Allí viene el General Mosconi
Jorge Giles | Imagen de Gustavo Giorgetti
El General Mosconi se presentó ese día en la Casa de Gobierno ante don Hipólito Yrigoyen con una carpeta llena de sueños y proyectos y le informó al viejo caudillo radical y primer presidente de los argentinos por el voto popular, las razones y fundamentos de su propuesta mayor: la creación de una empresa nacional que se llamara Yacimiento Petrolíferos Fiscales.
Yrigoyen, que estaba terminando su primer mandato, no dudó en firmar luego el decreto presidencial aprobando la propuesta; era el 3 de Junio de 1922. Apenas 4 meses después asumiría el nuevo presidente de la Nación, don Marcelo Torcuato de Alvear y confirmaría a Mosconi al frente de la flamante YPF, ampliando sus atribuciones como Director General.
La lengua de la historia cuenta que mucho antes Mosconi, entonces Director de la Aviación militar, se había quedado sin combustible para abastecer la flotilla de aviones argentinos por el desplante empresario de las compañías petroleras extranjeras que le exigían el pago de una presunta deuda del Estado y el adelanto financiero por las próximas erogaciones. Si Mosconi no aceptaba las condiciones impuestas, no habría combustible para nuestros aviones. Extorsión colonialista, se llama.
La historia también cuenta que esa extorsión extranjera gatilló su idea de crear una empresa estatal argentina que garantice la extracción y producción de petróleo, el abastecimiento, refinación y transporte del combustible que demandaba el Estado y la economía nacional.
Eso fue cierto; pero no sería completa la versión si no advertimos que Mosconi ya venía con un manojo de ideas soberanas, compartidas con algunos de sus camaradas de armas, principalmente con su amigo Alonso Baldrich.
A Mosconi lo enamoraba, lo apasionaba, lo desvelaba la eterna lucha por nuestra soberanía en todos los planos; sabía que los ingleses, en un intercambio desigual e injusto, nos entregaban carbón mineral a cambio de los productos primarios que cubrían la demanda alimenticia de los británicos; y sabía del contubernio de esos monopolios extranjeros con la oligarquía agrícola ganadera argentina. Había que romper con esa dependencia y Mosconi lo hizo hasta donde pudo. Su única fuerza eran sus propias convicciones y la decisión del Estado en respaldarlo en su cometido.
Cualquier lectura “racional” que se hiciera en ese país dominado por el poder económico real conformado por el maridaje entre la oligarquía y el capital y la corona británica, le hubiera aconsejado que se rinda, que las relaciones de fuerzas no lo favorecían, que era una batalla perdida de antemano esa de pretender crear una empresa nacional en un país dominado y dependiente de la metrópoli extranjera. El consejo de la “prudencia” y la entrega hubiese sido que el Estado pague sus deudas, adelante el pago exigido y que todo siga como estaba desde principios de siglo, desde cuando se descubrió petróleo en nuestro suelo patagónico el 13 de diciembre de 1907.
Pero allí fue cuando vino Mosconi a reinventar la historia y recrear su propia lengua, la de la soberanía nacional, la de la dignidad, la de la defensa inclaudicable de los intereses de la Nación y el pueblo argentino.
Antes y después de aquella epopeya, decía Mosconi: “Podremos asegurar que el petróleo será para nuestro pueblo una fuente de progreso moral y material; tendremos la certidumbre de que nuestra política interna no sufrirá los contactos del oro infamante que conduce a la traición y que nuestras relaciones exteriores no serán nunca influenciadas por las “representaciones amistosas” de las cancillerías extranjeras que respalden exigencias inauditas llamadas “derechos adquiridos” de sus organizaciones petrolíferas, y nuestra Nación podrá gozar, en serena soberanía del usufructo de la riqueza petrolífera. ¡El petróleo argentino del pueblo y para el pueblo argentino!”
Es preciso saber en estos tiempos tan oscuros, violentos y mediocres que en 1929, cuando la presión imperialista endureció sus garras y aumentó los precios de los insumos y del combustible privado, Mosconi, lejos de amilanarse, dispuso que YPF importara la cuota de petróleo que sea necesaria para el autoabastecimiento a bajo precio, a la estigmatizada Unión Soviética, esa federación creada por “los rojos” de Lenin, de Stalin, de Trosky, los jefes de la primera revolución proletaria del planeta. Fue un desplante de Mosconi contra los monopolios en nombre de la soberanía, la independencia económica y la dignidad nacional. Los soviéticos nos enviaban petróleo a bajo precio y el Estado argentino los pagaba con productos agrarios; demasiada osadía frente al poder de la oligarquía y los agentes del imperio británico que un año después se la cobrarían con el golpe militar de Uriburu contra Yrigoyen.
