¿Pero qué quieren estos mexicanos?
Por Carlos Iaquinandi, desde Catalunya (*)
Refrán.
“El que a hierro mata tiene cien años de perdón.
Al menos, tiempo de sobra para gozar estafas millonarias,
malversar la memoria, limpiar la sangre seca
en el libro arrugado de la historia,
recibir incluso algún honor
un cóndor desplumado,
homenajes póstumos, varios”.
Alfonso Gumucio (poeta boliviano)
La petición del presidente de México para que el reino de España revisara la llamada “Conquista” ha coincidido con el apogeo de una campaña electoral española caracterizada por la superficialidad y el escaso rigor de los aspirantes a gobernar. Las frases de Andrés Manuel López Obrador estaban dirigidas a Felipe Sexto, como sucesor del Reino que, hace casi 500 años, encomendó a Hernán Cortés la conquista de México y su sometimiento a la corona española.
El nacionalismo rancio entra en campaña electoral
Dirigentes de casi todos los partidos desataron una andanada de críticas y descalificaciones hacia el presidente mexicano, algunas impregnadas de desprecio e insultos. Como suele suceder, se repitieron loas a la “gesta civilizadora”, omitiendo los procedimientos utilizados y sus consecuencias históricas. No solo los cientos de miles de muertos, sino el avasallamiento de sus formas de vida, creencias, tradiciones y el sometimiento de los sobrevivientes.
Qué pide López Obrador
Pocos han logrado enterarse que el pedido del presidente mexicano se fundamenta en que en el 2021 se cumplirán 500 años de la batalla de Tenochtitlán, que representó la caída de México a manos del reino español. López Obrador propone iniciar un proceso de reconciliación, a través del reconocimiento de errores y la construcción de un relato conjunto. Hasta ahora, estos reclamos habían partido de organizaciones civiles, de académicos o de los pueblos originarios. Es la primera vez que un presidente mexicano asume esas peticiones. “Se debe reconocer también lo que significó el saqueo colonial de nuestros recursos naturales”, dijo AMLO. “No es propósito resucitar estos diferendos, sino ponerlos al descubierto, no mantenerlos en el subsuelo como algo subterráneo, porque todavía, aunque se niegue -añadió- hay heridas abiertas, y es necesario cerrarlas”.
Justicia distributiva
Pero, para comprenderlo mejor, es imprescindible conocer las circunstancias en las que se produce este pedido. A contracorriente de las tendencias políticas que gobiernan en Chile, Argentina, Brasil, Colombia e incluso Estados Unidos, en diciembre pasado Andrés Manuel López Obrador ganó las elecciones por el mayor margen de votos en la historia de su país. Llevaba muchos años con una constancia muy personal en su intención de revertir las políticas de sus antecesores. “AMLO no es marxista, ni revolucionario”, explica el historiador mejicano Lorenzo Meyer. “Pero piensa que es necesaria una redistribución de la riqueza”, y que para eso es necesaria una mayor intervención del Estado. Reivindica la soberanía mejicana sobre su territorio y sus recursos. Ha condenado duramente la corrupción de gobiernos anteriores, y en su discurso de toma de posesión del cargo, hace cuatro meses, definió sus políticas en apoyo de los sectores más postergados de la sociedad. También en cuanto a la relación con otros países, las basó en el respeto mutuo, y anticipó que no se permitirán licitaciones irregulares. Era un mensaje a los consorcios transnacionales, que tuvieron un controvertido respaldo de gobiernos anteriores.
Las empresas españolas en México
España, es después de Estados Unidos el país con mayor inversión extranjera en México y en los últimos años algunas de sus empresas han sido vinculadas con casos de corrupción o de daños al medio ambiente. Para el presidente Sánchez la petición de López Obrador no debe ser una sorpresa. Durante su reciente visita a México pudo escuchar un extenso discurso de su anfitrión que reivindicaba a los pueblos originarios y el comienzo de una etapa de relaciones más justas.
La realidad indígena sigue siendo opresiva
AMLO recordó que durante siglos los indígenas han sido la mano de obra barata y, en muchos casos, esclava. Primero de los conquistadores y luego de las clases dominantes autóctonas. Hoy se perpetúa en las zonas campesinas y en centenares de maquilas de empresas transnacionales. México -además- tiene unos dos millones de afrodescendientes. Provienen de los negros comprados por los conquistadores españoles en los mercados de esclavos y llevados por la fuerza. Eso originó más tarde un sistema de castas que negaba derechos a los sometidos. Actualmente, millones de indígenas siguen siendo oprimidos por las minorías que responden a intereses del poder económico. En las últimas décadas centenares de sus líderes y activistas han sido asesinados.
Esa es parte de la realidad que López Obrador intenta cambiar. Una tarea que parece imposible.
México hoy
AMLO gobierna un país carcomido por las tramas de corrupción y narcotráfico, y organizaciones parapoliciales que han funcionado durante décadas con el amparo de gobernadores y ministros. Su situación fronteriza con Estados Unidos, hoy gobernado por Donald Trump, hostil a la migración y dispuesto a levantar muros y vallas, es otro obstáculo a sus objetivos. A este difícil panorama se suma que el reino y el gobierno de España han preferido rechazar la propuesta de López Obrador. No hemos avanzado mucho desde 1992, cuando España quiso celebrar como un “Encuentro” los 500 años del “descubrimiento” de los pueblos americanos. Eduardo Galeano se preguntó entonces: “¿Son encuentros las invasiones coloniales? ¿Las de ayer, las de hoy, encuentros ?”. Y me permito añadir: ¿fue también un “encuentro” la invasión de Irak y la destrucción del país, de sus infraestructuras, y de su cultura?
(*) Por el Servicio de Prensa Alternativo (SERPAL). Un texto similar fue publicado el domingo 31 de marzo en el Diari de Tarragona, Catalunya, España.