Descentralización y participación ciudadana en Argentina, los casos de Rosario y Buenos Aires
Por Leonardo Farías*
La cuestión de la participación ciudadana muestra un recorrido de creciente importancia en las últimas décadas, que ha acompañado la multiplicación de experiencias participativas en diferentes ámbitos. Podemos decir que en la Argentina la participación de la ciudadanía en las políticas públicas se remonta a la década de los 90 con el nuevo papel social de la gestión local. A lo largo de esa década el neoliberalismo fue generando un cambio estructural en el que no sólo se transformó el sistema económico-productivo, sino que además se atravesó por un proceso de ajuste del sistema institucional. Es decir esta transformación no sólo fue económico-social, sino también político-institucional y cultural. Hacia fines de los ’90, se había producido una descentralización de hecho hacia los gobiernos municipales, caracterizada por una fuerte transferencia de funciones y roles, sin la correspondiente transferencia de recursos, capacidades y competencias. Es así que los municipios adquieren indiscutiblemente un nuevo rol y protagonismo, con una tendencia cada vez mayor a que sean centro de decisiones, de estrategias propias, de políticas innovadoras. Una de estas políticas innovadoras podemos decir que es la descentralización y la participación ciudadana. Tanto en Buenos Aires como en Rosario nacen institucionalmente en aquella época.
Ciudad de Buenos Aires
El 1º de octubre de 1996 se sancionó la Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y se introducen las Comunas como los nuevos gobiernos locales, descentralizados y electivos. Ese mismo año asume el primer jefe electo de gobierno: Fernando de la Rúa de la Unión Cívica Radical. Pero, lamentablemente por falta de voluntad política, las Comunas no se pondría en práctica hasta el año 2011. En cambio a partir de noviembre de ese año, se instrumentó una serie de medidas que llevaron a la creación de 16 Centros de Gestión y Participación (CGP), distribuidos de acuerdo a la densidad de población, asuntos vecinales y electorales. Los mismos se crearon con el objetivo de iniciar la gestión local y vincular las organizaciones no gubernamentales y de la comunidad con el Gobierno de la Ciudad. Pero estos centros nunca lograron esa referencia en el imaginario de los vecinos. Si bien fue positivo su funcionamiento no logró la participación vecinal esperada. Es decir nacieron con el espíritu de suplir el funcionamiento de las Comunas. No fue recién hasta 2011 que las Comunas se ponen en marcha y una nueva etapa en materia de participación nace en la Ciudad.
Ciudad de Rosario
En 1995 se abordó una profunda transformación administrativa enmarcada en el Programa de Descentralización y Modernización de la Municipalidad de Rosario (PDyM) con Hermes Binner del Partido Socialista como Intendente. De esta forma, el flamante gobierno local intentaba cambiar una estructura municipal a la que se juzgaba sobredimensionada, onerosa y poco eficaz. Se priorizaron las áreas definidas de interés estratégico: las de alto impacto en atención al público y las vinculadas a los nuevos proyectos de gestión. Desde su origen, una fuerte impronta de reordenamiento urbano y de desconcentración administrativa – funcional. La ciudad fue dividida territorialmente en seis grandes distritos, los que no fueron pensados sólo como secciones administrativas sino también como un instrumento generador de una nueva identidad territorial para los vecinos.
Se concibieron como mini-municipios en los que el edificio que albergara las actividades -Centro Municipal de Distrito CMD- debería constituirse en punto de referencia obligado para los habitantes de la de la zona, no sólo para resolver trámites sino para ser apreciados como lugares de encuentro de las organizaciones y entidades barriales y de los vecinos del barrio en general. La dirección de los CMD es ejercida por un funcionario elegido directamente por el Ejecutivo Municipal. En los mismos, además de las actividades propias del quehacer administrativo, se desarrollan diversos programas sociales, culturales, y productivos.
Un breve análisis
A grandes rasgos podemos decir que Buenos Aires con la nueva Constitución de 1996 tiene una carta magna moderna, progresista, gran ejemplo a nivel mundial. En este marco promueve la creación de las Comunas y la descentralización a través de la Ley Organiza de Comunas 1.777 pero por falta de voluntad política de los distintos gobiernos, durante más de una década, nunca se puso en práctica hasta el año 2010 en el que un fallo del Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad le indica al Jefe de Gobierno –en ese entonces Mauricio Macri- convocar a elecciones de Juntas Comunales. Es ahí que se elijen autoridades a través del voto popular y en el año 2011 se ponen en marcha las Comunas. En cambio en Rosario no hubo ninguna ley que estableciera la descentralización pero allí la voluntad política de descomprimir el Estado municipal y desconcentrar las funciones a través del territorio llevo a la creación de los CMD que exitosamente fueron implementados con participación activa de los vecinos. Y esto que en primera instancia se manifestó como una desconcentración de tareas administrativas que sin dudas dinamizó las tareas del estado municipal y garantizó una presencia más directa de éste frente al vecino, con el tiempo se constituyó en el soporte físico para una paulatina descentralización de la toma de decisiones.
Otra gran diferencia está en el ámbito de participación vecinal. En Rosario son Consejos Participativos de Distrito (CPD) impulsados fuertemente por el municipio a través de sus autoridades y con peso en la definición de políticas públicas. En Buenos Aires los Consejos Consultivos Comunales (CCC) que no fueron tenidos en cuenta por el Gobierno de la Ciudad para darle el peso que deberían haber tenido.
Pero también hay temas pendientes para ambas ciudades. En Rosario la creación de una instancia donde los vecinos puedan elegir a sus autoridades a través del voto popular. Y a buenos Aires le urge fomentar la participación de los vecinos en las Comunas que producto de la falta de políticas para este fin ha ido menguando y que hoy se encuentra muy por debajo de lo esperado.
Otra diferencia no mencionada anteriormente es que en Rosario se implementa el presupuesto participativo y en Buenos Aires aun no. Llamamos presupuesto participativo a una herramienta, un mecanismo en donde los ciudadanos son parte de la toma de decisiones junto al gobierno para elaborar políticas públicas. Este mecanismo se comenzó a usar, en ambas ciudades, a partir del estallido social de 2001 donde el involucramiento en la cosa pública, por parte de la sociedad argentina, tuvo su pico histórico. Así se busco canalizar las demandas. La diferencia aquí es que en Rosario no solo siguió en el tiempo sino que se institucionalizo y en Buenos Aires se descuido su práctica y aun esperamos su continuidad.
Está claro que todo depende de la voluntad política para mejorar la descentralización pero sin dudas también de la participación de los vecinos. Podemos tener muy buenas leyes y herramientas pero sin voluntad de gobierno y sin el involucramiento social no hay futuro con buenos augurios en materia de democracia participativa.
Titular del CEDET, ex Comunero.