Raquel Camps: “El amor que tuvieron por todo persiste hoy y hace que las ausencias sean menos dolorosas”

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Raquel Camps: “El amor que tuvieron por todo persiste hoy y hace que las ausencias sean menos dolorosas”

22 Agosto 2020

Por Miguel Martinez Naón

Raquel Camps es hija de Alberto Camps y María Rosa Pargas. Él fue uno de los tres sobrevivientes de la masacre de Trelew en el año 72; ella, que además de ser una militante revolucionaria era poeta, se encontraba presa en Rawson durante esos trágicos sucesos. Ambos militaban y combatían en las FAR (Fuerzas Armadas Revolucionarias) y sobrevivieron ese año. Fueron liberados aquel 25 de Mayo de 1973 cuando asumió Héctor Cámpora y dictó la amnistía para todos los presos políticos. Alberto fue nuevamente detenido y torturado el 17 de abril de 1974 por orden de los comisarios Villar y Margaride. Un año más tarde se exilian en Perú, México e Italia con su hijito nacido en Devoto. En ese exilio nace Raquel.  Reingresan al país en forma clandestina en Febrero del 76 y el 16 de Agosto de 1977 lo asesinan a él, y a ella la secuestran. Hasta el día de hoy continúa desaparecida. Al cumplirse 48 años de la masacre de Trelew conversamos con Raquel, hija de ambos.

AGENCIA PACO URONDO: Cada 22 de agosto seguramente es un día muy especial para vos ¿Cómo lo vivís hoy?

Raquel Camps: a 48 años este 22 de agosto nos encuentra de una manera distinta, pero desde hace muchos años venimos reivindicando, peleando, para que esta fecha permanezca siempre en la memoria de todos nosotros y de todos los que vienen, esta vez de una manera distinta pero estando. Vamos a hacer muchas actividades con la gente que está en el Centro Cultural y con la Asociación de Familiares de la masacre, y creo que es una buena manera de decir que a pesar de cualquier cosa vamos a estar siempre, a pesar de cualquier cosa vamos a ir a la Base a gritar los nombres, vamos a ir al viejo Aeropuerto a homenajearlos, de la manera que sea, porque dijimos Nunca Más, y dijimos que todos los 22 de agosto vamos a estar ahí. Lo vivo distinto pero casi igual, siempre conectando con ellos y levantando la bandera

APU: En agosto se cumple también un aniversario del asesinato de tu papá y la desaparición de tu mamá, el mismo día, en el 77, cinco años después de la masacre de Trelew. En varias ocasiones has expresado un inmenso amor y admiración hacia ellos ¿Podrías expresar y compartir con nosotros ese sentir?

R.C: El 16 de agosto de 1977 desaparece mi mamá y asesinan a mi papá, se han cumplido 43 años. En esa casa estábamos mi hermano y yo, que también fuimos secuestrados, y cada año uno lo va viviendo de una manera distinta, es un día en el cual reflexiono el camino andado en todo lo que fue la reconstrucción de ellos como militantes, pero más que nada la reconstrucción de ellos como padres, y pasamos muchas cosas y fue difícil, pero uno va entendiendo con el tiempo, y hoy la forma de vivirlo y de expresarlo es con esa convicción que ellos tenían, que la militancia era poner el cuerpo, y creo que de alguna manera, una en los espacios de militancia que tiene también lo hace, y no digo que es la continuidad de ellos porque uno no tiene por qué, pero sí esa convicción de querer que las injusticias se paguen, de querer que las cosas sean distintas. Lo vivo y lo expreso a través de la palabra, de los recuerdos, de las fotos (que son pocas) pero convencida del amor, de que ese amor que tuvieron por todo persiste hoy y eso hace que las ausencias sean menos dolorosas. Creo que en la reconstrucción, en el amigarse también con la historia que a uno le tocó y encontrar el camino en donde uno también entiende y pone un poco de esa semilla que ellos dejaron, creo que a mí me enorgullece y hace que los tenga conmigo.


