Las hijas del fuego: cuando los cuerpos se vuelven territorio
Por Abril García Mur y Juan Manuel Ciucci
Un modo inusual pareció la mejor manera de registrar la charla con las protagonistas de Las Hijas del Fuego: Rana Vegana, Maru Marcet, Mijal Katzowitz, Rocío Zuviría, Rosario Castelli y Disturbia Rocío. Las respuestas aparecen sin una referencia puntual a quién realizó cada intervención, aunque se registran las diversas participaciones por separado. Así se construye una polifonía de voces que impugnan tanto al patriarcado como al status quo del cine nacional. Una búsqueda que recién comienza, en un mundo que se construye con la fuerza del feminismo. El goce como reivindicación y rebeldía, ante un mundo que oprime y castiga.
AGENCIA PACO URONDO: ¿Cuál es el punto de partida, el origen de la película?
Hijas del Fuego: La película surge de una idea de Albertina Carri. El guión se escribía a medida que se hacían los castings, tuvo que ver con ir encontrando a las chicas.
HDF: Básicamente fue un impulso desesperado mientras ganaba Macri. Hagamos porno hasta que se vaya Macri (risas). Abrazos de porno (más risas), y eso fue salir sin tener algo muy pre definido. De hecho fuimos grabando sin tener el guión completo. En el medio fuimos encontrándonos con las chicas, más que nada desde la participación en espacios activistas, y así fue tomando forma a medida que avanzaba el grupo mismo. Siempre con la idea de crear una película hecha por mujeres, lesbianas, trans y travestis. Esa fue una pauta desde el principio: independiente, sin plata y porno. Bueno sin plata no era lo más buscado (risas), pero fue un poco lo que pasó.
HDF: Con Rosario nos conocemos de festivales posporno, de hacer performances. Me acuerdo el día del casting, fue el último día de Cristina como presidenta, fue terrible.
APU: Ligado a esto, ¿por qué porno? ¿Ya lo pensaban como un porno feminista, cómo lo encararon?
HDF: La idea era discutirle al cine sobre la representación del sexo, y discutirle al porno sobre los formatos tradicionales del porno. Deliberadamente no es posporno, entre muchas razones, por esta discusión que le plantea al porno directamente con la propuesta de que hay otro porno posible, con otros cuerpos, otras prácticas, otros modos de producción, de circulación. De cuidado, de armado, de algo que no sólo es el producto final, sino el proceso mismo. Que se ve en la película, y que fue algo más de exploración, de búsqueda. De conseguir una fletera que no sea un chongo, de lo que pasa cuando no hay varones cerca. Generar espacios más cuidados, con todas las complejidades del cine independiente, y de no tener recursos, que siempre pesa.
HDF: Hay mucha ausencia de experiencias de sexo lésbico en el cine mainstream, y en el independiente también. Sobre todo de sexo explícito, que siempre hay recortes. Buscamos cuerpos no hegemónicos, prácticas no hegemónicas, formatos de vínculos no hegemónicos. Lo que pasó en estos últimos 3 años con el nivel del feminismo creo que abrió un montón de puertas, que ahora hay que llenar de contenido. Porque si no nos quedamos con el pañuelo verde, una ley, derechos. Algunas estamos queriendo pelear otras cosas, cuestiones como el placer, los formatos de familia, de vínculos, todo. Y la película me parece que abarca todos esos temas.
HDF: Me interesaba lo del porno también a nivel experimental, obviamente por todas las cosas que se venían hablando y demás sabía que no iba a ser una película porno tradicional. Me interesaba saber que me pasaba a mí, además de lo que me interesaba que se podía decir. Yo quería ver qué me pasaba a mí con esta exposición, con un cuerpo no hegemónico particularmente, con una edad que se supone ya no estás para hacer esas cosas, con un montón de cuestiones. Creo que eso se ve. No solamente en mí, sino que estábamos todes así, mirándonos, viendo… y nadie sabía cómo iba a ser la película (risas) e incluso hubo distintas versiones de qué suponíamos que iba a ser y fue otra cosa. Fue lo que salió de eso, a mí eso como experiencia me parece muy zarpado, y me parece que está buenísimo para invitar a hacer desde ese lugar.
