran fabricadas en el país (en 2003 era apenas el 30%).
Las cocinas, en tanto, pasaron de un 78% a casi el 95% y los lavarropas de un 75% a casi el 90%. Este incremento de la producción se dio en paralelo a una caída de las importaciones, que en conjunto fue del 45% entre 2008 y 2010, tomando los 10 primeros meses. Las importaciones de cocinas cayeron 70%, las de lavarropas 50% y las de heladeras un 30% entre ambos años. Es decir, se dio un claro proceso de sustitución de importaciones y el ahorro de divisas por las menores importaciones en estos dos años superan los 50 millones de dólares. Entre 2003 y 2011, la producción de heladeras creció 451%, la de lavarropas 239% y la de cocinas 248%. Además, en los primeros 6 meses de 2012 las ventas de línea blanca marcaron un nuevo récord, con un crecimiento de 2% respecto al mismo período del año anterior. Para 2012, el 90% de las heladeras que se vendían eran de producción nacional, 90% de lavarropas de producción nacional y 100% de cocinas.
Como puede observarse, el proceso de sustitución de importaciones, combinado con políticas destinadas tanto a subsidiar la producción como incentivar el consumo de electrodomésticos y electrónica dio como resultado el crecimiento de la industria local, aumento de los puestos de trabajo, intercambio y desarrollo de tecnologías, ahorro de divisas en importaciones de bienes de consumo y el desarrollo de industrias conexas.
Desde fines de 2015 se observa un cambio de paradigma que afecta a toda la cadena de valor en su conjunto, donde debido a la falta de controles en el tipo de cambio y el consiguiente aumento del valor de la divisa, encareciendo la importación de insumos destinados a la industria electrónica. La consiguiente pérdida del poder adquisitivo debido a la devaluación y el incremento de las tarifas de servicios públicos ajustaron los niveles de consumo y por lo tanto de ventas hacia abajo, afectando las ganancias de las empresas en su conjunto. Por último, la quita de los aranceles destinados a proteger a la industria local de la importación de productos finales fue la última medida que terminó de afianzar la crisis en un sector, que sin contar con políticas económicas favorables a la producción nacional, se ve aún más comprometido.
Los resultados de éste último año y medio son alarmantes. Según un informe del Módulo de Políticas Económicas del Observatorio de Políticas Públicas de la Universidad Nacional de Avellaneda (UNDAV), en 2016 cayó la producción en unidades de reproductores de video un 46%, las cámaras fotográficas un 59%, las notebooks y netbooks un 23%, en comparación a 2015. La situación se vuelve más delicada al analizar las PyMEs industriales, que contabilizan 13 meses de caídas en su producción, desde enero de 2016. Éste retroceso en la producción es consecuencia por un lado del encarecimiento de los costos productivos por quita de subsidios a la energía y los combustibles, así como el incremento del tipo de cambio que afectan a los insumos importados, y por el otro por un incremento insuficiente de las ventas al mercado local, las cuales en pesos no lograron incrementarse por encima de inflación del año pasado.
El impacto de la recesión y la caída de la producción se ve reflejado en la disminución de importaciones de componentes electrónicos utilizamos como insumos, si comparamos los primeros cinco meses de 2015 contra 2016, la caída es del 11%, mientras que contra 2017 se profundiza al 23%. Por su parte, las compras al régimen promocional fueguino entre los primeros cinco meses de 2016 y 2017 caen un 17%. La contra cara de ésta situación es un incremento de importaciones de productos terminados, que se da entre el 70% al 270% en algunos productos como electrodomésticos de mano. Ésta recesión se sintió también en los empleos del sector. Entre diciembre de 2015 y junio de 2017, la mitad del total de trabajadores fabricantes de electrónica o electrodomésticos, fue despedido o suspendido de su puesto laboral, dejando operante tan solo a 20 mil trabajadores, y en la calle y en suspenso a otras 20 mil familias.
La protección de la industria nacional constituye otro de los pilares básicos de sostén del sector. Mediante un adecuado control de importaciones de productos finales, que requiere la existencia de barreras arancelarias, es posible lograr una situación de estabilidad para toda la cadena de producción. Las políticas tendientes a incentivar la inversión productiva son el camino para el crecimiento del sector y así superar las barreras de crecimiento como suponen la restricción externa, la disminución de la demanda a nivel global, la falta de tecnología de punta o la capacitación a la mano de obra.
* Investigador UNDAV y economista de EPPA