Le dieron domiciliaria al genocida Patti: un asesino de peronistas
Por Giselle Tepper
Un secuestrador, torturador y asesino será el nuevo vecino en el “Septiembre Country Club”, en Escobar. Luis Abelardo Patti, terrorista de Estado confeso, recibió un beneficio con sello de época: condenado a perpetua con fallo firme por delitos de lesa humanidad, le concedieron el arresto domiciliario en un barrio privado con su esposa e hija, en uno de los lugares donde cometió sus crímenes y ahora su hijo Maximiliano es candidato por Cambiemos.
El 20 de septiembre pasado llegó la firma que faltaba: la del juez de Rosario, Otmar Paulucci. Anteriormente, había obtenido el beneficio en San Martín por parte de los jueces Elbio Osoles Soler, Germán Castelli y Enrique Méndez Signori, del Tribunal Oral Federal Nº 3, confirmado por la Sala IV de Casación, con firmas de Mariano Borinsky y Juan Carlos Gemignani. La aplicación estaba frenada por la continuidad en Rosario de la decisión de mantenerlo en cárcel común. Ahora podría hacerse efectiva.
Pero para la decisión que puede dejar a Patti fuera de la cárcel común faltó algo fundamental: un informe médico. Por eso, el fiscal general de la Unidad de Derechos Humanos de Rosario sostuvo en Radio La Imposible que “su supuesta situación de discapacidad tiene mucho de simulación, como la han dicho los peritos en reiteradas ocasiones y así lo han tomado los tribunales”. Las querellas también repudiaron que el juez Paulucci haya tomado la decisión tras una visita que realizó al Penal de Ezeiza.
En su escrito, Paulucci estableció que se debe “incorporar al condenado al Programa de Asistencia de Personas Bajo Vigilancia Electrónica del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación”. Es decir que esa será la única herramienta de control dispuesta para un genocida. Mientras, Milagro Sala, presa política, tiene que reportarse cada mañana ante Gendarmería.
Asesino de peronistas
En la última dictadura cívico-militar, con el uniforme puesto, Patti se dedicó a asesinar peronistas. Luego, tuvo décadas de impunidad y consolidó su carrera política como referente de la mano dura, reconociendo sus crímenes de lesa humanidad en televisión y usando a las instituciones de la democracia para llegar a ser intendente de Escobar y luego pretender ingresar al Congreso, algo que pudo ser frenado con condena social.
Tiempo después, con las políticas de Estado de Néstor Kirchner y Cristina Fernández, llegó el Juicio y Castigo del Poder Judicial y dos tribunales lo condenaron a perpetua por delitos de lesa humanidad cometidos a Gastón Gonçalves, Osvaldo Cambiaso, Eduardo Pereyra Rossi, Diego Muniz Barreto, Luis y Guillermo D´Amico. Las víctimas de Patti tenían algo en común: la militancia peronista. Actualmente, está siendo juzgado por el asesinato de Ricardo Gabriel Giménez, pero el juicio está interrumpido por motivos de salud de uno de los jueces. Giménez, militaba en la Juventud Peronista era periodista de “El Actual”, en Escobar.
El cuerpo de Giménez fue abandonado en un basural de Moreno, enterrado como NN. Al ser identificado, se estableció que había sido torturado, apuñalado, mutilado y desfigurado. Los cuerpos de Gastón Gonçalves, José Tomanelli y Tilo Wenner aparecieron calcinados y con balazos en la cabeza. Sobre Eduardo Pereyra Rossi y Osvaldo Cambiasso se pudo establecer que fueron torturados y fusilados. Diego Muniz Barreto fue diputado nacional. Fue secuestrado y asesinado. Luis y Guillermo D´Amico siguen desaparecidos.
Un genocida en el barrio
Manuel Manuel Gonçalves Granada, nieto restituido e hijo de Gastón Gonçalves, sostuvo que “hay que exigirle a la Justicia que así como se preocupa de los genocidas, se preocupe de todas las víctimas y se haga cargo de todo lo que pueda venir, porque Patti estando en libertad o en esta especie de condena domiciliaria, es una persona con muchos medios para hacer mucho daño y eso se notó claramente en nuestra causa, porque cuando él dejó de estar en libertad, cesaron las amenazas”, afirmó en La Imposible.
Durante la investigación judicial previa a los juicios a Patti, los testigos recibieron amenazas e incluso un secuestro, el de Luis Gerez, tres meses después del de Julio López, en el 2006. La decisión de aplicar el beneficio de la domiciliaria para un genocida vuelve a instalar el miedo entre víctimas, familiares y testigos, porque el que puede ir a su casa es Luis Abelardo Patti, un perseguidor y asesino de militantes.