APU: En la idea, que bien lo dice el nombre de la película, de que cuando nos juntamos entre nosotras hacemos brujerías, ¿qué significó para ustedes y para el mundo del cine, tanto en el plano simbólico como en el económico y el práctico, en el detrás de escena, que sea una película íntegramente hecha por mujeres, lesbianas, trans?
HDF: Fue fundamental y fundante para esta película. Es un gesto político muy claro de parte de Albertina. La propuesta fue trabajar únicamente con mujeres, sabiendo lo que implica filmar un género así. Si hubiese habido varones los hubiéramos echado. Creo que no existía esa posibilidad, ya de por sí generar lazos laborales únicamente con mujeres va de la mano con lo que dice Rana: poder confiar en que podemos hacerlo nosotras, más en un género como este en donde los técnicos son hombres. Fue fundamental para sentirnos cómodas y generar un proceso real de confianza. Si hubiese habido un varón hubiese sido una interferencia.
HDF: A mí me resultó un alivio, sobre todo a nivel simbólico. No me hubiese dado ganas de exponerme si hubiese habido varones ahí. Compartir espacio es, a mi nivel subjetivo, una forma de empoderamiento más agresiva, más violenta. A mí este espacio me parece que fue muy empoderante como manifiesto: no los necesitamos pero tampoco los elegimos. A mí me gustó mucho formar parte de eso. Además, bueno, lo que vos decís a nivele económico que creo se responde solo ¿no? Siempre les pagamos a ellos, los necesitamos a ellos, los escuchamos a ello. Y la cuestión de no escuchar mansplaining en toda la cuestión técnica para mí fue poder respirar, directamente.
HDF: A mí me pasaba estando en la producción con Albertina de decir: bueno le pido a tal varón que haga esto o aquello, porque ya tenés el circuito armado de técnica, diseño, etc. De hecho lo único que hizo un varón fue el afiche porque fue muy a último momento. Entre la urgencia y el cine independiente hubo que hacer mucho esfuerzo extra. Quiero decir que fue una decisión política con costos, no sólo desde lo simbólico o subjetivo, sino que hubo que pelearla mucho más. Fue muy zarpado como se fueron armando estas redes entre mujeres, lesbianas, trans que estamos haciendo cine y dando discusiones re zarpadas. Está bueno que vaya habiendo precedente de cine, teatro y otras cosas hechas solo por mujeres y que se vayan armando circuitos que después también habrá que discutirlos.
APU: Retomándote y pensando que dentro de los feminismos nos vamos superando todo el tiempo, en la película también podemos encontrar patrones que se reproducen, porque el deseo está estructurado en el patriarcado. Incluso en el proceso de deconstrucción que estamos llevando adelante. ¿Cómo ven eso en la película? ¿Cómo se pueden seguir profundizando propuestas como esta, porno feminista y disidente?
HDF: A mí no me hubiese interesado que la peli se vuelva un catálogo de prácticas posibles, no me interesa para verlo ni tampoco para hacerlo. ¿Se podrían mostrar otras prácticas, deseos disidentes? Sí, todo se podría. Pero me parece que la película muestra situaciones posibles o fantasiosas, y que podrían ser otras pero son esas. Más desde el lado de las identidades que se representan que sí estaría bueno que se amplíe, pero más allá de la película, en el sentido de que se amplíe la posibilidad de quienes pueden acceder a estar en frente o atrás de una cámara. No se contradice con lo que hicimos, es un camino a seguir, y no empieza con esta película sino que se viene trabajando en muchos lados. Pero sí que a partir de estas cosas puedan acceder cada vez más identidades.
