El juego como herramienta para alcanzar la libertad
Por Maricruz Gareca | Fotos: Constanza Pagadizabal y Ediciones CICCUS
Hilda Cañeque es psicopedagoga y especialista en creatividad y juego, pero su recorrido profesional va más allá de sus títulos, ya que tiene un largo camino realizado como promotora del juego no solo en el país, sino también por Latinoamérica, territorio que recorrió durante 20 años junto a su equipo. De esta experiencia, la autora rescata: “Los otros países presentan mejor sostén del juego porque están más ligados a las tradiciones del baile, el canto y los juegos típicos del lugar. Frente al juego libre usan estos recursos con maestría”.
Para la autora, el juego constituye un eje fundamental en la formación de las personas, en tanto permite ejercer su libertad. Al respecto sostiene: “El eje que atraviesa todo el libro es la relación entre el juego y la libertad. Cualquier campo de juego se estructura en base a la interrelación entre la realidad y la fantasía, lo que determina la aparición del pensamiento imaginario. Este tipo de pensamiento ablanda, flexibiliza o atenúa las defensas psicológicas que cualquier persona tiene. Entonces aparece lo más claro y lo más oscuro de cada uno con respecto al uso de la libertad. Por ejemplo, un niño jugando con otros niños con telas y una sola regla como puede ser ‘no tocar a los demás’, se anima a pedir más, ordenar, crear, limitar, usar sus conocimientos sin miedo”.
La aparición del concepto del miedo no es casual, incluso en el prólogo de esta edición Cañeque expresa su deseo de que “esta obra ayude a jugar y hacer jugar, sin miedo”. En diálogo con APU, la autora amplía esta idea al sostener que “como el juego se articula en base al pensamiento imaginario, necesita un encuadre. Esto evita que caiga demasiado en la realidad o en la fantasía, produciendo problemas. Los sostenes básicos de cualquier juego son: fijar las reglas, delimitar el espacio y acordar el tiempo de juego. Por ejemplo, el juego sexual entre los niños se desarrolla normalmente cuando ellos mismos fijan estas tres condiciones. Se vuelve peligroso en tanto no se respeten las reglas, el lugar o el tiempo. Con los juegos agresivos pasa lo mismo: pueden pelearse entre dos niños con intensidad mientras respeten esas premisas. Muchos adultos tienen miedo al juego por eso lo cortan, lo prohíben o no lo consideran. Tal vez desconocen el encuadre mínimo que asegura que cualquier juego puede llegar a buen destino”.
Estas últimas palabras de la psicopedagoga son claves en tanto permiten pensar el vínculo de los adultos con el juego, algo que para muchos está solamente vinculado a la infancia, haciendo especial hincapié en el enorme valor terapéutico que este posee. En relación a esto, Cañeque agrega: “Una de las causas de ansiedad, miedo o depresión que aparecieron en muchos adultos en la pandemia, tuvo que ver directamente con que limitaron o anularon el juego sexual. Este tipo de juego ayuda a resolver conflictos, produce una catarsis elaborativa inmediata, mejora las relaciones, recupera la alegría… También resultan muy efectivos en la edad adulta, los deportes, los juegos de cartas, los juegos de mesa de todo tipo. El consumismo y la tecnología anularon la posibilidad de juego en el adulto. Esto ha traído notables deterioros en el rendimiento intelectual, afectivo y social de los mismos”.
A lo largo de Juego y vida, la autora desarrolla en varios de sus capítulos distintas vertientes del juego, pero también propone una clasificación tomando como base las reglas que cada uno tiene: “La clasificación más importante del juego la dan las reglas que cada juego tiene. Por ejemplo, el juego sexual puede estar vehiculizado por 2 reglas, la escondida por 4 reglas, la palmadita por 5 reglas, hasta llegar al tenis profesional, con 145 reglas aproximadamente. A partir de este concepto básico, se pueden armar las más diversas clasificaciones de juegos”. Asimismo, reconoce la necesidad de implementar “con mucha más energía, los deportes y el juego libre: es decir, con 1, 2 o 3 reglas. Serían excelentes antídotos contra la drogadicción, la depresión, la violencia, la falta de motivación y atención que hoy aquejan a niños, adolescentes y adultos.
Otro de los capítulos del libro, que guarda estrecha relación con su valor terapéutico, es el dedicado al juego en el marco de la terapia infantil. Ante la consulta sobre este punto en particular, la especialista en juego y creatividad nos cuenta: “Arminda Aberastury fue la que introdujo el juego en la terapia infantil en nuestro país. Abrió un camino que diversos profesionales adoptamos con entusiasmo y altos rendimientos. Muchas han sido las escuelas psicológicas que han abordado el juego tomando lineamientos diferentes. Nuestra propuesta en el libro es reducir los síntomas a partir de juegos que indiquen al niño un camino de aprendizaje. Mostramos una experiencia terapéutica de un niño con diversos síntomas que desaparecieron mediante los cambios que el terapeuta hizo utilizando casi exclusivamente el juego de la oca. El profesional se acercó a los obstáculos que el niño presentaba por el camino simbólico del juego, obteniendo excelentes resultados. Solo buscó que el paciente aprendiera nuevos hábitos de conducta a partir del juego”.
Ya en un marco más amplio, Hilda Cañeque también nos habla sobre la situación del juego en Argentina: “Esto depende mucho del ámbito en que se desarrolla el juego. En el país hay escuelas que planifican su tarea en base al juego como por ejemplo las que responden a las teorías de Reggio Emilia, Montessori, Waldorf y otras. De allí podemos pasar a escuelas donde no dejan que los niños corran, salten o jueguen en los recreos. No hay un reconocimiento oficial del valor del juego. En cuanto a los hogares, se observa un abuso importante de la tecnología, lo que impide encontrar adecuados tiempos y espacios de juego. Los padres están muy preocupados por la situación de la pandemia y por las dificultades que tienen en los trabajos: manifiestan que no les queda energía para jugar con sus hijos”. Y agrega: “Es importantísima la tarea que están haciendo trabajadores de la salud mental en los barrios vulnerables por medio de ludotecas: con escasos recursos producen transformaciones importantísimas a partir del juego en niños y adolescentes”.
Una pequeña yapa
En el prólogo a la nueva edición del libro, publicada por Ediciones CICCUS, Hilda Cañeque cuenta que el juego la acompañó desde que era muy chica, ya sea acompañando a su padre en los entrenamientos y torneos de pelota paleta como a su madre mientras tocaba el piano, dando cuenta así de cómo sus padres sembraron en ella el interés por el juego y el proceso creativo. Frente a estas palabras, surgió la curiosidad de conocer un poco más sobre los juegos de su infancia: "Un juego favorito en la infancia fue el de la maestra: a los 4 o 5 años. Por meses recuerdo haber dibujado con tiza círculos en el patio de mi casa con el nombre de cada alumno adentro. Pasaba horas enseñando algún contenido y poniendo límites a los que no aprendían o desobedecían. Otro fue el juego teatral con la participación de los chicos del barrio, armando personajes como la bruja, la hechicera, el malvado, el comisario. Ahora juego mucho a las cartas, al Burako y el Scrabble".
El libro Juego y vida, de Hilda Cañeque se puede conseguir a través de la página de la Ediciones CICCUS: https://ciccus.org.ar/