Apuntes para pensar el rol estratégico del Astillero Río Santiago
Por Alberto Derman*
En ocasiones (casi siempre) los dirigentes políticos, al tomar sus decisiones, se hallan ante este dilema: ¿subordinar la parte al todo o el todo a la parte? La buena lógica indica que lo correcto es subordinar la parte al todo. Sin embargo, en la sufrida historia de nuestro país no ha sido la buena lógica la que imperó. Importantísimas decisiones de carácter institucional y estructural en materia económica, social, cultural y política se han ebasado en la subordinación del todo a la parte. Esto se ha llevado al extremo cultural de exacerbar el individualismo al punto de que muchísimas personas superponen sus intereses y necesidades individuales al interés del conjunto de la comunidad que los cobija. Semejante desfasaje conceptual no podría haberse instalado sin el concurso inestimable de los medios culturales (léase medios de comunicación). Así, en medio de una feroz pandemia que lejos está de darnos tregua, una importante cantidad de individuos ha decidido, por ejemplo, no respetar las medidas de cuidado ni las restricciones que fijan las autoridades sanitarias. Colocan simplemente sus intereses y necesidades personales por encima de las del conjunto. Muchos han decidido incluso, no vacunarse, dificultando así la superación de la crisis sanitaria. Y esto les parece absolutamente natural, lo que no deja de ser grave.
Cabría preguntarnos ahora cómo se aplica el principio de subordinación de la parte al todo en el tema de la Industria Naval y el Transporte por Agua. ¿Qué es el todo y qué la parte en este delicado asunto? Si partimos de los intereses de la comunidad, la Soberanía Política, la Independencia Económica y la necesaria promoción de la igualdad de oportunidades para todos, debería ser el TODO. En la década del 90, con la nefasta política global impulsada por el consenso de Washington y llevada a cabo acá por el menemato, se subordinó el TODO a la parte, siendo ésta los intereses económico-financieros de las corporaciones internacionales y nacionales vinculadas a ellas. A esto se le llamó “globalización” a fin de hacernos creer que respetábamos los intereses de todo el planeta, cuando en realidad estábamos siendo cómplices de un puñado de monopolios inescrupulosos que llevaron a la población mundial a la actual crisis sanitaria, medioambiental, política, social, económica y cultural. Así, en dicha nefasta década, se privatizaron casi todas las empresas del Estado, junto a los principales puertos tanto fluviales como marítimos, facilitando la exacción y saqueo por parte de las corporaciones.
En cuanto al Astillero Río Santiago (ARS), al no poder llevar a cabo su privatización, fundamentalmente debido a la tenaz oposición y lucha de sus trabajadores, se lo provincializó previa disolución de la empresa que lo contenía, transformándolo en un Ente bajo la administración provincial. Ése fue el verdadero cambio de figura jurídica de nuestro ARS. Se lo colocó, además, dentro de la Zona Franca (ZF), impidiéndosele así producir para el mercado interno ya que ante la también disolución de la Empresa Líneas Marítimas Argentinas (ELMA): ¿para qué una fábrica de barcos? Todo esto se hizo en beneficio de las multinacionales del transporte marítimo y fluvial que desde entonces perpetran el saqueo de nuestros recursos naturales y económicos con total naturalidad.
Actualmente, se desarrolla un debate acerca del cambio de figura jurídica del ARS, existiendo un sector de los trabajadores, junto a otras organizaciones políticas, que ha llamado a una movilización para oponerse al cambio de figura jurídica, so pretexto de que ello sería una estrategia privatizadora. Hay que señalar al respecto que anteriores gobiernos con mucho más claro signo privatizador que el actual, no han podido llevar a cabo dicho designio. En lo que parece no haber controversia es en la necesidad de excluir al ARS del perverso régimen de ZF. En tal sentido, cabe señalar que el convenio celebrado en la década del 90 entre el Estado Nacional y el Provincial que determinó su actual situación dentro de ZF y como un Ente de la provincia, establece en su artículo 5 que quien se hiciere cargo de la producción (recordar que dicho traspaso se realizó con el exclusivo propósito de privatizarlo) podía optar por dejarlo en ZF o excluirlo de la misma. Dicho convenio permanece vigente en todos sus términos, por lo que la llave de salida de ZF está desde entonces en manos del ejecutivo Provincial, quien en definitiva y ante la imposibilidad de su privatización, se hizo cargo de la producción del ARS. Si bien ningún ejecutivo provincial se atrevió hasta ahora a tomar dicha decisión, parecería que el actual gobernador, a juzgar por las declaraciones del interventor designado, estaría dispuesto a apoyar dicha salida.