Mosconi se enfrentó decididamente contra los golpistas y eso motivó su inmediato encarcelamiento y desplazamiento de YPF.
Ese General de la soberanía, fue ocultado entonces por la historia y la política oficial en esos años infames. Y la historia contará que fue la juventud socialista la que recuperó y enarboló su nombre y su bandera hasta que vino el peronismo y reivindicó su figura y su obra, al igual que la de Baldrich y Savio.
Decía Mosconi: “Resulta inexplicable la existencia de ciudadanos que quieren enajenar nuestros depósitos de petróleo acordando concesiones de exploración y explotación al capital extranjero, para favorecer a éste con las crecidas ganancias que de tal actividad se obtiene, en lugar de reservar en absoluto tales beneficios para acrecentar el bienestar moral y material del pueblo argentino. Porque entregar nuestro petróleo es como entregar nuestra bandera”.
Este pensamiento lo fue madurando ya desde su gestión al frente de YPF cuando debió enfrentar no sólo al trust de las poderosas empresas petroleras, sino también a gobiernos provinciales, como el de Salta gobernada por la oligarquía local, que preferían entregar vilmente el suelo rico en hidrocarburos a esas empresas, antes que fortalecer la empresa estatal nacional. Como triste ejemplo diremos que en 1924 la Compañía Standard Oil disponía ya de más de un millón de hectáreas petroleras en esa provincia del norte argentino.
Sancionar la ley del Congreso para nacionalizar toda la cadena de producción y comercialización del petróleo e institucionalizar el monopolio estatal de YPF, como pretendían Mosconi y el presidente Yrigoyen en su segundo mandato, tampoco resultó fácil. El proyecto aprobado en Diputados “durmió” luego en Senadores hasta que final y fatalmente se produjo el golpe militar.
Eso sí: nadie podrá decir que Yrigoyen y Mosconi, en nombre de los intereses del pueblo y la nación argentina, no presentaron batalla; una batalla que también la daría Perón 15 años después. El artículo 40 de la Constitución de 1949 es prueba ejemplar de lo que afirmamos.
Cualquier comparación con la realidad actual, no es pura coincidencia; es la Argentina con su viejo pleito entre los dos proyectos de país; Patria sí, colonia no.
Por eso queremos poner en pie la obra y el pensamiento de Mosconi en este Centenario de YPF y no conformarnos con una efeméride más en el calendario de las batallas populares.
Mosconi será el horizonte de nuestras próximas victorias como Nación o no habrá soberanía.
Y así como durante el período neoliberal de los años noventa Mosconi fue una bandera de lucha de quienes se oponían en las calles y en las rutas resistiendo la ola privatizadora del menemismo gobernante, serán los gobiernos inaugurados el 25 de Mayo de 2003 los que irán en su justo rescate histórico.
