"El peronismo sobrevive porque se forjó fuera del Estado, sabe lo que es vivir sin él"
Por Enrique de la Calle | Foto: Daniela Morán
APU: En tu blog, anticipaste más de una vez lo que finalmente pasó en las PASO, con un triunfo muy claro del peronismo unido sobre Cambiemos. ¿Por qué fallaron tanto muchos análisis y encuestas en la previa?
Manolo Barge: Al Big Data, Marcos Peña lo usa para incidir sobre las clases medias y sobre las elites, no actúa sobre la masa. El tema es que nuestra dirigencia convive con esas elites, mandan a los chicos a las mismas escuelas, viven en barrios similares, vacacionan en los mismos lugares. Por eso, se comieron que estábamos tres o cuatro puntos arriba cuando en realidad se calculaban 10 puntos de diferencia y que Macri llegaba al 30% con toda la furia.
APU: ¿Cómo quedó el escenario político ahora?
MB: A ver, varias cosas. En primer lugar, hay que tener en cuenta que para los menores de 25 años no es importante la república o la democracia en sí mismo, como lo es para un tipo de más de 40 años. Los viejos creemos que hay que hacer sacrificios para mantener la democracia. Los pibes te dicen: “Las pelotas, para qué me sirve la democracia si me cago de hambre”. Porque además, dan por hecho la existencia de la institucionalidad. Eso tiene muy preocupado a los factores de poder en Argentina y en Atlántico Norte. Porque además, esos chicos, sobre todo los de clase baja, se volcaron masivamente al peronismo. Ni al kirchnerismo ni al massismo, al peronismo. Eso implica que el peronismo va a llegar a los 100 años de vida. Una cosa es tener una sociedad fragmentada, donde cada cual haga la suya. Otra muy diferente, es tenerla organizada.
APU: ¿Por qué el peronismo tiene esa capacidad para seguir representando u organizando a amplios sectores sociales?
MB: La respuesta te la dieron los senegaleses, que se manifestaron en La Plata y cantaron la marcha peronista. Dijo el Gordo Lanata: “No son ningunos boludos, saben cómo hacerse escuchar”. Todos podrán ser liberales, radicales o troskistas pero cuando te apretan el bolsillo, somos todos proletarios. Y el peronismo tiene algo muy claro: no puede dar orden de represión si antes no dio una orden para negociar. Cuando hay una manifestación, el peronista, sea de derecha o izquierda, antes que al comisario, manda a alguien a hablar, a negociar. A ver qué carajo quieren y cómo se puede resolver. Lo dijo de forma brutal Julio Ramos en una charla con Mariano Grondona en 2003: la diferencia entre los radicales y los peronistas, es que los radicales cuando hay una manifestación mandan a la Gendarmería. Los peronistas la mandan, pero custodiando la polenta. Se busca la respuesta, después puede ser equivocada o no alcanzar.
APU: Mientras, el antiperonismo salió a la calle el sábado pasado a apoyar al Gobierno. ¿Cómo viste eso?
MB: Hay que dejarlos que griten, que se expresen. Es un 30% o más que nunca va a votar al peronismo. Lo que hay que evitar es que se organicen. Es un número histórico. En 1989, Angeloz sacó el 40% de los votos. Mientras el peronismo es expansivo, busca siempre agregar, el no peronismo tiende a segregar.
APU: Está en internet el video del cierre de campaña de Angeloz en el 89 ante una multitud impresionante, superior a la del otro sábado, inclusive.
MB: Somos argentinos y nos encanta salir a la calle a expresarnos. Es propio de nuestro ser, manifestarnos en la calle, más allá de si seamos peronistas o no. No somos un pueblo viejo, tenemos menos de 200 años, pero tenemos una gran identidad. La argentinidad al palo.
APU: Nos fuimos al 89 y vale la comparación también para pensar lo económico, porque en aquel momento se terminó en una situación de crisis que obligó al gobierno radical a adelantar la entrega del mandato. Hoy se habla mucho sobre el “vacío de poder” de Mauricio Macri.
