“Queremos debatir la sexualidad de las mujeres con discapacidad”
Por Melany Grunewald
AGENCIA PACO URONDO: ¿Cómo fue su experiencia en el 34 Encuentro Nacional de Mujeres? ¿Tiene experiencias anteriores?
Remigia Cáceres: Vengo participando de encuentros anteriores, casi más de 10 años. Esta vez la pasé un poquito mal. Siempre la pasamos mal las mujeres con discapacidad, pero esta vez fue peor que las anteriores. Esto es porque en el primer día se armaron 4 talleres. En uno de ellos, el 92% participaban profesionales de la discapacidad, otro tanto eran familiares y había solo 2 mujeres con discapacidad. Lamentablemente, venimos pidiendo siempre a las organizadoras del Encuentro Nacional de Mujeres, que se abra otro tipo de taller para contemplar las necesidades de las profesionales y las madres y/o familiares de las personas con discapacidad porque después terminamos siendo material de estudio de esas profesionales, y con una brutal violencia. Tienen que estudiar la convención internacional de las personas con discapacidad donde se estipula que no somos “discapacitadas”. Tratarnos como “la discapacitada” es muy violento, (porque solo tenemos una discapacidad. No somos discapacitadas) y si bien dije como era la forma de nombrarnos, siguen con ese término. Tuve que abandonar ese taller, fui a buscar otro con más pares mías (con quienes quiero debatir) en donde había mujeres con discapacidad visual coordinando. Fue mucho más rico, sustancioso porque tocamos temas que nos interesan a las mujeres con discapacidad. Había profesionales, pero estaban al margen respetando nuestra discusión y tomando nota, no intervenían por nosotras.
APU: ¿De qué manera se realizó el segundo taller?
RC: El domingo había sólo 2 talleres, y una de las organizadoras nos pidió descentralizar el nuestro porque éramos demasiadas (para que todas tengamos la palabra, es justo), pero decidimos no hacerlo. Fue importante porque también queríamos debatir el tema de la sexualidad de las mujeres con discapacidad, entre otros temas que también son muy valiosos, pero destaco este porque hay muchas mujeres con discapacidad que están recluidas en instituciones u hogares de familia, donde también tienen la necesidad de la sexualidad. Esas cosas no se ven. Se deben armar políticas públicas para las mujeres con discapacidad que están en situación de reclusión. También el tema de la castración hacia esas personas, de parte de los familiares. Como que “son vírgenes”, “van a morir vírgenes” y que “son un milagro de Dios”, que hay que cuidarlos. Todo ese mito que se arma alrededor de la discapacidad. No pudimos hablar bien del tema de la sexualidad. Nos fuimos hacia otros temas, por ejemplo la diversidad. Yo quería contar un poquitito más de las necesidades básicas y derechos nuestros que no se cumplen: quita de pensiones, el cupo del 4% que no se cumple (y en mujeres menos). Tengo una mirada más amplia. No fui por mí, ni por mis derechos, sino por las que no pueden asistir: las institucionalizadas, como encarceladas y a la vez castradas por sus mismas madres. Conozco de mujeres con discapacidad auditiva que las madres les han hecho ligarles las trompas sin avisarle, y que se enteran mucho después cuando quieren tener hijos. Eso sigue pasando y es sumamente violento.
APU: ¿En los talleres que participó se habló sobre el nombre del Encuentro?
RC: No, en este taller no se debatió eso. Creo que la mujer con discapacidad no está incluida. Solo se bajó el nombre así, y todas se quedaron calladas. Pareciera que la mujer discapacitada no es una identidad a representar. Pasa en muchos espacios, incluso en las marchas donde no nos incluyen en las fotos. Te tratan como que te quieren cuidar, pero ese “cuidado” nos saca, nos deja afuera. Es discriminatorio. Lo he hablado con las organizadoras. Sin pensar en todas, cada una con sus dificultades. Entonces, muy inclusivas en el vocabulario y en el discurso, pero a la hora de la verdad, se excluye a muchas mujeres con distintas dificultades físicas y psíquicas.
APU: Como si la diversidad sólo fuese contemplada en la orientación y/o identidad sexual…
RC: Exactamente. Pienso eso mismo. Hay muchas cosas que tenemos que debatir y seguimos en la de “cómo se tiene que decir, cómo se tiene que poner”. A mí la verdad que no me interesa que me nombres por mi sexualidad. Es algo mío eso. No lo digo de manera discriminatoria, sino poniendo foco en lo siguiente: no incluir a las personas con discapacidad. Hubo un debate sobre el nombre del encuentro, donde no fuimos convocadas. Somos personas con menos oportunidades que alguien sin ningún tipo de discapacidad, pero con los mismos derechos. Acá y en todos los espacios. Antes ponían solo a las mujeres a lavar los platos en las publicidades, ahora ponen hombres. Las personas con discapacidad ¿para cuándo? Nosotras también consumimos tal gaseosa, tal shampoo… ¿por qué no podemos estar en las publicidades para demostrar que también existimos? Somos parte de la sociedad.
APU: Tenemos una vicepresidenta con discapacidad motriz…
RC: Si, la excluyen y también la utilizan para otras cuestiones. Es una cara visible, la ponen para que la sociedad no tan politizada diga “pobre mujer, todo lo que hace y en silla de ruedas”. Pero es utilizada para que no se los interpele en lo que de verdad están haciendo. Como una máscara. Pero también en la demostración de que las personas en silla de ruedas no somos santitas, también somos malas.