Alegatos en causa clave de lesa humanidad: ¿Qué fue la "contraofensiva montonera"?
Por Paula Viafora
La madrugada del l 24 de marzo de 1976, cuando los hechos eran inminentes, un grupo de militantes charlaban esperando noticias:
“-¿Te parece que va muy en serio?
-Mira, joda o va hacer.
-No, ya se. Pero hay compañeros que piensan que va a servir para aclarar las cosas, para definir mejor los bandos, que va a ser más fácil pelear contra los milicos que contra un gobierno que aún se dice peronista…
-No estoy seguro, lo que sí me parece es que esto nos va a cambiar la vida.
No sabían cuanto” ( “La Voluntad” (Tomo 4) Eduardo Anguita- Martin Caparrós).
Montoneros surgió a fines de la década de 1960, al calor de la radicalización política que se visibilizó a partir del Cordobazo y que había sido presagiada por el triunfo de la revolución en Cuba una década antes. La organización cobró gran protagonismo en los primeros años del decenio de 1970 por su oposición político-militar a la “Revolución Argentina”, primero, y por su intervención en las campañas electorales de Héctor José Cámpora y Juan Domingo Perón, después. Sin embargo, el proceso que catapultó nuevamente a Perón a la presidencia en septiembre de 1973 evidenció las diferentes concepciones que Montoneros y el líder del peronismo tenían acerca del rumbo que debía tomar la política argentina. Durante el transcurso de su presidencia, pero sobre todo luego de su muerte en julio de 1974, las discrepancias del interior del movimiento peronista se expresaron en enfrentamientos políticos y armados entre Montoneros, que ya había desplegado sus agrupaciones públicas dentro del peronismo , y los sectores de la derecha peronista nucleados en torno al grupo paraestatal de la Alianza Anticomunista Argentina, la Triple A.
Para el momento del golpe de Estado de marzo de 1976, Montoneros ya había sido duramente reprimido y había quedado inmerso en un proceso de pérdida de influencia que no se revertiría hasta su total desarticulación como fuerza política. Hacia fines de ese año, esta situación provocaría que los dirigentes de la organización optaran por la preservación de sus militantes habilitando la salida orgánica del país comenzaba una nueva etapa en la historia de Montoneros.
¿En qué consistió la Contraofensiva? Se trató de una maniobra político-militar declarada por los dirigentes del movimiento hacia fines de 1978, convencidos que la dictadura se encontraba en crisis. Además de representar para los militantes la oportunidad de volver a la Argentina luego de su destierro, el retorno organizado también permitió centralizar las redes políticas de los exiliados que, dispersos por distintos puntos del globo, aún se referenciaban en la organización. Se abrió entonces una convocatoria para alistar a aquellos que querían sumarse. Esto provocó a su vez una reorganización de las lealtades al interior de Montoneros. Militantes que nunca habían pertenecido a la estructura militar y clandestina de la organización decidieron acudir al llamado para el retorno organizado y se mezclaron con quienes ya tenían un largo historial como miembros.
Como contrapartida, el exilio provocó el alejamiento de muchos otros militantes que, habiendo llegado al exterior, desistieron de regresar al país durante la Contraofensiva y, en la mayoría de los casos, abandonaron Montoneros. A lo largo de 1979 y de 1980, luego de los entrenamientos realizados en México, España, El Líbano y Siria, Montoneros dispuso el regreso clandestino al país de más de ciento treinta militantes que habían escapado de la represión de la dictadura en los años previos y que habían decidido, por diversos motivos pero de manera consciente e individual, regresar a la Argentina dictatorial. Tenían la misión de realizar atentados militares contra los funcionarios económicos del gobierno militar e interferir los programas de mayor rating televisivo con una cinta grabada anunciando la presencia de Montoneros en el país. Durante su realización, la estrategia fue repudiada por el resto de los actores políticos de ese entonces, como las centrales sindicales y los partidos políticos, que condenaron la persistencia de Montoneros en su accionar militar.
Ahora bien, ¿fue una jugada acertada? ¿Lograron su cometido o fueron rápidamente derrotados? ¿fue la decisión de la contraofensiva la causa de la ruptura en la cúpula montonera que lo lleva a Rodolfo Galimberti a renunciar “denunciando el sectarismo y la burocratización, el errado resurgimiento militarista y foquista de la Organización en todos sus niveles”?. Vasta bibliografía consultada al respecto, reproduce discrepancia de análisis y opiniones, incluso algunos protagonistas, a la distancia, la reconocen como una equivocación, o por lo menos, los lleva a la autocrítica.
Gonzalo Cháves y Jorge Falcone formaron parte de la Contraofensiva. Ambos eran militantes orgánicos de Montoneros. Cháves fue uno de los sindicalistas con mayor jerarquía al interior de la agrupación. Falcone, por su parte, integró el área de prensa de la organización y, al momento de enrolarse en la Contraofensiva. En sus memorias, ambos rescatan el valor de la acción y del compromiso de los Montoneros que regresaron al país. Mientras que Cháves destaca la condición de “luchadores” de los militantes, Falcone enfatiza las tramas compartidas con los dirigentes de la organización. En sus recuperaciones también se visibiliza la “hermenéutica de la derrota” que, no obstante, no logra desacreditar el modelo heroico del militante.
