Horacio C. Rossi: la generosidad como acción poética
Por Diego Suárez | Foto: Gentileza de Fernando Vaschetto
El 15 de abril de 2010, a instancias de la Asociación Santafesina de Escritores (ASDE) y de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE) filial Santa Fe, el Concejo Municipal de la Ciudad de Santa Fe de la Vera Cruz sancionó la ordenanza Nº 11.675, que declara la primera semana de octubre de cada año "Semana de la Poesía", en conmemoración del nacimiento del poeta santafesino Horacio Carlos Rossi.
Su amigo, el poeta Oscar Agú, nos cuenta acerca de él: "Su abuelo materno llegó a la zona de Helvecia allá por el año 1900. Era alemán y se casa con una criolla entrerriana de apellido Lescano. Por otro lado, viene la gringada de los Rossi. Su padre estuvo viviendo en la zona de La Forestal, allá, por Vera, que es donde se sitúan algunas historias de su niñez contadas en el Cuaderno de las baldosas calcáreas, aún inédito".
Horacio C. Rossi nació el 4 de octubre de 1953 en la ciudad de Santa Fe. Obtuvo el Primer Premio Intercolegial Municipal de Literatura "Horacio Quiroga" en 1971. En 1974 funda, bajo el padrinazgo de Gastón Gori, el grupo literario Tupambaé, "basado en la hermandad de la amistad –afirma Mónica Laurencena–. Las familias apoyaban la actividad de Tupambaé. Fue muy importante eso. Nuestros padres, nuestros hermanos y amigos iban a las presentaciones y a los recitales poéticos maravillosos que hacíamos". El grupo, coordinado por Horacio Rossi e integrado por Celia Fontán, Raúl Ignacio Guastavino, Mónica Laurencena, Dorita Puig, entre otros, difundió sus producciones a través de la Editorial Tupambaé, de factura artesanal. Los "Cuadernillos de Tupambaé" con autoría de Rossi son: Porvenir de Asombros (1975), De Dioses Derribados (1975) y Padrinazgo Nocticular (1976).
El poeta Fernando Vaschetto recuerda: "A Horacio lo conocí en 1978. Yo tenía unos 19 años y él 26, creo, y cuando leyó un poema mío que le llamó la atención me abrió las puertas de su amistad de modo totalmente generoso, como solía hacerlo siempre. Cuando en el '83 vuelve la democracia, le propongo repetir la experiencia de Tupambaé y se forma el grupo Mainunbý, con jóvenes poetas que luego harían una tarea destacable: Néstor Fenoglio, Roberto Malatesta, Alejandra Tiraboschi, Pablo Guastavino y yo. Horacio replicó el papel que antes desempeñaba Gastón Gori. Editamos cuadernillos y organizamos lecturas grupales y presentaciones". De esta época es el cuadernillo Mainumbý (1984) y Del Aire Hallado (1988), el primer libro de Rossi, que incluye su poema "del Respeto": "Porque soy parte de la espiga y la nube/ no puedo no respetarte/ porque soy parte del silencio y la estrella,/ .../ parte de los días y de los ríos/ parte del amor y de las glicinas/ .../ de la pasión y de los árboles/ y de los tejidos y de las palabras/ y de los pensamientos y del sudor/ y de paisajes y del llanto/ y de la línea/ porque soy parte/ de la vida/ no puedo/ no respetarte".
Mainumbý, 1984 - De izq. a der.:Roberto Malatesta, Horacio Rossi, Pablo Guastavino, Fernando Vaschetto. (Gentileza de Roberto Malatesta)
A principios de la década del '90, por iniciativa del poeta Roberto Aguirre Molina, gestor de ediciones delanada, nace la colección cooperativa de poetas de Santa Fe "El soplo y el viento", cuyo Nº 14 corresponde al cuadernillo Región de las Tenues Voces (1991), en el que Rossi se permite algunos juegos conceptistas, como en estos cuartetos del soneto "Arcano Castellano": "«Todo junto, se escribe separado.../ Separado, se escribe todo junto...»/ Ante la tal materia de este asunto,/ de maravilla, quedo horrorizado!// Porque, en toda la tierra, no he encontrado/ una substancia, humana ni divina,/ en la que la harmonía desafina,/ con tan fea gestión, de tal mal grado!"
A partir de 1992 integró junto a Oscar Agú el concejo editorial de la revista El Arca del Sur creada y realizada por Alejandro Álvarez Durante: una publicación periódica gratuita, en pequeño formato, con una tirada de 3000 ejemplares (que tuvo como precursor, según la poeta Teresa Guzzonato, al pliego La Red: "En el patio de mi casa hacíamos La Red. Nos reuníamos Oscar Agú, Horacio y yo. Era una hoja suelta, fotocopiada, tamaño oficio, doblada en cuatro; una selección de textos para la cartera de la dama y el bolsillo del caballero"). Bajo el sello editorial El Arca del Sur, Rossi publicó La Pluma de Polen (1994).
