Juan Thompson: Forn y el periodismo gonzo
Por Juan Cruz Guido
Pocos escritores como Juan Forn buscaron acercar la obra de Hunter S. Thompson al periodismo argentino. Quizás el otro caso emblemático sea el de Enrique Symns, que ya en los años ‘80 tradujo y publicó textos de Hunter. Él mismo reconoció, mucho después del fin de la Cerdos y Peces, que el germen de esa revista contracultural era el periodismo francotirador de Thompson.
Pero el caso de Forn ha sido más obsesivo. Una búsqueda permanente por acercar la obra de Hunter al español, hecho que fue festejado por la amplia geografía de habla hispana que, a través de él, logró acceder a textos hasta entonces inéditos por fuera del inglés. Tal es el caso de Mescalito, libro que Forn tradujo y editó a través de Emecé, editorial en la que tenía un cargo ejecutivo. En esa edición incluyo tres relatos claves en el desarrollo periodístico de Thompson y el posterior periodismo gonzo de Miedo y Asco en Las Vegas: Mescalito, Muerte de un poeta y Screwjack.
Esa celebrada publicación de 2007 fue la continuación de un constante intento por valorizar la obra de Hunter. También impulsó la publicación de Los Diarios de Ron, en una reedición por fuera del español duro de Anagrama, editorial que desde España editó gran parte del material de Thompson.
La última apuesta editorial de Juan Forn en ese sentido fue la traducción y edición, que lleva su prólogo, de la biografía de Hunter Thompson realizada por Elizabeth Jean Carroll. Según él propio Forn, esa obra es el mejor retrato de Hunter, construida por la que él considera la mejor heredera y expresión del estilo periodístico que el propio autor de Miedo y Asco en Las Vegas inició.
Con ocasión de esa publicación, en mayo de 2019, Juan Forn, que era director del suplemento cultural Radar del diario Página 12, publicó un suplemento especial. Quizás de los pocos, junto al que publicó Agencia Paco Urondo el año pasado con motivo del quince aniversario de la partida de Hunter Thompson, suplementos específicos publicados en la prensa argentina sobre su obra. Porque pensar a Hunter es pensar el periodismo, la escritura, la utilización de las palabras para modificar la realidad. Para sumirse en ella de manera que ambas se vuelvan imposibles de diferenciar. Escribió el propio Thompson: "El periodismo gonzo es un estilo basado en la idea de William Faulkner de que la buena ficción es más verdadera que cualquier forma de periodismo". La realidad como ficción, el periodismo como literatura. En el fondo ese era su objetivo. Ser escritor y ser periodista. Eliminar las barreras elitistas y académicas que separaban ambos oficios.
Forn trabajó incansablemente para difundir esto. Pero no lo hizo solamente desde su tarea como editor. También practicó el periodismo gonzo mejor que nadie en la Argentina. Sus contratapas de los viernes en Página 12, que luego dieron forma a varios libros antológicos de este material, buscaban esa esencia, la intersección Hunter Thompson entre periodismo y literatura. Cada una de las historias que Forn cuidadosamente seleccionaba, tenían una profundidad que se daba por la sensación de realidad, de estar viviendo lo que el narrador relataba. Pero también en estas historias se filtraba la lectura política, sobre todo, lúcida de los contextos políticos y sociales que rodean a los personajes.
Hunter S. Thompson, por su parte, fue el único periodista de la mítica Rolling Stone de los `70 que jamás escribió sobre música. Sus crónicas políticas sobre campañas electorales o hechos sociales de relevancia lo volvieron un referente del periodismo político comprometido con su tiempo y su generación. “Nixon es un ladrón barato y un criminal implacable que mató más gente con bombas en Laos y Camboya que la que el ejército estadounidense perdiera en toda la Segunda Guerra. Cuando los estudiantes de la universidad Kent State en Ohio protestaron contra los bombardeos, él complotó para atacarlos y hacer que los mataran tropas de la Guardia Nacional. Algunos dirán que palabras como 'basura' y 'podrido' están mal en el periodismo objetivo. Lo que es cierto. Pero pierden el foco. Fueron los puntos ciegos incorporados a las reglas objetivas y el dogma los que permitieron que Nixon se arrastrara a la Casa Blanca en primer lugar" (Miedo y asco en la campaña presidencial, cobertura para la revista Rolling Stone, 1972).
Una de las contratapas más sentidas que escribió Juan Forn fue justamente una de las dedicadas a las aventuras de Hunter Thompson. Con un título poético "Y yo me alejo más del cielo", cita textual de la mítica y premonitoria canción de Luca Prodan, "Mañana en el Abasto". Allí Forn retrata de manera sumamente empática la contradicción en la que cayó Hunter Thompson luego de haber sacudido el periodismo y la literatura norteamericana: se había convertido literalmente en una caricatura. El cómic de Trudeau se volvió un karma para Hunter, él mismo se refirió a eso en una autobiografía: “Nadie sabe lo difícil que es ser un dibujito y tratar de trabajar en serio a la vez”. En la nota, Juan Forn busca demostrar de una manera empática y comprensiva como Hunter "se fue alejando cada vez más del suelo". La nota también nos entrega fragmentos de puro periodismo gonzo a la Forn, a la hora de referirse a la importancia de la lectura política y social de Thompson. "Lo que hizo Hunter Thompson fue esencialmente eso: tiró un ácido en la ponchera de la realidad norteamericana y los puso a todos a alucinar, hizo que todos vieran que el American Dream era una pesadilla de la que nadie quería despertar".
Durante estos últimos años, Juan Forn se instaló en la tranquila ciudad balnearia de Villa Gesell, su tierra elegida, título que elegiría para uno de los tomos con sus contratapas de los viernes, que enviaba desde la localidad bonaerense. Al igual que Hunter en su histórico rancho de Aspen, Woody Creek, Forn encontró su lugar el mundo. Su partida sorpresiva generó mucho dolor en todos los que lo conocieron y también en todos los que lo leímos. Pero quedan sus libros y también queda presente la rebeldía y la lucidez de uno de los grandes embajadores del periodismo gonzo. Gracias, Juan Thompson.