¿A pesar de todo?
Por Noelia Figueroa*
Foto Mala Junta CABA
Cada vez que nos reunimos de a miles, como hace 34 años en cada Encuentro hay energías que se sacuden, intensifican y son capaces de conmover los pilares más asentados de las instituciones sociales. Conspiramos colectivamente para vernos las caras en cada octubre. No hay tormenta, inundación, estrategia represiva que logre disuadirnos de esa cita a la que religiosamente acudimos y de la que cada año participan más mujeres, lesbianas, travestis, trans, bisexuales y no binaries.
Sin embargo, pocas veces un Encuentro fue tan conflictivo y complejo como el que tuvimos en La Plata el fin de semana pasado. Los conflictos ya no son (sólo) con las iglesias, con los sectores conservadores que repelen al movimiento o con gobiernos que no nos quieren recibir, como pasó otras veces. Los conflictos existen dentro del movimiento, y no podía ser de otra forma atendiendo a nuestra masividad y a las trayectorias diversas que marcan nuestra historia.
Durante el macrismo, nuestro movimiento asumió un rol histórico, a sabiendas de la responsabilidad que implicaba: ser las primeras en enfrentar en la calle y con paros al gobierno neoliberal, cuyas políticas de ajuste nos tiene como principales afectadas. Pero también logramos ser las que trazamos las coordenadas generales de la Unidad, precaria pero consistente al fin, que luego se replicó en el campo nacional para enfrentar a Cambiemos en las urnas.
No obstante, nunca fue fácil sostenernos de conjunto. Las feministas no sólo sabemos de conflictos, sino que reivindicamos que la política es disputa de sentidos y por eso estamos hace tanto tiempo cuestionando todo lo que no nos deja ser. Por eso, no sorprende que los debates en torno al cambio de nombre hayan atravesado la previa, las redes, los talleres, el acto de cierre y las distintas instancias del Encuentro. El problema fue que esa disputa intestina tuvo como consecuencia un retroceso en las capacidades logísticas de la Comisión Organizadora local. Varias de las que tenemos más de diez encuentros encima acordamos que La Plata fue uno de los más deficitarios si de organización se trata.
Todo el año fuimos siguiendo los debates de la Comisión Organizadora. No acordamos con separar el debate político del trabajo logístico. La organización de un evento para más de 200 mil personas es una gigante tarea política. La polarización de posiciones y la ideologización de ciertas discusiones no han dado nunca resultados positivos en la construcción de nuestro pogo anual.
Pero negar la diversidad hermosa que nuestro movimiento contiene es también una forma de conservadurismo atroz. No podemos seguir replicando fórmulas de hace 35 años solo porque nos sentimos más cómodas conduciendo procesos que claramente nos desbordan hace años.
Por eso, podemos sacar algunas lecciones para encontrarnos en San Luis el año próximo.
La primera, que la intersección de los feminismos con las luchas populares en el continente es la clave del éxito para el movimiento, pero también un impresionante sedimento para proyectar los desafíos de gobiernos populares porvenir. No podemos rifar ni implosionar nuestro movimiento porque es lo que hicimos crecer con tanto amor estás décadas. Eso implica responsabilidad y salir de sectarismos, tanto los reproductivistas del statu quo como los que proponen un estallido en la política de las identidades.
La segunda, que lo más rico que tiene nuestro movimiento en Argentina es su garantía de ser inclusivo, integral, popular. Debemos evitar cualquier atajo para resguardarnos en líneas biologicistas, supremacistas, hetero y cis sexistas porque nuestro feminismo es el de Lohana, Diana, las pibas, las mujeres populares, las originarias, les no binaries, las tortas las putas y muchas más. Otros países donde feminismo y movimiento LGTTBIQ+ son asuntos separados, han demostrado muchas dificultades para sostenerse en la masividad y en la radicalidad de las conquistas.
Por último, nuestro movimiento tiene un desafío inmediato: derrotar al macrismo en las urnas, formando parte de la oposición popular, mientras que abona a mediano plazo a una estrategia de debilitamiento de los sectores antiderechos y de las políticas contra la vida y la felicidad de nosotras, las del pueblo. Ese segundo desafío es más complejo, porque implica sostener niveles de articulación que no se sostienen sólo en la declamación de la voluntad, sino sobre todas las cosas, en una política de la lealtad con nosotras mismas, más allá de las diferencias. Queremos un movimiento en el que avancemos las pibas, para que reinen en el pueblo el amor y la igualdad, que son las ideas que nos impulsan cada día a cambiar nuestra realidad.
Sólo si los feminismos organizados, autónomos, populares, latinos, villeros, nacionales y populares, asumimos la magnitud de estos desafíos de época estaremos en condiciones de sostener esta impresionante cita anual. Allí seguiremos alimentando con debate, autoconciencia, marcha y mística nuestro feminismo, que va a vencer.
*Noelia Figueroa, vive en Rosario, es docente universitaria, Dra. en Cs Sociales y está a cargo de la secretaría de Género y Sexualidades de la FCPolIT (UNR). Forma parte de la Coordinación Nacional de Mala Junta -Poder Feminista en el Frente Patria Grande.