Bahía Blanca: la Corporación del Comercio pide una ordenanza contra la venta ambulante
Por Juan Manuel Rosón
El 18 de julio último, la Corporación del Comercio, la Industria y los Servicios de Bahía Blanca presentó una nota en el Honorable Concejo Deliberante local, para que se elabore un proyecto que “prohíba total y definitivamente” la venta ambulante en la ciudad del sur bonaerense.
En la misma fecha se podía observar en la página de la Corporación el comunicado de prensa que advertía sobre “el peligroso ataque de la venta ilegal en cualquiera de sus formas¨
En la nota enviada a los ediles bahienses se solicita que se “sancione” a los compradores, entendiendo por tales a aquellos transeúntes que se detienen a comprar un par de guantes o una gorra en un puesto en la calle. Vigilar y castigar sería la tarea que proponen.
Lo significativo de la nota es la sugerencia de este grupo de empresarios asociados: implementar un mecanismo de denuncias anónimas. Algo que inevitablemente nos despierta en la imaginación el paralelismo indiscutible con las peores épocas de la dictadura cívico militar.
El rechazo ante esta iniciativa no se hizo esperar por parte de los organismos de derechos humanos bahienses, que emitieron un comunicado expresando su repudio por lo solicitado. El documento, suscripto por la APDH, H.I.J.O.S. y la Red por la Identidad, puede leerse en este enlace.
La recesión, el ajuste sobre los trabajadores, el brutal aumento de tarifas y la grave crisis económica que atraviesa nuestro país, se traducen en el derrumbe de ventas, en despidos y cierre de locales que muestra un panorama desolador del centro de Bahía Blanca.
A este escenario de devastación económica, tenemos que sumar a este grupo de empresarios, que, siempre negociado desde cómodos asientos en las mesas del poder de turno, apuntan ahora a uno de los sectores más desprotegidos. A aquellos que, sin otra opción viable para conseguir el sustento del día, intentan sobrevivir de la venta ambulante.
El sector informal de la economía es lo que más les preocupa, pero nada dicen de las políticas económicas que desembocaron en esta situación. La visión (deliberadamente falsa) de que el principal motor de la caída en la ventas es responsabilidad de la economía informal, busca instalar en la sociedad un sentido individualista, de fragmentación social, un chivo expiatorio que les permita continuar ajustando más sobre la pobreza que ellos mismos contribuyeron a llevar a estos extremos.
El problema no es la misma ecuación neoliberal que en los ‘90 nos llevaron al 44 por ciento de pobreza y 20 de desempleo, el problema es Carlitos y su puesto de medias en la esquina de Chiclana y Donado. La solución: ciudadanos vigilantes del prójimo. La metodología: la denuncia, por supuesto, anónima.