Recuerdo de María Onetto: "La puesta teatral de 'Potestad' es poética y resonadora"

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ENTREVISTA

Recuerdo de María Onetto: "La puesta teatral de 'Potestad' es poética y resonadora"

05 Marzo 2023

La querida y gran actriz María Onetto falleció recientemente a los 56 años. APU comparte la entrevista realizada en 2020 por Silvina Gianibelli.

María Onetto ganó el premio Ace a mejor actriz en obra para un solo personaje por su interpretación de la obra Potestad , escrita por Eduardo “Tato” Pavlovsky y dirigida por Norman Briski. Un verdadero cambio de paradigma en la dramaturgia argentina, que permite visibilizar la lógica de un represor y apropiador en los tiempos nefastos. El 12 de diciembre se reestrena en el Centro Cultural Caras y Caretas. AGENCIA PACO URONDO conversó con la actriz que revela sus procesos de creación dramática junto a un equipo multidisciplinario.

AGENCIA PACO URONDO: Decías que Potestad es la historia de una pareja, empecemos por tu hipótesis.

María Onetto: Digo que Potestad es también la historia de una pareja porque considero que son varias y tantas las líneas que tiene el trabajo (eso es, también, lo que lo vuelve un clásico) que se condensan en su narración, en su puesta; son muchas a la vez, eso también es lo que lo hace poético y resonador. Me refiero a una de ellas para nombrar el conflicto dramático de esa pareja que no puede tener hijos. Que está vencida en términos de que el marido no se siente mirado por su mujer, no tiene registro de lo que le pasa a ella, cada uno está por su lado. Él está muy concentrado viendo cómo consigue la atención de ella, y cuando aparece la posibilidad de buscar un estímulo, surge esta nena que se roba, ahí emerge un elemento que les permite motivar a la pareja, una forma de llenar ese vacío que les provoca la falta de un hijo.

AGENCIA PACO URONDO: Una verdadera revolución de Pavlovsky poniendo en escena a un apropiador, hacer visible a los monstruos que nos mataron decía Briski. ¿Cómo atravesaste el camino?

M.O.: La obra muestra en su primera parte y en esta forma de escritura de Tato, tan rizomática, tan arbórea, tan ensoñada, tan honesta, además. Digo honesta porque ese hombre expone su vulnerabilidad y por eso consigue empatía. Por eso ese monstruo consigue la empatía en esa primera parte, donde aparece muy descripta esa dinámica familiar: dónde está esa mujer, qué le pasa con Adriana, por qué esa mujer no lo mira. Se plantea un vínculo deserotizado, mientras que en la segunda parte se empieza a plantear el por qué ellos no tuvieron hijos. Es verdad que el contenido principal que hace a la pirueta dramatúrgica de Tato, a veces no permite ver los contenidos paralelos que, como te decía antes, hacen a la potencia de Potestad. La potencia la defino como la posibilidad de impactar emocionalmente, la misma que permite no ser solamente abordada en términos de comprensión, de entendimiento. Hay una atmósfera-Potestad, hay una sensorialidad-Potestad, hay un mundo que se mete por lugares que no son los conscientes. Es lo que me pasa cuando la leo en mi casa, una situación trivial de leer dos o tres líneas de ese texto. Inmediatamente me cambiaba el estado de ánimo, me metía de lleno en su capacidad simbólica y de síntesis, y es por su potencia también artística.

APU: ¿Qué revelaciones te trajo el Teatro Noh?

M.O.: Lo que a mí me aportó el Teatro Noh fue mucho, en términos de que mis características como actriz, o las razones por las que a veces en algunos espectáculos se me ha apreciado, ha tenido que ver con una naturaleza de una verdad, por un campo emocional que yo lo tengo muy a mano, además de otros asuntos que hacen, también, que me convoquen. Y es mi compromiso con la actuación o mis deseos íntimos de buscar ser una buena actriz o lo que yo entiendo por una ser una buena actriz. Me parece que las ideas de Norman, que estuvo desde el momento cero en lo que fue la primera puesta de Potestad, han quedado a veces hacia un costado porque pasaba muy a primer plano que era un texto, una actuación de Tato, y lo que era Pavlovsky como actor y como potencia creadora.

En principio su deseo, el deseo de Norman, de volver a hacer la obra, su deseo de hacerlo sobre un cuerpo que no fuera masculino, pero que tampoco es femenino, y ahí creo que parte de elegir el Teatro Noh, que es correrlo totalmente de un lugar de género. El personaje es una zona, es una materia que se enuncia a sí mismo como médico o como padre, pero vos ves esto que decís, es un cuerpo no género.

APU: ¿Cómo es Briski en la dirección?

M.O.: Es alguien muy atento a inventar, a no repetirse. Siempre su propuesta es tender hacia algo que sacuda, aún arriesgando mucho. Hasta luego del estreno no sabíamos cómo iba a ser recibido ese espectáculo que, si vos me decís, yo creo que no es una nueva puesta de Potestad. Es algo que llamaría una reverberación, es imposible hacer una nueva puesta como la que era con Pavlovsky. Esto es una especie de ampliación, pero me gusta llamarlo reverberación, es un eco de las entrañas de Potestad y tomar esa universalidad que tiene la obra en toda su dimensión.

