Argentina empieza a cotizar internacionalmente como un país con bajo coste de su mano de obra
Por Carlos Iaquinandi Castro (*), desde España
La deslocalización definitiva de varias líneas de producción de una multinacional danesa en España permite verificar que Argentina se ha convertido en una referencia mundial para el principal objetivo del neoliberalismo: el beneficio empresarial a costa de lo que fuere. Para eso requiere especiales condiciones de los lugares donde radica sus plantas.
Generalmente, se prefiere la nula intervención pública (salvo facilidades fiscales o subvenciones) y el menor coste de la mano de obra. Al parecer, el gobierno de Mauricio Macri reúne esas condiciones para el lucro sin fronteras.
La empresa industrial VESTAS (foto 2), de origen danés, anunció el cierre de sus plantas de producción en la provincia española de León. Desde hacía meses sus directivos habían anunciado esa posibilidad, lo que desencadenó una huelga y los reclamos de sus 370 trabajadores (foto principal).
La empresa alega que disminuyó la venta de los turbogeneradores para molinos de viento que allí se fabricaban. Justifican el cierre “para mantener su competitividad en el creciente mercado global de energía eólica”. Pero otras fuentes consultadas indicaron que los costes laborales son uno de los motivos principales de la decisión. El Comité de Empresa español denunció que sólo en los primeros seis meses del año, la multinacional facturó beneficios por más de 236 millones de euros, con exportación a diversos países.
Argentina, India o China
Los directivos de la multinacional danesa habían anunciado que esas líneas de producción se trasladarían a Argentina, India o China.
Pero todo indica que la decisión estaba tomada, porque esta noticia que se produce hoy en España, enlaza con los anuncios que en marzo se hicieron en Argentina sobre la previsión de la compañía Vestas de invertir más de 18 millones de dólares para instalar una fábrica de aerogeneradores en el país, con unos 300 trabajadores en empleos directos o indirectos. El gobierno de Mauricio Macri publicitó entonces la llegada de la empresa danesa como “una muestra más de la confianza en el rumbo del país.”
Alianza con el grupo empresarial argentino Newsan
En Argentina, los daneses han hecho una alianza con el Grupo Newsan, dedicado a la fabricación y comercialización de electrodomésticos y a la exportación de pesca. Ellos distribuirán los aerogeneradores en el país. Entre sus clientes figuran Pampa Energía, YPF, Petroquímica Comodoro Rivadavia y Central Puerto.
El grupo empresario Newsan fue fundado hace 27 años, y hoy es líder en el mercado de televisores, monitores, aires acondicionados, audios y pequeños electrodomésticos, donde posee las principales marcas. Sus centros de producción están, en su mayoría, en Tierra del Fuego. La venta internacional de la producción estará a cargo de Vestas. El socio mayoritario de Newsan es el ingeniero Rubén Cherñajovsky, con el 64 por ciento de las acciones, junto al empresario uruguayo Gabriel Fridman. El otro 36 pertenece a la japonesa Sanyo.
Ayudas estatales
Para facilitar la radicación de la multinacional danesa, el gobierno de Macri creó un combo de beneficios fiscales, financiamiento y baja de aranceles a partir de normas como la ley 27.191 y el decreto 814.
Es oportuno recordar que durante la huelga de los trabajadores españoles mantenida durante semanas, rechazando el cierre de las fábricas en León, se denunció que Vestas -cuando se radicó hace trece años- recibió en este país europeo millonarias ayudas y subvenciones públicas, pero que eso no ha impedido la deslocalización de las líneas de producción y el despido de los obreros.
El ABC neoliberal
Estas novedades en el campo de las energías renovables encajan en el mecanismo del neoliberalismo, fiel a su principal objetivo de rendimiento económico, sin consideración alguna por las poblaciones donde estén radicadas sus fábricas. El argumento de las fuentes de trabajo que generan está condicionado generalmente a normas laborales propias, y salarios y condiciones precarias.
Una pista sobre lo que busca la multinacional está en los titulares de la prensa española cuando indica que las fábricas se irán a “India, Argentina o China”, porque suelen estar acompañados por comentarios donde recuerdan que “India tiene cientos de millones de personas en situación de extrema pobreza, lo que significa que sobra gente que esté dispuesta a trabajar en condiciones mínimas”. Con el añadido de que tampoco existen sindicatos ni leyes que defiendan los derechos laborales.
En un mundo donde los poderes económico-financieros alientan todo el tiempo la “reducción de costos de producción”, la India ofrece excelentes oportunidades. Cientos de millones de personas disponibles en un ámbito de una población pauperizada al extremo. Las empresas que allí se han radicado en las últimas décadas saben que disponen de mano de obra barata y calificada.
El espejismo que solo beneficia a unos pocos
Argentina, con el gobierno de Macri regresa al espejismo del progreso a través de estas “inversiones”, que producen una riqueza que fortalece a los grandes grupos económicos, pero que no mejoran las condiciones de vida de los ciudadanos. Solo deja beneficios a los que abren las puertas a las grandes multinacionales y a los testaferros locales que administran que todo funcione según las directivas que reciben.
Mientras tanto, la educación, la sanidad, las carencias en los barrios, los bajos salarios, los aumentos en los servicios básicos, son el día a día de la mayoría de los argentinos. La política económica del macrismo, que ha hundido el valor de la moneda nacional, dará a la multinacional un doble beneficio: pagará a sus obreros en pesos argentinos y venderá en dólares o en euros en el mercado internacional.
Entre las llamadas “economías emergentes”, la moneda argentina es la que más se ha devaluado en el mundo durante 2018: un 14.5 por ciento en junio y un 36 en el transcurso del año. Mientras tanto los trabajadores argentinos que no tienen posibilidad de ahorro y por tanto de cambiar ese excedente por dólares, siguen perdiendo capacidad adquisitiva. En un año, el valor del dólar aumentó casi un 80 por ciento, con la consiguiente y clásica repercusión en los precios de alimentos, insumos y servicios.
El país volvió a la ecuación de que a mayor ganancia de unos pocos, mayor pobreza para las mayorías. Ese es el modelo que intentó aplicar la dictadura en el ‘76, luego Carlos Menem, y que ahora ensaya nuevamente Mauricio Macri.
(*) Por el Servicio de Prensa Alernativo (SERPAL), especial para AGENCIA PACO URONDO.