APU: Relacionándola con el Encuentro (pluri)nacional de mujeres (lesbianas, trans, travestis), los talleres más concurridos este año fueron los de Activismo gorde, políticas del cuerpo, sexualidad, cuando antes los más convocantes eran los exclusivamente relacionados con derechos concretos: aborto, Estado laico, etc. El deseo pasa a primer plano y hay una superación de la consigna “mi cuerpo es mío” como una individualidad, y discusión fundante, a pensar el cuerpo desde el goce, el placer, la experiencia y en tanto otres cuerpes. ¿Cómo ven eso reflejado en la película?
HDF: Sí, el cuerpo aparece como punto de partida y como punto de encuentro en la película, en esto de la representación de los cuerpos y la representación del placer. Y también ahí hubo un laburo de cada una de conocimiento del propio cuerpo y del cuerpo colectivo. Este grupo de mujeres se convierte en un mismo cuerpo en algunas instancias de producción.
HDF: Volviendo a la discusión sobre el deseo, no es solamente la representación del deseo en sí sino que la realización de una película porno tiene mucho que ver con el producto final. En ese sentido, son importantes las discusiones sobre los modos de producción en el porno. Es lo que se propone el Post Porno, las performances. Todas surgen en general de un taller de experimentación o de un proceso más largo y colectivo. No es “nos juntamos, filmamos y listo: vendemos la porno”. Es una parte de un proceso más integral. Y de una discusión también, que tiene que ver con superar los desafíos de la mirada héteronormativa en la filmación. Como pasa en La vida de Adele, todas las tortas vamos a verla, no nos terminamos identificando con lo que pasa y después resulta que las pibas fueron re violentadas haciéndola. Todas las prácticas de la película las pensamos. Siempre nos preguntan, ¿y como hacían tomas 2, toma 3? Medio como cuando tu viejo te pregunta a los 18 cuando salís del closet como es el sexo entre lesbianas. Y sobre esas partes no había tanta dirección, sino una libertad de lo que pase en el momento. No imponer un guión, sino que la sexualidad esté todo el tiempo dando vueltas. Más allá de si están los cuerpos desnudos o no.
HDF: Claro, se trata de una sexualidad que atravesó todo el equipo. No sé cómo hicimos las escenas pero no como en La Vida de Adele, ni guión ni 10, 12 horas seguidas de rodaje. Hablábamos del cuerpo y yo pensaba en el cuerpo como territorio, esto también se refleja en la película. Como territorio en el sentido de la autoexploración y como territorio de la periferia: producción, recursos y actrices de la periferia, y a la vez no. Tampoco somos tan periferia, pero pudimos hacer algo que abre discusiones y, como decimos, siempre se puede periferizar todo más. Y creo que la metáfora del cuerpo como territorio, como paisaje y todo lo que emerge ahí abre a seguir.
HDF: Yo pensaba en eso también, el cuerpo como territorio que aparece nombrado en la película. Y que también aparece en la manera de filmar la piel, los cuerpos, una manera muy contemplativa. Y para mí eso es un gesto muy bello. Tiene que ver con el filmar tan de cerca, detallar tanto estos cuerpos tan diferentes y a su vez de detallar estos vínculos tan diferentes y tan afectivos. La mujer como sujeto, el cuerpo colectivo como sujeto y a la vez materialidades gozosas. Esa conjunción que tiene la película es muy interesante y da lugar a eso que cuesta mucho: tener esos tiempos de contemplación. Y ahí se pude ligar esa frase que tanto representa la película. Cómo esos cuerpos se vuelven territorio.
HDF: Y la incomodidad que eso puede generar. Porque tanto cuerpo, tanta piel, es lo que le pasó a muchas personas después de ver la película. La sensación de que fue un montón, de que no podía ver más.
HDF: Y a eso sumado los planos de los paisajes intercalados, que también están muy erotizados. Erotizar una gota de agua que cae de una montaña. Todo eso está, para mí, muy bien logrado.
