Bahía Blanca: El Estado ausente
Por Juan Manuel Rosón
Es notoria la falta de funcionarios políticos dentro de la gestión del intendente de Bahía Blanca, Héctor Gay. Hacen falta dirigentes que tomen a la política como una herramienta de transformación; la política oficial en esta ciudad termina siendo la mayor parte de las veces el molino que acerca el agua a las quintas privadas. Y no hay más que asomarse por la ventana para verlo: funcionarios que no pueden dar la cara, no dan explicaciones y se esconden cuando un grupo de familiares que no podían enterrar en paz a sus muertos se hicieron presentes en el palacio municipal para exigir una solución. Un conflicto entre el municipio y los trabajadores terminó desencadenando el problema. Las casas velatorias de la ciudad de Bahía Blanca no tienen más capacidad en sus bóvedas para albergar cuerpos. De esta gestión ya ni los muertos se salvan.
En estos tiempos modernos nunca falta el teléfono oportuno que capte el video viral de turno. Una hilera de familiares caminando por los pasillos de un palacio municipal vacío, llegando hasta la misma puerta del despacho del intendente. La recepción, el solitario cuadro de un presidente ausente, y silencio. Entre la angustia, la bronca y la desolación, uno de los familiares termina estrellando en el suelo el lacónico retrato presidencial, y una vez más la cámara retrata la imagen que va a terminar siendo la postal del día.
Mientras estoy redactando esta nota, en el Concejo Deliberante los ediles de Unidad Ciudadana dan pelea en los pasillos, exigiendo que se abran las puertas para permitir la entrada de los vecinos autoconvocados a quienes les han prohibido el ingreso al recinto. Vidrios rotos, fuerzas de seguridad, vecinos excluidos de las decisiones políticas. No son sólo viento y calor los que hacen casi intolerable el clima en esta ciudad.
Un principio de año que va a ser el último de esta gestión. Mosquitos, baches, garitas voladoras. Uno de los índices más altos de desocupación de la provincia de Buenos Aires y el boleto de colectivo más caro del país. Chapoteando entre las inundaciones y la basura, los bahienses nos preguntamos si en este barco que se hunde hay alguien agarrando el timón.