El escrito testimonial que toma a la Contraofensiva como centro de su interés es el libro de Eduardo Astiz, participante del retorno y primo segundo del represor Alfredo. Su relato transita entre el ensayo testimonial y la novela autobiográfica.Con respecto a su participación en la Contraofensiva, Astiz plantea: “Yo soy uno de los que aprobaron esto sin discutir. Ahora ya no se puede deliberar sino ejecutar y ejecutar bien. Todo está bien porque todos estuvimos de acuerdo, no fue que todos estuvimos de acuerdo porque todo estaba bien”.
En 2005, Pilar Calveiro, politóloga y ex militante de Montoneros, publicaba en la Argentina Política y/o violencia. Escrito en México – lugar de su exilio – algunos años antes. La Contraofensiva ocupa un lugar preponderante en el ensayo. Allí, destaca, “la distancia que media entre estas lógicas distorsionadas y la vil mentira llegó a ser verdaderamente sutil”. Los militantes no fueron actores sino víctimas: La contraofensiva que ordenó la conducción montonera en 1979, y que solo podía llevar al exterminio de sus participantes, merecía haber sido producto de la mente maquiavélica de un agente infiltrado. Lo impresionante es que, aun sin necesidad de ello, la pobreza política, la militarización, el organizativismo, la centralización despótica de una conducción torpe y obstinada permite explicar sobradamente el fenómeno”.
La decisión de los militantes estuvo condicionada por el contexto en el cual se produjo y si bien fue individual, se enmarcó en dinámicas grupales, compartidas y heredadas, que involucraron la relación con sus trayectorias previas, con el extranjero, con la Argentina, con los compañeros de militancia y con el imaginario político de la organización, entre las más salientes. En este sentido, todos los participantes del retorno tuvieron margen para negarse. Esta perspectiva implicó considerar a los militantes como sujetos y dar cuenta de las distintas razones que motivaron sus elecciones.
Abordada por diversas interpretaciones la Contraofensiva ha quedado reducida en los balances generacionales y las lecturas teleológicas o esencialistas sobre la trayectoria de la organización. Esto ha conspirado contra la comprensión del hecho y de su sentido histórico.
Por eso es de suma importancia el juicio denominado “Contraofensiva Montonera” que se está desarrollando en el TOF (Tribunal Oral federal Nº4) de San Martín, esta semana en continuación del alegato del abogado Pablo Llonto, representante de la querella unificada. Tanto este alegato, como el previo extenso y detallado, a cargo de la Fiscal de la causa, la doctora Gabriela Sosti, rescatan el valor de la Contraofensiva, como hecho con peso que contribuyó al debilitamiento de la dictadura, enmarcando en su contexto contemporáneo de Latinoamérica. Entrevistada, Sosti expresaba; “ Acá hubo resistencia. La dictadura argentina fue la más corta de toda América Latina y eso se debió no a Malvinas, sino a la tremenda resistencia obrera que hubo y que a los dictadores les termina corriendo el colchón (....) Todo eso fue de la mano con el otro eje: poder revelar quiénes fueron realmente los responsables del exterminio, quién lo pensó, quién lo diseñó. Fue la Inteligencia del Ejército”, concluyó.La “perfecta máquina de matar”, como la describió Sosti, se montó desde la Jefatura 2 y el Batallón 601 del Ejército, “el cerebro y el riñón” de esa máquina, y luego los distintos destacamentos esparcidos a lo largo y ancho del país.
“Bajo el mando de esa inteligencia estuvieron todas las otras fuerzas represivas, incluso la Armada. Ese monstruo era el que marcaba el quién, dónde, cómo y su final”, remarcó la fiscal.
Dentro del estudio de esa estructura, que fue minuciosa, mucha importancia tuvo la lectura de los reglamentos de la Inteligencia. Dijo Sosti: “Son increíbles, primero porque ahí está absolutamente todo escrito, y segundo porque es la legalización absoluta del mal absoluto. Está todo explicado”. También destacó que a partir del estudio de los registros documentales de la fuerza se desprende “la integralidad” de esa Inteligencia: “Sabían todo casi de manera automática en todo el país. La información a travès de esa estructura iba y venía todo el tiempo y eso es una virtud organizativa muy grande".
Confiados en que se hará lugar a los pedidos de prisión perpetua para los seis acusados (Jorge Apa, Roberto Dambrosi, Juan Firpo, Jorge Bano, Eduardo Ascheri, Marcelo Sixto Courtaux), muchos ex militantes y familiares esperan cerrar una etapa larga y dolorosa de sus vidas. Así podrán empezar a sanar viejas heridas. Los familiares para transitar más tranquilamente su duelo y los participantes para finalmente concluir con la misión de la Contraofensiva. Lo que entonces no ganaron con sangre, quizás hoy lo ganaron con tiempo. Aunque la justicia sea otra cosa.