HDF: Yo también pensaba con esto que dicen que hay algo innegable de la película, sobretodo con los comentarios, la primera vez que alguien ve la película dice: paren no puedo hablar, no entiendo si tengo que pensar, que mirarla dos veces. Hay gente que me dijo: la vi tres veces y recién ahí pude saber si me gustó o no. Y en eso, siempre se dice que bueno, hay lesbianas, hay heteros, pero todos tienen sexo y demás, la película te enfrenta con la idea de los géneros y no sabes si hacerte la boluda, si te calentó, si te asustó, o qué te pasó. Y me parece que eso, en relación al deseo colonizado, lograr correrse – no sé ni cómo – pero vivencialmente lo veo.
HDF: También es la experiencia cinematográfica, no es lo mismo ver porno sola en tu casa que de repente en una pantalla gigante con más gente.
HDF: Y es una experiencia que no solemos compartir nosotras, no es parte del espacio público.
HDF: Y menos donde hay tantas mujeres.
HDF: Las experiencias adolescentes de ver porno están asociadas a los varones, o los cines porno también están pensados para varones.
HDF: Exacto, entonces hay algo en la experiencia ahí en donde aparece el cuerpo de las espectadoras también interpelado.
HDF: Yo quería retomar esto del cuerpo como territorio, que en algún punto –pensándolo como un conjuro en este contexto de mierda – es también un descanso. El cine LGTB y el activismo en general es una lucha, literal. Estás luchando todo el día, y queda muy poco margen porque son cuerpos muy cagados a palos. Sino no sucederían las marchas del orgullo que estás en pelotas por la calle y pensás por qué no puedo vivir así todo el año. Y vas a Rosario para vivir dos días al año, y vas sumando marchas del orgullo porque estarías siempre así. Lo mismo con el Encuentro de Mujeres, así sería el mundo sin patriarcado, no sin varones, sin esta construcción que nos separa. Y esta película es un espacio para eso. Mostrar algo tan lindo, con colores saturados, Disney, estallado, es una decisión muy pensada. Y no por eso es menos urgente, menos política. El texto que atraviesa la película terminó siendo un re manifiesto, que también está buenísimo porque a nosotras nos puede parecer mucho más familiar pero hay muchas personas que flashean colores con el texto y está buenísimo que llegue, justo con esas imágenes. Está bueno mostrar cuerpos disidentes sin la organización atravesando todo el tiempo. Las películas LGTB que llegan a los festivales son todas historias de persecución, migración, marginación, lucha, activismo organizado, sida. Son esos temas los que parece que nos tocan siempre a nosotras.
HDF: Sí, y sobretodo a nosotras porque los gays si tienen otra forma de representación, de la vida, del disfrute. Se abre un bar torta y a los dos años son todos putos, y nos cuesta mucho sostener esos espacios. Y eso que yo lo termine de dimensionar recién ahora con la cantidad de gente que se horrorizó de ver placer femenino, y putos que también se horrorizaron y plantearon que les dio asco. En la representación, en las películas, siempre las lesbianas la estamos pasando mal. Incluso en La vida de Adele que es la película con más sexo y más de la mitad de la película terminan sufriendo por amor. Y mucha gente nos decía que Las Hijas del Fuego no es real, porque hay poliamor aceptado, y eso no genera conflicto y ¡es eso! ¿Porque tiene que ser todo real? Quieren que algo falle para quedarse tranquilos con su monogamia heterosexual. Bueno no, no hay problemas, y si los hay se resuelven más naturalmente y báncatela.
HDF: Es eso, la capacidad del cine de poder imaginar mundos, ficcionar.
HDF: Nos criamos con los finales felices de las parejas heterosexuales y la chica linda y el chico lindo. Y a nadie le genera incomodidad eso pero esto sí.
HDF: Todos los espectadores pidiendo norma y conflicto, y determinando qué es real y qué no. ¿Por qué esa necesidad? ¿Por qué le pedimos también eso a la película?