En 1996, en sociedad con Oscar Agú, funda el grupo interdisciplinar de poesía, música, danza, teatro y plástica LuzAzul presentando espectáculos en la ciudad de Santa Fe y otras localidades. Siendo parte de este grupo publica su poemario ¡AH! mor... (1999). Para entonces, LuzAzul se había convertido en un volante de poesía que –hasta la actualidad– se distribuye mensualmente en forma gratuita, bajo el lema acuñado por Rossi: "La poesía es lo que hace habitable el mundo". En el año 2000, incursionó en radio participando junto a Agú en el programa Nuestra Herencia Cultural, transmitido por Radio Nacional Santa Fe y conducido por Andrés Velázquez.
De izq. a der.: Pilar Lencina, Oscar Agú, Juan Arancio, Oreste Abbiate, Horacio Rossi, Teresa Guzzonato, Gastón Gori, Beatriz Vallejos, Danilo Doyharzábal (Gentileza de Teresa Guzzonato).
Lo último que publicó Horacio Rossi antes de su muerte –acaecida el 18 de mayo de 2008 a causa de un cáncer linfático–, no es un poemario sino una novela: Lambrusco (2003), "una obra extraña, sugestiva y original –en palabras del narrador Alfredo Di Bernardo– (...) novela escrita por un poeta que no se disfraza de narrador, sino que sigue siendo poeta en cada página. A tal punto que cabría conjeturar si acaso, más que de una novela, no estamos en presencia de un extenso poema novelado (...) una obra profundamente subversiva".
En el año 2009, sus amigos publican de forma cooperativa su Poema de Cachi, un relato de viaje que se desarrolla en múltiples dimensiones: espacial, temporal, lingüística y filosófica.
"Yo soy el que pasa, escribiendo"
Compuesta en 1975 por Gastón Gori, la "Oda a Horacio C. Rossi" termina diciendo: "Oh, Horacio de negras claridades,/ de hombre de pie en el amor y en la duda,/ ¡nadie hará por ti lo que haces por Dios,/ para que el dios creador de esos, tus poemas,/ sea nada más que Horacio:/ un hombre volátil en su destino…". Esta "volatilidad" a la que alude Gori, signa la "experiencia Rossi" con particular intensidad, tal y como lo recuerda Roberto Malatesta en una evocación de su amigo y mentor, citando los versos de "Retrato" (Mainumbý, 1984): "Se me ha visto caminando al margen de las cosas/ absorto en quién sabe qué asunto ajeno y distinto/.../ Yo soy el que pasa, escribiendo". "Me pregunto –se dice Malatesta– cuál fue ese asunto ajeno y distinto, y no tengo dudas en responderme: Horacio siempre escribió el mismo poema solar de hermandad".
De izq. a der.:Teresa Guzzonato, Oscar Agú, Gastón Gori, Horacio Rossi (1992). (Gentileza de Teresa Guzzonato)
Para Alejandro Álvarez: "Fue un privilegio conocerlo y ser su amigo. Es alguien que uno recuerda siempre por la cantidad de cosas que enseñó con su forma de ser, porque realmente vivía de una forma muy emparentada con la poesía y eso lo transmitía en todo lo que hacía". Alfredo Di Bernardo confirma: "Él era una rara avis en el mundo en general y en el mundillo literario en particular, alguien que estaba totalmente alejado de las competencias y de los egos, a tal punto que una vez fui invitado por él a la presentación de un libro suyo y me encuentro con que Horacio dice dos o tres palabras, lee algunos poemas y después invita a diez personas a que lean sus propios textos. Abrió el juego, y de repente un acto solemne que suele ser la ocasión para que se hable bien del autor y de su obra, se transformó en un compartir. Para mí es algo muy simbólico de lo que era Horacio".
Por su parte, Alejandra Tiraboschi plantea: "Desde mi punto de vista Horacio tenía una manera de escribir singular, diferente a la de cualquiera. Primero, por ese rescate, que a veces se vuelve invención, de un castellano más prístino o arcaico, como parte de la búsqueda de una música propia. Segundo, por esa capacidad de mirar la naturaleza, no desde un punto de vista contemplativo sino más vivencial, con una cuestión social latente, más bien sugerida. Creo que él tenía en claro que la literatura debía ser para todo el mundo sin por eso volverse barata o panfletaria. Por último, era un poeta que sumaba, impulsor de proyectos, fomentador de espacios hacia la gente. Nosotros mismos, los Mainumbý y todos los que vinieron después, somos amigos por él, gracias a él".
Rincón, casa de Beatriz Vallejos. De izq, a der.: Oscar Agú, Alicia Acosta, Domingo Rigatusso (esposo de Vallejos), Horacio Rossi, JC, Rosa Gronda. (Gentileza de Roberto Aguirre Molina).
Finalmente, Fernando Vaschetto señala: "Él siempre fue de la idea del cruce interdisciplinario de las artes, de modo tal que frecuentaba coros, talleres de artes plásticas, bibliotecas, centros culturales independientes, escuelas, recitales, talleres literarios, participando y colaborando en múltiples actividades. Su mayor legado creo que fue un modo de entender y concretar el quehacer cultural y literario, totalmente plural y abarcativo, además de aportar una obra que aún no ha sido valorada en su total dimensión".