Salida del Astillero de la zona franca
Lo primero que hay que señalar es que resulta inaudito que el Astillero más grande del país y el único con real expertise para construir buques de gran porte (y se sabe que el que puede lo más puede lo menos), que fue fundado por el presidente Perón para abastecer de artefactos navales tanto a la Marina de Guerra como a la Marina Mercante, no pueda hoy producir para el mercado interno. Volver a producir para el mercado interno sería un logro tan importante como aquel que se produjo en la primera década del siglo con la recuperación de 18 de las 42 hectáreas que nos arrebatara la ZF. Podríamos poner en pleno funcionamiento las áreas de nuestro Astillero que hoy se encuentran casi dormidas, como la Mecánica, y participar así en la necesaria e inminente reactivación y recuperación de la industria nacional, que se halla con casi el 60% de su capacidad instalada ociosa. Esto podría generar, en principio, amén de los puestos de trabajo directos, aquellos indirectos referidos a la reactivación de las PYMES de la región que forman parte de lo que se llama “industria auxiliar” de la Industria Naval. Decenas de pequeños y medianos talleres que desaparecieron o cerraron sus puertas, tendrían que volver a la actividad cuando la sección Mecánica del ARS se ponga en funcionamiento a pleno. Por tanto, si hay unanimidad como parece haberla, debemos unir fuerzas y empujar todos juntos para lograr ese objetivo primordial: LA EXCLUSION DEL ARS DEL REGIMEN ADUANERO DE ZONA FRANCA. Esto sin perjuicio que de que algún sector, especialmente donde se reciben las chapas y los insumos importados, pueda quedar en ZF a fin de evitarnos los costos de importación. Mantendríamos así, las ventajas comparativas que nos permitieron producir abaratando costos. Es insustancial el argumento de que “se volvería a poner el alambrado de la ZF en dichos sectores”.
En el pasado cuando éramos AFNE SA existía ese sector dentro de fábrica: le llamábamos “La Aduana”. Allí se descargaban todos los insumos importados libres de impuestos, entre otros, los cigüeñales de los motores, que por aquél entonces fabricábamos. Y no existía ninguna Zona Franca. La Ley de ZF data del año 1907 y jamás fue necesaria en nuestro país. Muy especialmente NO FUE NECESARIA en el periodo de mayor desarrollo y expansión de nuestra industria, que fue entre los años 1946 y 1955. Esta perversa Ley, que hasta ahora sólo ha servido para crear enclaves de libre tránsito por donde las multinacionales contrabandean mercancías y evaden al fisco, fue puesta en vigencia por el Menemato junto a la reforma del Estado y las consecuentes privatizaciones en la década del 90, la de mayor destrucción de nuestra industria.
¿Privatización?
De los creadores de “se volvería a poner el alambrado de ZF” también se conoce la versión “la Sociedad de Estado y/o la SA son estrategias privatizadoras”. Recuerdo que durante los gobiernos de Néstor y Cristina circuló fuertemente dentro del ARS la especie de que Julio Devido quería entregar el ARS a una empresa del grupo Techint (Paolo Rocca). La especie, que lamentablemente tuvo mucha repercusión entre los trabajadores, era enloquecedora: aquellos que habían recuperado de manos privadas el Correo, YPF y la línea de bandera (Aerolíneas), resulta que ahora ¡Iban a regalar el ARS, y nada menos que a uno de los enemigos más acérrimos de cualquier proyecto popular! Ya sabemos cómo terminó la cosa: tuvo la misma suerte que todas las fake news con el agregado que Devido acabó preso apenas los CEOS de las corporaciones pudieron asaltar el poder merced, hay que decirlo, al voto de muchos laburantes a quienes los propaladores de especies les habían quemado la cabeza. Así como el ARS no fue privatizado entonces, tampoco lo será ahora y es de esperar que los compañeros del ARS, hayan aprendido de los errores del pasado para no volver a cometerlos. A los mismos que ahora vuelven a la carga con el sonsonete de la “privatización” hay que decirles que les va a resultar muy difícil demostrar que el mismo gobierno que estatizó IMPSA, una de las industrias pesadas más grande de Latinoamérica, ahora vaya a privatizar la otra industria pesada del país: el ARS.
Por otra parte, si bien reafirmo que lo primero es lo primero, por lo que sostengo que lo principal es unir fuerzas para lograr la salida de ZF y que debemos posponer el debate acerca del cambio de figura jurídica para el momento que esto se haya concretado, no puedo dejar de hacer mención al hecho que la denostada Sociedad del Estado (es una estrategia privatizadora, dicen) en su articulado rechaza expresamente la posibilidad de que la integren capitales privados. Como hoy cualquier interesado puede consultar (guglear) dicho articulado, no voy atosigar al lector más que con el primer artículo de la mencionada ley 20705 en el marco de la cual nuestro gremio propone el cambio de la figura jurídica del ARS. Dice en su art. 1: “Son sociedades del Estado aquellas que, con exclusión de toda participación de capitales privados, constituyan el Estado Nacional, los Estados provinciales, los municipios, los organismos estatales legalmente autorizados al efecto o las sociedades que se constituyan en orden a lo establecido por la presente ley, para desarrollar actividades de carácter industrial y comercial o explotar servicios públicos” (el subrayado es mío). Me parece claro entonces que una Sociedad del Estado creada bajo este marco, jamás podría ser una estrategia de privatización.
Para finalizar, transcribiré un par de frases que me parece tienen que ver con la desinformación rampante: “La manera como se presentan las cosas no es la manera como son: y si las cosas fueran como se presentan la ciencia entera sobraría”, frase de Karl Marx, quien también afirmó que “la historia se repite, primero como tragedia, después como farsa”. Y respecto a las noticias falsas, tan frecuentes en nuestra prensa, Noam Chomsky ha dicho que “el propósito de los medios masivos… no es tanto informar y reportar lo que sucede, sino más bien dar forma a la opinión pública de acuerdo a las agendas del poder corporativo dominante”.
* El autor es miembro de la Mesa por el Desarrollo y Fortalecimiento del Astillero Rio Santiago