HDF: Cuando termina la película la gente no se queda tranquila y relajada, genera incomodidad y preguntas. Y me parece muy potente que si una película trata de desarmar un montón de estructuras en términos de contenido, y de prácticas, y de sexualidad, etc, también las desarme en la forma del relato, en la narrativa.
HDF: Es que ahí también está corrido el deseo, está en juego el deseo que vos pusiste cuando fuiste a ver una película y específicamente si fuiste a ver una película porno, más el deseo que pusiste cuando estás en el cine, dependiendo con quién vayas. Está todo el tiempo corriéndose de los lugares donde vos podes decir “la parte para calentar es tal”. No sé, las partes para mí más eróticas son cuando se hecha a los machos de los distintos lugares.
HDF: O la conversación con la madre de ella (risas)… esa parte es súper erótica. Y a quién no le pasó de pensar: “¿Me acabo de tirar onda con la mamá?”
HDF: Y además está el cómo se mira al porno, qué uso se le da. Digan lo que quieran es difícil de ver la película.
APU: ¿Cómo sienten el momento de la exhibición en las distintas proyecciones que han hecho de la película?
HDF: En la premier de San Sebastián estábamos contando las personas que se levantaban, llegamos a 50. Unas se levantaron 10 minutos antes de que termine, no entendíamos por qué se levantaban en ese momento. En el BAFICI eso no había pasado, entendemos que es otro público.
HDF: Esta película la vieron mis viejos, les conté lo que era. Después de eso, ya todo me importa poco, que la vea el portero o quien sea. Después tuve que ver a mis viejos, “bueno, no es mi estilo de películas” (risas). El resto de la exposición más bien me divierte. En el estreno la vio Kicillof (risas).
HDF: Todas estábamos bastante abrumadas y con mucha expectativa de ver cómo iba a resultar la película. El proceso fue difícil y creo que ninguna esperaba la belleza y calidad que tiene la película. Cada vez que la veo me es menos porno. La película mixtura toda esta cuestión de la poesía, del carácter de ensayo que tiene; es super interesante de atravesarla más allá de lo porno.
HDF: Yo no imaginaba San Sebastián, y eso también es otro nivel de exposición. Cuando la filmamos no teníamos mucha idea de si incluso se iba a estrenar en algún cine, ya cuando llegó el BAFICI fue un montón.
HDF: Nos pasó en San Sebastián que unas señoras vinieron y nos dijeron que no tenían idea de lo que fueron a ver y que salieron muy intrigadas de buena manera. Para mí es muy hermosa la reacción de gente más grande, que pueda abrirse y concebir la película desde otro lugar.
HDF: En la misma película, todas las chicas ya sabían qué iban a hacer y era una cosa ya medio charlada. Al principio, cuando llegaban, no querían ser vistas, querían usar máscaras, decían “quiero participar pero hasta ahí”, y después ya todas querían hacer de todo. Te vas enganchando en esa, hay muchas que hace mucho ya andamos en bolas en cualquier lado, y te va dejando de importar. No por lo sexual, sino por querer sentir mi cuerpo libre en las marchas o donde sea. Hay mucha gente que nunca pasó esa experiencia. Es una elección, esto que está en la película podría pasar en cualquier momento de nuestras vidas, hay algunas de nosotras a las que nos pasa seguido (risas) pero es una elección, hay que buscarlo, y es contagioso.
APU: ¿Cuáles fueron y cómo fueron las reacciones de los varones?
HDF: El espíritu del varón siempre primero es decir lo que tiene que ser, o por qué no es, o lo que debería haber visto. En San Sebastián uno empezó diciendo “bueno, todavía no se si me gustó o no”… ¡Qué me importa! ¡Quién te preguntó! Las mujeres en general no empiezan así lo que quieren decir o su pregunta.
