De Trelew a la contraofensiva del conurbano: la historia de Ana Wiessen
Por Federico Tártara
La foto es muy clara, clarísima. Debe ser una de las mejores fotos de la década del ´70. No por la situación, sino por la carga, la densidad de la imagen. Puede tomarse por mil lados, y saldrá algo que diga, y mucho. Sin ir más lejos, la ubicación de los combatientes, veamos: de un lado todos los perros (PRT-ERP: Gringo Mena, el Gallego Fernandez Palmeiro, Gorriarán, Carlos Goldenberg, Alejandro Fernandez, y en el medio Roberto Mario Santucho; después las FAR Osatinsky, Quieto, Anita Weissen y finalmente el único monto: Fernando Vaca Narvaja). Para que quede perfecta habría que trocar Carlitos por Ferreyra. Ni que hablar de la escenografía caribeña con ese fondo de palmeras y vegetales, paisaje propicio para aterrizar después del largo periplo. La foto denota algo más que destacado para estos tiempos: una única mujer. Y combatiente.
Acá, en esta nota, intentaremos armar vida y acción directa de esa compañera montonera. Ana Wiessen, primero de las FAR y luego con la fusión, bien montonera. De joven nomas su vida pegó un salto tan grande, que ya nada pudo conservarse, como era antes. Un 15 de Agosto de 1972, Ana viaja en el vuelo BAC 111 de Austral -partió de Comodoro Rivadavia- y que aterriza en el aeropuerto de Trelew. Está mezclada entre los pasajeros de la misma forma que el Victor “Gallego” Fernandez Palmeiro y Alejandro Ferreyra Beltrán, dos perros bien fogueados que hicieron las mil y unas para llegar a tomar ese avión en Comodoro Rivadavia, y coparlo en la escala de Trelew. Luego, la historia bien conocida rumbo a Santiago de Chile, y a La Habana, Cuba, finalmente. Ana estuvo presente en todo el periplo, y la foto que rememoramos para estas letras aparece canchera, abrazada al medio, la única mujer. De todas maneras, era más que común la participación de las compañeras en la lucha armada: Liliana Raquel Gelín, caída en el robo a un banco, María Angelica “la petisa” Sabelli, también de las FAR curtida en el arme y desarme, y en los explosivos. Ana andaba en esa guardia de la “R”.
Cuando sucede lo de la fuga, tenía tan solo 18 años. En la foto que hablamos, la escenografía es caribeña y revolucionaria, quizás el punto más alto a nivel internacional 1972. En ese entonces los movimientos de liberación del tercer mundo daban pasos agigantados con una URSS en su mejor momento y con el ejemplo de mi hermano el CHE, ahí nomás en la historia en tiempo presente. Ana está super canchera, con una vincha blanca que le cruza todo su cabello, una falda y un cinturón. Entre medio del dirigente Marcos Ostastinsky y de Alejandro Ferreyra, abrazada. Lista para el combate contra todas las dictaduras del cono sur, armadas por el imperialismo yanki.
Después vuelve a aparecer la compañera en los primeros tiempos de Ragone, el gobernador de Salta, cercanísimo a la organización Montoneros. Ahí, según el perfil de Roberto Baschetti: “Como profesora de Educación Física, fue participante del operativo de Reconstrucción “Martín Miguel de Güemes”, organizado por la Unión de Estudiantes Secundarios (UES), en Salta, al principio de la gestión del gobernador Miguel Ragone”.
Ya, peronista y montonera
“Es decir, el proceso de unidad y de fusión de las organizaciones FAR y Montoneros, no sólo está signado por haber logrado en el accionar común una unidad de concepción política y una unidad de concepción organizativa, sino que además está signado por la preeminente importancia que tienen la crítica y la autocrítica política mutuas, a los efectos de corregir los distintos errores que cada una de las organizaciones vela en la otra. Esto ha sido realmente determinante y verdaderamente Importante. Y es también un elemento sin precedentes en el país. Es decir, el hecho de que a través de la crítica y de la autocrítica, no sólo no se produzca la división sino que, por el contrario, se obtenga la fusión que, como todos saben, se produce ahora, en el mes de octubre del año 73”, reza un fragmento del acta constitutiva de la fusión de las dos organizaciones armadas, más precisamente un 12 de Octubre.
Sigue Baschetti: “También –ya como montonera- tuvo participación en el secuestro del ejecutivo alemán de la automotriz Mercedes Benz, el 24 de octubre de 1975”. Todavía, para este tiempo, no está en pareja con “Juliot” con quien tendrán dos hijos: Francisco y Gustavo. Hoy viven en España.
“Luego del golpe militar de Videla en 1976 pasó a desempeñarse en la conducción política de la zona Oeste del Gran Buenos Aires –con el sobrenombre de Manuela y el grado de oficial segundo (capitán)”, continúa Baschetti.
Ahora, una perla. Que raro en el peronismo. Esa cosa tan cinematográfica que no se detiene nunca. Es así: Estación Santa Catalina, dentro de la reserva natural de Lomas de Zamora. Viene un tren, que hace el circuito Temperley-Haedo, y un grupo de Montoneros lo detienen. Es uno de los tantos 17 de Octubre que se vivieron en el marco de la dictadura genocida. Los montos, armados, paran el tren, donde viaja muchísima gente. No son muchos. “Juliot” se para frente a todos y lee un proclama peroncha incendiaria, reivindicativa de los días más felices. No sabemos si Ana, “Manuela”, participó. Igual, queremos que sea así. Participaste hermana.
La Primavera del ´79
En 1977 llegaron a México. Recibieron entrenamiento, volvieron a luchar al país. Las primeras venidas dentro del marco de la contraofensiva fueron un éxito total: las intervenciones de las transmisiones en medio del Mundial ´78, y la entrada y salida limpia de los militantes montoneros del país. Algunos, tomaron los cursos directamente en el territorio, como Beto Díaz, Marcia y una de las hermanas Larrubia, que ya no vivía en La Plata.
Después, todo se puso oscuro. Entre los meses de Septiembre y Octubre de 1979, ahí nomás de la partida de la CIDH cayeron compañeros y compañeras de Montoneros, muchos de ellos de demostrada trayectoria: fueron golpes duros. Maria Antonia Berger, Armando Croatto, Horacio “Lauchon” Mendizabal, fueron secuestrados, desaparecidos y asesinados.
El 19 de octubre de 1979, con 30 años, cayó Ana Dora Wiessen “Manuela”, junto a su compañero Bernardo Daniel Tolchinsky, “Juliot”. Según se reveló en el juicio -que aún se desarrolla- por la causa de la contraofensiva estuvieron, Daniel y Ana, por más de un año en Campo de Mayo. De todas maneras, el peso no está en el final. El peso está en el principio, en copar el avión, en plantarse por los compañeros y compañeras, y saber que, a partir de ahí, entregas-te la vida para siempre.