Rocco Carbone: “Milei no quiere destruir al Estado como tal; quiere destruir el Estado social”
AGENCIA PACO URONDO dialogó con Rocco Carbone, filósofo italiano que acaba de lanzar su libro Lanzallamas (Milei y el fascismo psicotizante), editado por Debate, una colección de ensayos cortos, ideas audaces y pensamiento en curso.
Carbone ha enfocado su trabajo en la teoría del poder criminal y en los procesos políticos y culturales de América Latina. Escribió Mafia global, El doble poder, Mafia argentina. Radiografía política del poder y Mafia capital. Cambiemos: las lógicas ocultas del poder (los tres en Ediciones Luxemburg), entre otros libros.
Agencia Paco Urondo: ¿Cómo surge Lanzallamas?
Rocco Carbone: A partir de muchas conversaciones en grupos militantes en las que nos reuníamos para hablar sobre política. Cuando Milei empezó a aparecer en esas conversaciones, surgió la palabra "fascismo", que es una categoría histórica. Entonces, empezamos a pensar en por qué el fenómeno de La Libertad Avanza se define a sí mismo como libertario y anarcocapitalista. Luego vino el estudio científico para historizar la palabra "fascismo" en Europa y América Latina, ver los aspectos y dimensiones históricas que entran en esa categoría, para así traerla al presente y vincularla con el gobierno de La Libertad Avanza.
APU: ¿Por qué planteás que el poder fascista se crea en la pandemia y no antes?
R.C.: El fascismo es un poder general que surge de las crisis. En el siglo XX, la crisis estaba vinculada con la Primera Guerra Mundial, y ahí el fascismo arrastró grandes masas sociales que experimentaban una inseguridad respecto de su existencia básica, generando una crisis social. En el siglo XXI, el poder fascista es una latencia presente en la historia de los pueblos, esperando volver a surgir. La pandemia fue una gran experiencia de inseguridad respecto a la existencia básica porque implicó una crisis cognitiva, afectiva, económica, social y material. Cuando grandes masas sociales experimentan inseguridades que no tienen límites, puede aparecer un poder fascista para arrastrarlas. Esa inseguridad arrastra, además, una crisis en el orden social, en los modos de vivir en común.
APU: ¿A qué hace referencia con el fascismo psicotizante?
R.C.: Creo que hay que entender el fascismo básicamente como una herramienta del capitalismo en crisis. Ahora lo llamo fascismo psicotizante o sigiloso, luego de la experiencia del fascismo clásico y arqueológico del siglo XX, que se presentó en la arena pública y se encarnó en figuras como Hitler y Mussolini con experiencias de poder destructivo. Hoy en día, nadie en su sano juicio se dice fascista, por eso recurren a una operatividad política del fascismo usando palabras como "libertad" o "libertarios". En el siglo XXI, es una fuerza que no se presenta públicamente diciendo "soy fascista" porque, si lo dijera, muy probablemente nadie los votaría. Entonces, recubren su acción política con palabras que suenan bellas y que se vinculan con virtudes antiguas, como la palabra "libertad". El fascismo es psicotizante porque es un poder dual, configurado por dimensiones que se excluyen entre sí; es decir, es un poder que niega y afirma. Es psicotizante porque tiende a enloquecer a los ciudadanos, al pueblo, al mundo gremial, a la política; nadie sabe a qué atenerse, por eso enloquece potencialmente a quien recibe la acción o el relato fascista.
APU: El fascismo de Mussolini es una doctrina política estatista. Hay una frase muy conocida que dice: “Dentro del Estado todo, fuera del Estado nada”. ¿En qué medida el pensamiento de Milei se relaciona con el fascismo de Mussolini, si su visión es antiestado, anarcocapitalista?