HDF: ¡Es muy agresivo lo que hacen! Imaginate sala llena, estreno, con todas las actrices, la productora, la directora adelante y al chabón le pareció que re daba decir que todavía no sabe si le gustó o no. ¡¿Qué te pasa por el cerebro?! Qué nivel de impunidad. Evidentemente son muchos años de impunidad, de opinar sobre el cuerpo, las prácticas y las producciones ajenas.
HDF: Hay uno que preguntó “¿Por qué las escenas de sexo están desde el medio, ó sea, por qué no se muestran cómo empiezan?” ¡¿Qué?!.
HDF: Otro dijo “Yo vi mucho sexo y poco amor”. ¡Ah! Y otro que venía a buscar respuestas sobre el poliamor y no se las resolvimos (Risas).
HDF: También se preguntó que opinábamos de las posibilidades que había para que los varones se apropien de la película y la vean como una porno para ellos.
HDF: Esa es una posibilidad que consideramos desde que dijimos que sí. Nos expusimos e hicimos eso por lo que nos pasaba y por lo que teníamos que decir.
HDF: Lo importante es que no está pensada para que el varón tenga placer.
HDF: Esta reacción de incomodidad es evidente, sobre todo en varones, y en mujeres también. Pero a lo que vamos es que no es lo relevante si te gustó o no, o si te calentó o no.
HDF: No son destinatarios de esta película.
APU: Nos hizo pensar en la abjuración de la trilogía de la vida de Pasolini. Hace La Trilogía de la Vida pensando en cuerpos liberados, en cuerpos que se escapan de la lógica del capital y la mercancía. Le usan las películas como softporn de los ‘70, y Pasolini escribe un texto no arrepintiéndose pero sí abjurando de su producción. Cómo el patriarcado le termina dando la vuelta a eso y apropiándose.
HDF: Es que el patriarcado y el capitalismo le terminan dando la vuelta a todo. Es inevitable. Todo significante es abierto y puede ser apropiado. Quizás lo diferente, de lo que no se puede apropiar, es que se sale de ciertas lógicas, como las del amor romántico. En el sentido de cómo se supone que se tiene que construir, que tiene que ser, no vas a ver eso. Y ahí me parece que está lo disruptivo.
HDF: No es el producto nada más, es el proceso que nos llevó a hacer la película. Y eso no es apropiable. Y lo que se ve en la pantalla es eso, el proceso. Por otro lado, cuando empezamos a hacer la película, pensamos que el circuito de circulación iba a ser cines pornos del underground, y ahora el Gaumont y el Incaa la proyectan. Obvio que van a querer apropiarse. El feminismo te permite lavar caras y apropiarte de eso. Porque genera slogans masivos. Pero el contenido te lo da el movimiento, las bases. Como slogan lo puede agarrar cualquiera pero cómo nosotras le damos contenido a eso en un movimiento más grande es lo que importa.
Hay un montón de feminismos y se están moviendo muchísimas estructuras. Y hay apropiación para controlar, siempre es así. Por eso nuestras ganas de mostrar otra parte: el placer, y no un manifiesto revolucionario para fundar un nuevo movimiento de liberación lesbiano. ¡No! Es una película que muestra dos horas de placer lésbico con relaciones y cuerpos distintos que no se suelen ver en las pantallas y que se van a ver en lugares en lo que no se ve eso. Si la película puede ir al conurbano, o a un pueblo de Tucumán y llegar a mujeres que siempre estuvieron expuestas por sus maridos al porno y a prácticas convencionales y que mirar la película les haga preguntarse cosas, ya está. Importante es qué pasa con la película en esas situaciones, si en 30 años se la apropiaron y aparece en una publicidad de Adidas ya habremos hecho muchísimas cosas más. Hagan lo que quieran con eso que hicimos en el 2015, ya habremos hecho mucho más porno, o una película de dos horas tomando té, por qué no. Y será discutir otras cosas.
