Marcha del macrismo: insistir con la misma grieta que ya perdió en las PASO, por Enrique de la Calle
Por Enrique de la Calle
El presidente Mauricio Macri tuvo su plaza completa y pudo darse el lujo de saludar a una multitud frente a Casa Rosada, a pesar de su estruendosa derrota en las recientes PASO que parecen ser la antesala - salvo que medie un milagro - de un cambio de Gobierno.
Cuando faltan sólo 4 meses para el final de su mandato, Cambiemos busca terminar con un karma del no peronismo en la historia argentina, esto es, poder completar un período de gobierno en tiempo y forma. ¿Podrá? Ese será, de lograrlo, un capital político muy destacable de esa formación socio-cultural, por lo cual no parece sensata la tesis opositora que entiende que el Gobierno "hará explotar todo" para "castigar al electorado que no lo votó". El macrismo, o lo que quede de él, se juega su sobrevida después de 2019 en esa apuesta a terminar con una racha que ya lleva casi 100 años. Necesita un final digno si no quiere que el "no vuelven más" se convierta en un boomerang...
Al respecto, desde diciembre empezará una pregunta: ¿Qué quedará del macrismo? En comparación con otras experiencias no justicialistas, la de Cambiemos se acerca mucho más al alfonsinismo que al delarruismo. Sin embargo, parece difuso que más allá de diciembre quede algún resto de "macrismo" como identidad política o socio-cultural, como ocurrió con el radicalismo conducido por Raúl Alfonsín. Aún hoy, tantos años después, muchos argentinos (de más de 45 años, se entiende) se sienten interpelados por aquella identidad. No parece que ocurra algo similar con el liderazgo de Mauricio Macri.
Entonces, ¿qué implicó la marcha del sábado?, ¿nació un "macrismo de la resistencia" al peronismo "autoritario"? En principio, da cuenta de la existencia de una base social amplia - de clase media - media alta, de edad mediana o avanzada -, con capacidad de movilización propia. ¿Por qué fueron a la calle? Más por antiperonismo o antikirchnerismo, que por macrismo. Se podría decir: esa base movilizada estaba de antes de que Macri llegara a Casa Rosada y la memoria podría evocar las manifestaciones por la 125 o el cacerolazo masivo contra el cepo en 2012. En todo caso, la estrategia de Cambiemos consistió desde 2015 en representar, vía polarización, a ese colectivo social. Si finalmente gana las elecciones, Alberto Fernández deberá observar con atención la existencia de ese sujeto social muy antiperonista, que estará dispuesto a confrontarlo, incluso en la calle.
Por último, un interrogante cuya respuesta afirmativa entusiasma a los macristas. ¿Incidirá la marcha sobre las próximas elecciones? No pareciera que Juntos por el Cambio tenga tanto margen para crecer, si tenemos en cuenta que en 2015 llegó al 35% de los votos y en 2017, en su momento de mayor auge, alcanzó el 40%. Además, la convocatoria, al pararse sobre uno de los polos de la grieta, tiene límites para influir sobre el electorado centrista que justamente buscó a Roberto Lavagna contra la polarización.
Porque, de nuevo, hay que insistir en algo: Cambiemos no tuvo en las PASO un problema de "votos propios", personas "equivocadas" a las cuales hay que hacer "recapacitar" con una movilización. Tampoco perdió por la supuesta falta de fiscalización, ya que nadie le sacó boletas, que se mantienen en número estable desde 2015. El gran tema para Macri, Marcos Peña y Jaime Durán Barba es que fue su rival, el odiado peronismo, el que aprendió de la derrota, cambió y ganó. Y nada parece indicar que vaya a perturbarlo una marcha que, por definición, no buscó interpelarlo.