Creo que Norman tampoco sabía qué iba a pasar en este trabajo creativo, aunque su planteo de como quería que fuera la puesta lo hizo de entrada. No es que apareció con la idea en los ensayos, él hablaba de una puesta geométrica, de una puesta retenida en su campo emocional, de una puesta visual. Estaba muy interesado en hacer Potestad en un teatro grande, también de entrada tenía esta idea de la bajada de la línea de las luces a escena.

APU: ¿Cuál fue tu resonancia al saberte dirigida por él y sus visiones?

M.O.: Me descentró totalmente, me sacó de mis zonas conocidas. Yo tuve una entrenadora que fue Daniela Rizzo, alguien que sabe de Teatro Noh, que armó con sus entrenamientos un cuerpo que necesita el Teatro Noh, ese cuerpo que camina con un tipo de deslizamiento, que no usa las manos, que está en una media sentadilla, que tiene determinado ritmo.

"Busco comprender mucho, para poder actuar mucho. Sé que si se comprende poco, se actúa poco. Tiene que ver con mi formación con el Sportivo Teatral, donde recibí una ética de trabajo con Bartís".

APU: Una verdadera explosión de disciplinas, con el vestuario de Schussheim.

M.O.: Es un vestuario con el que tengo que estar muy atenta, por su peso porque es un vestuario largo, que si no lo manejo bien podría tener problemas en escena. Me voy despojando de eso, con un maquillaje y el trabajo en relación al sonido. Es muy estimulante, todo está sostenido por la cabeza que uno tiene al frente, que es la de Norman. Ese texto de Pavlosky. Ese amor de Norman a Pavlovsky (se nota que han sido amigos entrañables) y ese amor del grupo al texto y a Norman.

APU: ¿Cómo viviste la génesis de tu transformación?

M.O.: Al principio viví frustraciones, el no saber si lo iba a hacer bien, sentir que tal vez no era la persona indicada, por mucho tiempo durante el entrenamiento pensaba que tal vez no llegaba a lo que Norman quería. Es imposible sostener todo esto sin el compromiso del que hablábamos antes, este respeto enorme y vivirlo como una oportunidad. Jamás imaginé que iba a hacer Potestad, jamás imaginé que podía ser parte de ese "obrón" y que iba a estar producido por la sala Caras y Caretas, que yo iba a estar rodeada de esas miradas open mind total, eso no es habitual que te toque como actriz.

APU: Asumiste una gran responsabilidad, era la primera puesta luego de la partida de Tato.

M.O.: Sí, como vos decís, hacer un texto escrito y dirigido por personas que vivieron los setenta en las entrañas, que sufrieron persecuciones, fueron exiliados, padecieron prohibiciones y amenazas de muerte, que tuvieron en riesgo permanente y mantuvieron lealtades y compromisos con su ideología de una manera inclaudicable, de una ética muy impactante. Para mí es esto que vos decís, una gran responsabilidad.

APU: ¿Cómo vivís hoy la política?

M.O.: Yo soy una persona que recién empezó a pensar en política y en términos partidarios a partir de Néstor y Cristina, a poder repensar qué me pasaba con el peronismo, siendo que venía de un padre peronista. A un militante no le llego ni a los talones. Soy alguien que está involucrada, pero no tengo el nivel de militancia que muchos compañeros míos, actores o actrices, con los que sí comparto tiempo y discusiones, o reuniones hablando de política. En mi caso, también se sumó el feminismo que me tiene muy tomada y muy deseosa de participar. Entonces sí era algo fuerte, pero siento que hay algo que me compensa: aunque nunca a la altura de Tato ni de Norman, es, tal vez, mi compromiso con el teatro.

APU: El teatro como micropolítica, como decía Tato, una concepción ética de la actuación.

M.O.: Busco comprender mucho, para poder actuar mucho. Sé que si se comprende poco, se actúa poco. A mí me enseñaron eso, tiene que ver con mi formación con el Sportivo Teatral, donde yo recibí una ética de trabajo con Bartís, y también por un deseo de otorgar calidad, emociones al público que viene a ver esta o cualquier obra. Valoro mucho la búsqueda, aun en un espectáculo fallido. También estoy más distanciada de un espectáculo que sólo busca complacencia y eficacia, aunque no pase nada en escena, es un honor hacer esta obra porque pone a mi campo imaginario muy activo, porque es una obra llena de asuntos a construir para que sucedan en escena. Te tenés que cruzar con asuntos que charlamos mucho con Norman, investigué cosas paralelas a Potestad para poder tener una mayor comprensión. Es, a la vez, una obra de teatro con sus propias leyes, esto que vos decías: un cuerpo poético, presente, deseoso, comprometido, obediente a la marca y buscando también su propia impronta de escena. Es muy lindo lo que se vive en Potestad, esa ceremonia con la gente que se ha armado siempre.