HDF: Si aparece un video porno siempre el chabón es un capo y la mujer es una puta. Yo creo que algo que sucedió simbólicamente en esta película es que nos corrimos de ese lugar. Si mostrás mi película no me estás robando algo íntimo: yo decidí hacer la película, actuarla, desnudarme, abrir las piernas, mostrar. Realmente en todo caso, estamos pirateando un lugar donde no nos dejan entrar. Y eso tiene que ver con el lugar en que nos pusimos subjetivamente, si te pusiste en el lugar en donde consensuadamente hiciste esto, ¿lo van a usar para qué? Si yo decidí hacerlo, no es que me lo robaron. Salir de esa lógica que si te ven desnuda te robaron la virtud, el valor, todo lo contrario.
APU: Se corre de la lógica de mercancía como un producto terminado, privado a vender. Sino que aparece como el resultado de un proceso colectivo, feminista, disidente, político. Y que pase después de eso es parte del proceso y no del régimen de venta y exposición que pueda tener la mercancía ¿no?
HDF: Un poco como todo lo cultural que hacemos. Todas hacemos producciones culturales y también cine, y creo que esa tensión está siempre. Es una mercancía en el sentido en que en el estado actual del capitalismo todo lo es, pero también no lo es porque en el sentido de lo simbólico tiene muchas cosas que no son apropiables. Creo que la película es mercancía como otras, pero siendo independiente tiene esa tensión y también se sale de ahí.
HDF: La película, al no tener recursos, toma la decisión de ser una coproducción de todas. Aparecen al principio todos los nombres para presentarla porque todas tenemos un porcentaje de la película. Se igualó el trabajo con el capital, con quienes invirtieron. Se midió el trabajo, se puso un precio y cada una aportó algo, sea en dinero o sea en trabajo. Y eso sí se podría haber profundizado si desde el principio se hubiese pensado como un proyecto colectivo. Porque sí, inicialmente se pensó como un proyecto de Albertina, de hecho ella produjo casi toda la película. Pero sí se podría haber pensado esa otra posibilidad desde el principio, y discutir ese modo de propiedad. Hoy la película es una propiedad colectiva. Eso también se discutió, no es de ninguna, es de todas. Y fue un resultado no un inicio del proceso colectivo. Incluso el proceso de la misma Albertina, viniendo de estructuras más convencionales del cine, fue de mucha deconstrucción de su rol. Fue el aporte de personas que participamos y venimos de otros tipos de activismos. El cine es muy jerárquico.
HDF: El cine es jerárquico y patriarcal como cualquier estructura en sí. Incluso con disidencias.
HDF: Y el proceso colectivo fue ir rompiendo con esas estructuras y hacer todo, todas. La que hacía la claqueta hacía iluminación, y así. Por independiente y por precaria pero también como discusión política. Discute eso también, no sólo mujeres y varones.
HDF: Tampoco la idea es romper la propiedad y horizontalizar todo en experiencias como esas. También está bien disputar desde estructuras de propiedad como fue la película, como una cooperativa. Como otra forma de comprender y disputar la propiedad en contra de otros que tienen los medios.
HDF: Que el producto tampoco borre roles ni desconozca la trayectoria y el conocimiento de cada una.
HDF: De hecho hubo un casting. Hubo una elección. Lo que se tiene que discutir es como a partir de ahí se fueron construyendo las relaciones que tampoco tienen que ser todas horizontales.
HDF: Decidir la propiedad colectiva de ese trabajo es parte de la disputa y de poner el valor del trabajo. No se pagó pero se compartió la propiedad. No todo el activismo tiene que ser sin valor, y eso no lo anula en su esencia.
HDF: Todo esto tuvo que ver con el contexto también, hacerla en 2015. Yo creo que hacerla hoy en macrismo no sé si hubiese sido igual de posible. Encararla con la energía, con la cierta inocencia incluso.
HDF: Incluso por nuestros trabajos de esos momentos y la posibilidad de hacer otras cosas. Hoy mi trabajo no me lo permitiría por ejemplo. Porque los sistemas de control se recrudecieron mucho. Usamos los últimos resquicios de la década ganada. Estamos todas mucho más desgastadas, está todo cuesta arriba. Muchas no pudimos ni ir hasta Trelew.
