Poesía en el hospital Moyano
Por Raúl Haurat
En el Hospital Braulio Moyano se desarrolla un taller de poesía. Una forma diferente a través de la lectura de textos y la escritura de conectar a la población asistida con la inspiración literaria.
Luego del frustrado ensayo de creación del Complejo Hospitalario Sur “5x1”, que apuntaba a unir a los hospitales Moyano, Muñiz, Udaondo, Marie Curie, Ferrer y el Instituto de Rehabilitación Psicofísica (IREP) en el mes de febrero visité el Hospital Braulio Moyano. Conocí el taller de Poesía por invitación del escritor Daniel Gradar de la APOA, Asociación De Poetas Argentinos, en coordinación con el Departamento de Servicio Social y de Terapia a Corto Plazo.
Atiné con un sitio inexplorado. Recorrimos el pabellón de la planta baja. De a una se fueron presentando quienes compondrían el taller de ese miércoles. Un encuentro quincenal que las asistidas esperan con ansias.
El concierto de pájaros y el sol que se avecinaba entre la arboleda fue el prólogo para ingresar en clima en la entraña de la porteñísima Barracas. Eran las diez de la mañana pero no había tictacs que marquen los segundos. Daniel reveló la consigna y todo se puso en marcha. Oímos párrafos leídos a viva voz sentados en el patio que cincelaban a puro ímpetu el encuentro.
Arribé como un niño que todo le asombra. No me preguntaron quién era. Las visitadas accedieron a la consigna del coordinador de inmediato: Hacer una puesta en común de lo escrito. La pregunta fue ¿qué les simboliza un manual de perdedores?
Luego de un instante de mudez, llegó la puesta en común. Allí congeniaron en la voz de Vanesa, Denise, Brenda y Jesica un estribillo de una canción de Arjona, el dúo dinámico, Celeste Carballo y María Elena Walsh.
Vanesa nos canturreó una melodía: La figura de un junco que se dobla y sigue en pie.
— Ya nadie viene a visitarme — comentó por lo bajo y sentí como una daga en las vísceras. La esperanza es la expresión que prevalece en su texto. Pienso en la poeta Andrea Aguirre cuando argüía «El camino compartido es la única salvación, la única esperanza»
Todo concluye al fin
Pasaron varios horas en el afuera pero “adentro” el tiempo se suspende. El concepto de fuerza y alma idean las páginas en el corazón del Hospital a metros nomás de la rail de Brandsen.
Daniel selló el final. Es hora de marcharnos. Jesica me agradece la visita y Vanesa insiste — Ya nadie viene a visitarme. ¿Vas a volver?
Me detengo en frases que rebotan en mi cabeza. El taller de Poesía de la APOA es un ángulo altruista donde dobla el viento y se cruzan los atajos. Allí mismo se traza una bisectriz entre la poesía y la inspiración que nace entre el pabellones de Terapia a Corto Plazo y la ilusión de volver a casa.
Manual de Perdedores. Fumar en situaciones incorrectas (…) ser puta sin alma, perder a la persona que más amas…
Manual de Ganadores. Ser valiente, en las crisis salir adelante (…) ser uno mismo sin pisar al otro…
Ya es la hora del almuerzo. Denise, quien se retiró antes del taller, mientras apura el postre de queso y dulce delinea un párrafo hermosísimo “no hay afuera” Tomo apuntes para girar mi impresión a Daniel. Surgen sólo monosílabos que afloran de mi bolígrafo: llanto, aislamiento, atención, aturdimiento.
Es dificultosa la tarea de escribir en prosa. El pensamiento se fragmenta. Repaso como polaroids las imágenes de mi incipiente práctica. Irrumpe el tatuaje de Denise como sinopsis de los vivido: “To be Yourself is all that you Can do”. Todo un corolario de mi primera visita al taller de Poesía en el Hospital Braulio Moyano. Las agujas de mi reloj cesaron durante cinco horas. El tiempo es el mejor autor; siempre encuentra un final perfecto.