Reseña del libro “Panza de burro”, de Andrea Abreu
Por Milagros Carnevale
Panza de burro (Editorial Barret, 2020) es un libro hermoso. Desde la primera palabra hasta la última. Abre con un prólogo emocionante escrito por la editora, Sabina Urraca, que cuenta cómo Andrea Abreu escribió, cómo se editó y cómo el proceso fue difícil pero inevitable. Un testimonio que rectifica que la literatura es urgente.
La novela cuenta el verano de dos amigas de diez años que se tocan, que hablan por Messenger con hombres que les muestran el pene, que meten los pies en agua sucia fingiendo que es el mar, que juegan a embarazar a sus Barbies y a ser señoras criticonas, que se memorizan las letras de sus canciones favoritas y las anotan en un cuaderno. Que se pelean, que se odian, que se amigan.
Qué difícil es ser chica. Qué difícil y qué hermoso y qué traumático. Qué valiente hay que ser. ¡Qué valientes fuimos! Es una amistad problemática la que hay entre las protagonistas. Una parte es avasalladora y la otra sumisa. Con mucha abuela de por medio, con una manera violenta de descubrir el mundo propia de una época que estamos viendo desaparecer.
La escritura de Andrea Abreu es embriagante, es como una botella de vino que no puede dejar de tomarse hasta que se termina. Es adictiva, es transparente, avasalladora, emocionante. Cuenta la historia de un pueblo, de una clase, de una lengua, de una jerga, de una época. Está bueno leer España y no leer Madrid. Leer Madrid. Leer Las Canarias, Tenerife.