APU: A veces, cuando terminás la película queda alejado el proceso. ¿Sienten que el reestreno en el Gaumont activa todas estas discusiones y la propia experiencia?
HDF: Para mí se reactivó desde el Bafici, en cada entrevista, en cada mensaje de alguien que te dice que flasheó alguna viéndola. La discusión y los significados son muy dinámicos y siempre están abiertos. Yo estoy lejos de sentir que ya se pensó todo lo que se pudo con esta película. Es permeable y se radicaliza con cada persona que piensa algo nuevo.
Y que esté siendo proyectada en este contexto es un refugio. Viene Federici y vamos todas a verla como si fuera una rockstar, siguiendo su gira por todos lados. Porque son necesarios esos espacios de disfrute más allá del bombo y la marcha. Salir de la realidad con espacios como la película.
HDF: Sabiendo los efectos de cada contexto. Porque el recibimiento ante la exposición también es coyuntural. La oleada neoliberal aumentó pero al mismo tiempo aumentó el contexto abortero y feminista, y también va a aparecer la Iglesia a pegarnos. Los efectos son varios y tenemos que estar atentas a ver cómo respondemos.
HDF: No sabemos para donde se va a disparar todo. Porque crece el feminismo pero también los anti derechos, y Bolsonaro y la persecución a tortas y travas, y al mismo tiempo las organizaciones abrazando curas en Luján. Creo que se vuelve más peligroso cómo queda la película enmarcada en estas discusiones y cómo se la pueden apropiar. Y en el feminismo también es importante estar atentas a las reacciones en general pero de la película.
HDF: No es tanto reactivar en los estrenos que fueron en el Conti o en el Bafici porque fueron ambientes cuidados, de gente conocida, sino en el estreno comercial, en el Gaumont, en donde van a haber medios hegemónicos y una ampliación de personas. Porque habla desde códigos, y discusiones lesbofeministas que no están en el mainstream necesariamente.
HDF: Es interesante porque la película se sale de la lógica de inclusión constante. No va a haber una sociedad heterosexual que decide incluir o no a la disidencia. La disidencia va a aparecer en primer plano y te va a estallar en la cabeza.
HDF: No somos disidencias intentando incluirnos en la sociedad, somos disidencias discutiendo entre nosotras como incluirnos entre nosotras. Sobretodo en estos momentos en el que está tan en la mano la discusión feminista hay que llenarlo de contenido, no vamos a hablar políticamente correcto ni mostrar una película políticamente correcta.
HDF: Subjetivamente me da mucho placer esta cosa de que por una vez se muestran códigos de lesbianas que si no sos lesbiana te quedaste afuera. En toda la película no, pero en los central sí. Eso me parece que políticamente está bien, porque es la experiencia que no tenés. No esta cosa de que hay que hacer todo para que ellos entiendan sino que por una vez los códigos son propios y nuestros. Esa experiencia colectiva adentro del cine en donde quienes nos reímos de los códigos no es porque estén en el mainstream. Y eso es un alivio, porque nos quedamos siempre afuera de todo.
APU: Salir de la lógica de la minoría. Las lesbianas, trans, e incluso mujeres como minorías, es ridículo. Incluso, la vez que aparece un varón hasta incomoda a la vista.
HDF: El actor estaba bastante intimidado también (risas).
HDF: Nos cansamos de escuchar los movimientos sociales y las mujeres, o los movimientos sociales y las disidencias. Somos el 80% de los movimientos sociales. ¿Quién te revuelve la olla?
HDF: Y en la peli somos mayoría. Somos todas lesbianas aunque se demuestre lo contrario. Está ausente la pregunta de amiga paki ¿Será lesbiana? ¿Le doy un beso? Es un clásico y que no esté ya habla de algo distinto.
HDF: Es que ahora además son todas pakis curiosas (Risas).