En memoria de Evita
Por Eva Wetzel*
“La historia es creación de los hombres que saben iluminar el siglo con la marca de su propio carácter y sus propias realizaciones y que se destacan de sus contemporáneos, como una montaña en medio de la llanura. Por eso son grandes”. Palabras de Eva que así se refería sobre la historia del peronismo y su líder sin considerar que ella misma se convertiría en la mujer que revolucionó el país.
Profundamente amada y odiada, su legado aún continúa latente. Porque su lucha siempre estuvo del lado de los desprotegidos, de los “descamisados”, como solía llamarlos. Transformó la sociedad de beneficencia comandada por las señoras de la alta sociedad, en la Fundación Eva Perón donde ella misma atendía las necesidades de las familias necesitadas y de los trabajadores.
Ese amor y esa entrega profunda es el odio que caló tan profundo en la derecha más recalcitrante. Es el odio que ocultó el principal emblema peronista: su cuerpo. Su cuerpo que cerró sus ojos la noche del 26 de julio de 1952, a las 20:23 hs producto de un cáncer. Enfermedad que la oligarquía levantaba como símbolo para desprestigiar toda la lucha de esa humilde mujer proveniente de Los Toldos, que se enfrentó a los poderes hegemónicos de su época. Su cuerpo profanado por los militares en complicidad con la Iglesia, tras el derrocamiento de Perón, y que pese a querer devenir abajo su obra, no lograron apagar el fuego que quedó latente en el pueblo, en sus descamisados.
Hoy que Cristina Fernández de Kirchner participará en San Juan de la conmemoración de los cien años de Evita, el día del aniversario de su muerte, denota que su legado está más vivo que nunca. “Porque la historia también es la creación de los pueblos, porque los pueblos sin conductores no avanzan en la historia…” nos encontramos frente a la misma lucha que a mediados del siglo XX. Esa lucha por defender los intereses del pueblo, que no es más que luchar por la independencia económica, la soberanía política y la justicia social, encarnada en este tiempo histórico por la fuerza de otra mujer con igual entrega y entereza.
En tiempos donde la unidad es necesaria para volver a conquistar derechos y volver a los días más felices, releer el mensaje de Evita a semanas de la disputa electoral es rememorar que: “el camino es convertir a todos los oligarcas del mundo: hacerlos pueblo, de nuestra clase y de nuestra raza. ¿Cómo? Haciéndolos trabajar para que integren la única clase que reconocía Perón: la de los hombres que trabajan. El trabajo es la gran tarea de los hombres, pero es la gran virtud. Cuando todos sean trabajadores, cuando todos vivan del propio trabajo y no del trabajo ajeno, seremos todos más buenos, más hermanos, y la oligarquía será un recuerdo amargo y doloroso para la humanidad. Pero, mientras tanto, lo fundamental es que los hombres del pueblo, los de la clase que trabaja, no se entreguen a la raza oligarca de los explotadores. Todo explotador es enemigo del pueblo. ¡La justicia exige que sea derrotado!”
* Licenciada en Comunicación Social, UNLP.