“Cantar de Charabón”, de Toto Castiñeiras: humor, erotismo y criaturas salvajes
Por Analía Ávila
El libro Cantar de Charabón, de Toto Castiñeiras, actor, clown, docente y director teatral, integrante desde 2004 del Cirque du Soleil, fue publicado este año por editorial Losada y reúne su obra dramatúrgica. Incluye Voraz y melancólico que se puede ver actualmente los domingos en Dumont 4040 y Ojo de Pombero que se estrena el 4 de noviembre en el mítico Teatro El Picadero y cierra la trilogía campera iniciada con Gurisa, también incluida en la obra.
“Allí donde el ñandú mudaba su plumón, nazarenas del viento revolotero queda, daguerrotipo del derrotero”, dice “La Rubia”, uno de los personajes de Voraz y melancólico. El charabón es el ñandú que empieza a mudar sus plumas. El título del libro definido como un “cantar” da cuenta de esa paradoja de ser un ave que no canta. Dice Jorge Dubatti en su análisis del libro: “La literatura de alguien que no hace literatura, es decir, hace teatro. Cantar de charabón, cantar animal-humano de aquel (como en la gauchesca, que sin duda Castiñeiras retoma en su más profunda genealogía) a quien muchos creen no le corresponde cantar o creen que no tiene voz. La tiene: oigámosla”.
El libro cuenta también con un Prefacio de Gonzalo Demaría y un texto a modo de Prólogo del mismo autor. Los otros textos que forman parte de Cantar de Charabón son: Orillera, Anecdotario de María (el susto) y Celestyna.
La temática de las obras de la trilogía campera recupera mitos y tradiciones de zonas rurales argentinas. Los bailes populares como el malambo y el pericón, las fiestas de los pueblos, los símbolos patrios, también habitan los textos. En Ojo de Pombero se rescata al personaje que según la mitología del noreste de nuestro país tiene una figura similar a la humana, con pies peludos que amortiguan sus pisadas. El Pombero visita caminos y casas en la noche de Carnaval y ataca a muchachas que libera después de saciar su apetito sexual.
La obra Voraz y melancólico está atravesada por el mito del hombre lobo y la mujer lobo con la historia de un amor frustrado; aparecen las festividades típicas, las peñas y los juegos de kermese. El clima es de erotismo, pero también están presentes lo inocente y lo salvaje.
Gurisa es un drama rural desopilante, pero también destila erotismo. Dice Demaría en el Prefacio: “Esas criaturas saben ser salvajes y lo gozan, provocando el goce del espectador -- y en este caso del lector (…) Al fin de cuentas, erotismo y lenguaje son la misma cosa. Ambos conforman, junto con la risa, la Santa Trinidad que nos hace humanos”.
En Anecdotario de María (el susto), se recrea la creencia del “susto” que es curado por sanadores populares ya que produce la pérdida del alma y males físicos. Una tradición presente en el norte argentino y también en países de Latinoamérica. “Era apenas un bebé cuando subió el susto desde el pozo (…) El susto cambió de fumo a perro y mordió a la india”, narra el personaje de María en su monólogo.
El tema de la búsqueda de una identidad según la pertenencia a un lugar se desarrolla en Orillera y también hay una mirada sobre el género, la violencia y la sexualidad. La fragmentación también es algo distintivo ya que cada personaje cuenta su versión de la historia.
El gesto de Castiñeiras en estos textos reunidos en Cantar de Charabón, es lograr que la palabra sea un material sonoro; son escrituras de la oralidad, desbordan el concepto de lo puramente literario, cobran vida con la lectura en voz alta y llegan a su punto más alto en la representación actoral. Esto se ve por ejemplo en Celestyna, una reescritura de La Celestina de Fernando de Rojas, donde las onomatopeyas, juegos de palabras e invenciones lingüísticas contribuyen para la comicidad. O en Gurisa, donde se acumulan palabras sonoras como chancho, mamucha, chula, dicharacho, crencha, ricachona, que también resuenan con el “charabón” del nombre del libro.
La actriz Mariela Acosta, que interpretó a María en El susto da una definición certera de la poética de Castiñeiras y del compromiso corporal de los actores con sus obras: “Los textos aparecen como poemas despedazados. Si lográs dejarte llevar sin preguntar demasiado (…) el texto se organiza, las palabras salen como un zapateo en medio de la polvareda, sin ademanes ni aleteos, porque no hace falta todo eso cuando la voz se dispara como lanza”.
La obra Ojo de Pombero se estrena el jueves 4 de noviembre a las 21:30 h en el Teatro El Picadero, Pasaje Santos Discépolo 1857, CABA. El elenco está conformado por Charo López, Mariano Torre, Julieta Laso, Luciana Buschi, el propio Castiñeiras y música original de Lucio Mantel.
Entradas en la boletería del teatro y por PlateaNet