MB: Hay un tema que tenemos que estudiar porque es muy peligroso. Están buscando que Alberto sea Tsipras y el peronismo, Syrisa, como pasó en Grecia. Que te pongan condiciones muy duras que no te dejen negociar. Omar Perotti, que es de la derecha peronista, dijo recientemente que la línea última para negociar es el hambre. Sobre eso no hay nada que negociar. El sistema económico global necesita que vos te cagués de hambre. Por eso para el peronismo es muy importante la conquista del Estado, para poder negociar esas condiciones de la mejor manera. Eso hace que en Argentina mercados y democracia se lleven de las patadas. ¿Quién manda en Argentina? ¿El pueblo o los mercados? Por eso hay que estar muy atentos. ¿Qué pasó con Menem en el 89?
APU: Volvemos a los 80...
MB: En el 89 explotó todo. Vos tenías pleno empleo pero los trabajadores no llegaban a fin de mes por la hiperinflación y la devaluación salvaje. Te daban unos mangos para que hicieras cola en el Banco Nación para comprar 400 dólares. Uno de los errores del peronismo es que no se recuerde bien esa historia. En la campaña del 89 que vos evocabas, Angeloz decía que el peronismo era el caos, que no sabía gobernar ni dejaba gobernar. De ahí pasamos a ser los únicos que sabemos gobernar. Ahora nos quieren llevar a una situación para que hagamos las cosas de una determinada manera. No, hermano, primero tenemos que garantizar que la gente pueda comer. Después, se verá. Hay que saber que no vamos a volver a 2015, porque por la deuda que dejó el macrismo estamos ante tierra arrasada.
APU: Retorno a la pregunta por el peronismo y su capacidad para continuar siendo “representativo” para tantas generaciones de argentinos.
MB: Les recomiendo dos trabajos académicos. Uno es “El peronismo y la sucesión permanente: mismos votos, distintas elites”, de Ernesto Calvo. Se trata de ver cómo el mismo electorado, desde abajo, va renovando sus liderazgos. Mirá lo que pasa con Urtubey, que cerró en Salta con un sector del kirchnerismo, o en Córdoba con Schiaretti, que tiene una rebelión de dirigentes peronista que le piden que acompañe a Alberto. Y otro trabajo es “La democracia peronista”, de María Esperanza Casullo. Cuando hay un movimiento de masas, un estado de opinión, vas a ver a dirigentes peronistas buscando encabezar a ese sector. No es cierto que el peronismo es el único que puede resolver los problemas. Ahora, para resolverlos tenés que ir a la calle, escuchar y negociar. Por eso, en el Atlántico Norte tienen un problema que es el siguiente. Si Argentina zafa y logra estabilizar la economía, el peronismo se vuelve un modelo de exportación.
APU: No deja de impresionar la capacidad del peronismo para renovar sus cuadros dirigenciales, que siguen teniendo esa capacidad para representar a nuevas generaciones. ¿De dónde sale esa capacidad?
MB: En primer lugar, el peronismo proviene de la tradición anarco-sindical. Cuando Perón agarra la Secretaria de Trabajo, hace lo siguiente: cuando se reunía con alguien que iba a reclamarle, le decía. La semana que viene, volvé pero no solo, sino con todos los que tienen ese mismo problema. Además, y es lo más importante, el peronismo tiene 40 años de luchar contra el Estado. Entre 1955 y 1989, el peronismo no tuvo caja y estuvo fuera del Estado (Nota del Editor: sólo gobernó entre 1973-1976). Estuvo muchos años en la clandestinidad y la proscripción. Entonces, está acostumbrado a no depender del Estado. La clave está ahí. Es algo que no se quiere estudiar. Sabe manejar el Estado pero se forjó fuera de él. Ya van varias generaciones de peronistas que nacimos y nos criamos en la proscripción. Podemos prescindir del Estado. Puede venir Estados Unidos e invadirnos como en Irak. Pero el peronismo va a seguir funcionando. Los que dependen del Estado son las clases medias y altas, que trabajan de maestros, médicos, abogados y jueces. Los grandes planeros argentinos son los sectores ABC 1 y C2.