R.C.: No está en contra del Estado; por ejemplo, la "ley de bases" es una herramienta de profunda estatalidad. Milei no quiere destruir al Estado como tal; quiere destruir el Estado social, lo común, lo público, y reconvertirlo en una máquina al servicio del capitalismo digital del siglo XXI. Es decir, gobierna el Estado, y la "ley de bases" es una expresión de estatismo pleno porque donde él ve un signo de lo público, quiere convertirlo en un negocio para las grandes multinacionales y para las plataformas digitales. Vemos otra vez: dentro del Estado, todo; afuera, nada. Un Estado al servicio de las clases privilegiadas, y esto va en contra de las clases populares. Aunque asociemos el fascismo con Mussolini o Hitler, hubo fascismo en todo Occidente y en nuestra América. El poder fascista es anterior a la experiencia del fascismo arqueológico del siglo XX; quiero decir que el poder fascista es inherente a la condición humana.
APU: Si es inherente a la condición humana, ¿quiere decir que todos podemos tener rasgos fascistas? ¿La izquierda actual puede tener rasgos fascistas cuando define al otro que piensa diferente como "fascista"?
R.C.: Absolutamente no. ¿Sabés por qué? Porque el fascismo es un poder de destrucción tan amplia, absoluta, y elabora un antagonismo tan radical que el otro es un enemigo. Al enemigo se le aplica una lógica: debe ser eliminado o despojado de sus ideas. Esto no ocurre dentro del campo nacional y popular, que se define por la democracia. Además, la violencia fascista es totalitaria, tiende a destruir al otro, como vemos claramente en la política de Milei, que no quiere a jubilados, estudiantes, trabajadores con salarios bajos. No podemos aplicar la categoría de fascismo a ninguna experiencia democrática, porque el fascismo está por fuera de los límites políticos y conceptuales de la democracia; es la muerte de las ideas.
APU: La derecha habla de "la batalla cultural" y se define como “la nueva derecha”, también plantean que los sectores populares, los trabajadores, ya no votan a la izquierda progresista, sino a la ellos. ¿Cómo se explica este cambio? ¿Votan los sectores populares en contra de sí mismos?
R.C.: Tiene una explicación. El fascismo es un poder que tiende a confundir al interlocutor. Ahora, el poder fascista se apoya en otro poder comunicacional y propagandístico que podemos describir como la mediaticidad monopólica en las redes sociales. Cuando Milei decía "ministerios afuera", el aparato de propaganda en redes sociales transmitía que no podría hacer todo lo que decía. Entonces se elabora una estructura de dimensiones excluyentes y contradictorias que confunden al ciudadano, quien vota en función de la idea que más le conviene. Este poder de La Libertad Avanza ha expandido sobre la sociedad argentina un confusionismo denso, y por eso una parte de la sociedad vota en contra de sus propios intereses, que no son solo económicos, sino también cognitivos, afectivos, sociales, etc.
APU: Planteás en el libro que La Libertad Avanza pretende desplazar al peronismo para ocupar su lugar.
R.C.: El peronismo y las ideologías de izquierda son ideologías emancipadoras, y el fascismo puede entenderse como una mímesis de la emancipación; es un poder mimético que se presenta como emancipador, pero es totalmente reaccionario. De hecho, el fascismo es una revolución reaccionaria o una forma mimética de emancipación. Entonces, pretende suplantar la emancipación con la reacción. Quiere ocupar el lugar del peronismo como ideología emancipadora, cambiando el “viva Perón, carajo” por el “viva la libertad, carajo”. En lugar de la emancipación del peronismo, busca situar una fuerza reaccionaria a la que llaman “Libertad”. El fascismo es un engaño de masas. Es una herramienta del capitalismo para perpetuar la dominación de una nueva clase social que opera globalmente, representada por figuras como Elon Musk, Zuckerberg, Bernard Arnault, quienes sostienen una aristocracia financiera tecnológica. El fascismo del siglo XXI protege los intereses de los aristócratas nacionales y vincula a Argentina con grandes capitalistas corporativos globales, recordando el colonialismo español en Potosí. También el fascismo es un poder colonial o neocolonial.