APU: Más de 35 años tuvimos que esperar para que se enjuiciara a los responsables de la masacre de Trelew (a algunos, no a todos). En el año 2012 se hizo realidad ¿Cómo viviste ese proceso? ¿Creés que se hizo justicia?

R.C: Cuarenta años esperamos para hacer el juicio de la masacre. Creo que lo logramos en un contexto histórico, políticamente hablando, algo que impulsó muchísimo Eduardo Luis Duhalde, en su convicción de que se tenía que hacer justicia. Y Trelew, que fue en el año 72, prólogo dictadura que se venía, era casi imprescindible que se haga ese juicio, y en el año 2012 lo logramos. Fue un momento de muchísimas emociones, y estar todos los familiares de los 19, los familiares de los abogados, el pueblo de Trelew que fue tan solidario y colaboró con los familiares cuando tenían que estar allá, y muchos fueron testigos también. Creo que esa justicia tuvo un sabor que jamás lo pensamos, yo siempre digo que jamás pensábamos que íbamos a lograr eso, y lo logramos aunque nos falta todavía porque se declaró un delito de lesa humanidad y todavía estamos tratando de extraditar a Roberto Bravo (1) que fue el que daba los disparos de remate, el que le dispara a mi papá, todavía seguimos aguardando ese pedacito que nos falta y no vamos a parar lógicamente, por memoria, verdad y justicia. A veces la justicia nos cuesta un poco más, porque pasaron muchos años.

 APU: Tu madre, María Rosa Pargas, era poeta, escribía en medio de la batalla, de las urgencias de la militancia. Sus poemas nunca fueron publicados hasta que vos los descubriste y los convertiste en un hermoso libro ¿Cómo fue esa experiencia?

R.C: Mi mamá sí era una poeta, y en su escritura hay una evolución terrible como mujer y para mí poder encontrarla en esas palabras fue fundamental porque pude conocerla en la intimidad. Durante muchos años mi abuela guardaba una caja llena de poemas de ella que nunca terminaba de dármela y cuando pude tenerla pensé que era necesario que esas palabras se pudieran compartir, y así nació el libro “Hubiera querido” que originalmente es el título de un poema que escribe ella estando presa en Rawson pensando que a mi papá lo habían matado en la masacre y hace un reconto de lo que hubiese querido hacer con él y no pudo. Y ese “hubiera querido” se prolongó en nosotros, en mi hermano, en mí, en mi familia, en sus compañeros de todo lo que tal vez hubiesen querido hacer y no pudieron, y el poema termina diciendo “hubiera querido tantas cosas, y no me alcanzó el tiempo” y yo sentía que ese tiempo tampoco me había alcanzado a mí, pero en la reconstrucción de este libro fue como parirla a ella, y fue tenerla conmigo desde otro lado así que esa poeta fue aparecida, con el “hubiera querido”.

Hubiera querido

Hubiera querido traspasar tu cuerpo,
hasta diluirme en tu sangre somnolienta,
y conocerme al revés,
y salirme
y verme al verte.
Hubiera querido masticar la noche
y tragarla muy despacio
hasta vomitarla y detenerla.
Hubiera querido que tus pies helados
se quedaran atracados en la cama
y yo atracarme en tu cuerpo cálido
y hacernos esclavos infinitos de las ganas.
Hubiera querido muchas cosas
alargar la distancia de mi cuerpo
abarcarme y abarcarte más...
Entrar, ser vos,
salir, dejar de serlo.
Apretarte, apretarme.
Estar siempre mojada de tus hijos,
llenarme las manos con tu pelo,
recorrer con mi lengua las raíces de tus cosas,
todo muy rápido, ¡todo al mismo tiempo...! ...
pero el tiempo se viene y hay que caminarlo para hacerlo.
Porque desde allá, desde donde el carajo está siendo razonado,
y el fusil ya se abre paso entre los dedos
porque el hambre ya se transformó en bostezo largo
y el sueño, como el pan, en un misterio.
Se oye un grito gritando para todos.
El que no quiera escuchar, se irá muriendo…
Hubiera querido tantas cosas, dije,
y no me alcanzó el tiempo.

(María Rosa Pargas)