Así lo entendió el presidente Néstor Kirchner cuando frente a una formación militar señaló el 29 de Mayo de 2006: “Quiero que quede claro que como presidente de la Nación argentina no tengo miedo ni les tengo miedo. Queremos el Ejército de San Martín, Belgrano, Mosconi y Savio y no de aquellos que asesinaron a sus propios hermanos y que fueron el Ejercito de Videla, Galtieri, Viola y Bignone”
Así también lo entendió la presidenta Cristina Fernández de Kirchner cuando el 20 de abril de 2012 afirmó en la ciudad de “Comandante Luis Piedra Buena”, Santa Cruz: “Pocas provincias fundamentalmente Santa Cruz, Chubut, donde se descubrió por primera vez petróleo, en 1907; Neuquén, la principal cuenca hidrocarburífera y gasífera del país, la Patagonia en general, pocas regiones tan identificadas con Yacimientos Petrolíferos Fiscales. Ahí veo también a hombres de verdeoliva, como el General Savio y el General Mosconi, esos gloriosos generales de ese glorioso ejército sanmartiniano, que tanto contribuyeron y también recordar a ese Presidente, el Presidente Hipólito Yrigoyen, que fue quien fundó Yacimientos Petrolíferos Fiscales y que hace honor a la tradición popular y democrática que han tenido amplio sectores sociales, políticos y corporativos también de nuestro país. Corporativos en el buen sentido, no en la deformación de cuando la corporación quiere prevalecer sobre la Nación, corporativo con esas corporaciones comprenden que solamente pueden subsistir y solamente pueden crecer cuando forman parte de una Nación libre, soberana e independiente”
Un par de años antes, el 1 de Marzo de 2010, Cristina señaló en el Discurso de apertura del 128° período de Sesiones Ordinarias del Congreso: “Nuestro ADN se gestó allí cuando las Fuerzas Armadas acabaron con el fraude patriótico de la “Década Infame” y Perón fue presidente…yo creo que han humillado mucho más a las Fuerzas Armadas los que las redujeron a ser simples encapuchados en lugar de defensores de la soberanía nacional. Esos humillaron a nuestras Fuerzas Armadas, a nuestras gloriosas Fuerzas Armadas: las de San Martín y las de Belgrano, y las de aquí más cerca, las de Savio, Mosconi y Baldrich. Nosotros queremos recuperar a esas, nuestras verdaderas fuerzas armadas, por eso hemos iniciado una muy fuerte política de recuperación del rol industrial de la defensa, que ha sido clave en el desarrollo estratégico de la defensa nacional…Porque hubo otros que las encapucharon y hubo otros que las escondieron cuando volvieron de Malvinas. Ni encapuchados ni escondidos, con orgullo de haber pertenecido a una historia y a un país que merece tener otro destino”.
Mosconi, como militar anti-imperialista, anti-oligárquico y profundamente nacional y popular que fue, hizo de YPF una trinchera de soberanía y así se lo transmitía a sus trabajadores puertas adentro de la empresa; lo que le valió el repudio, obviamente, de los sectores sindicales tradicionales que fueron más amigos de los patrones privados y extranjeros que de su propia patria. A esa infamia contra YPF le responde una solicitada de los propios trabajadores de YPF de Comodoro Rivadavia, Chubut, del 25 de Agosto de 1946, recién asumido Perón como presidente. En uno de sus párrafos dicen los trabajadores: “Trataremos de explicarnos: con las elecciones del 24 de febrero, cayeron derrotados por primera vez en la historia nacional, los poderosos, con sus lacayos serviles, que durante tantos años explotaron despiadadamente al trabajador argentino. Estas fuerzas contrarias, confabuladas, no están conformes con su derrota y, con el gran poder de que disponen, el oro maldito y corruptor, tratan de sabotear y ahogar la revolución social que trajo la felicidad a todas las clases trabajadoras del país, habiéndose planteado por consiguiente la lucha entre los poderosos del dinero contra los desposeídos del trabajo, los despojados contra los explotadores, el privilegio contra la justicia. Saben que para conseguir su fin es imprescindible eliminar las fuerzas que el 17 de Octubre demostró su poder y que volverá a demostrarlo si es necesario, para defender esa revolución que les trajo tranquilidad y el pan de sus hijos.
Las fuerzas contrarias persisten en la vieja táctica de dividir la clase trabajadora para eliminar su poder, para ello cuentan con la traición y la ingenuidad; algunas puntas de lanza parecen haber conseguido; así lo de muestra la actitud de algunos pequeños sindicatos, que se denominan sindicatos libres. Judas del proletariado argentino. A este despreciable grupito y por voluntad de la minoría que nos dirige, parece pertenecer el nuestro; así los demuestran sus actitudes y gestiones anteriores y presentes. Recuerden los telegramas de adhesión a la fórmula Tamborini-Mosca, remitido por nuestro sindicato; el paro de solidaridad que patrocinó el día de la llamada marcha de la libertad y la constitución; los telegramas que enviaron a los traidores que nos insultaron por radio desde Montevideo, solidarizándose con su infamia; vale decir que apoyaron absurdamente la fracción política contraria a nuestros intereses.”
Mosconi, fallecido el 4 de junio de 1940, estaría orgulloso de aquellos trabajadores fundadores del peronismo y de que su empresa, la querida YPF, construyera la primera Planta de Combustibles, “Antares”, en las usurpadas Islas Malvinas, allá por los años setenta del siglo pasado y que sus trabajadores hayan conformado un equipo de fútbol al que llamaron “Argentinos de YPF” y disputaran la final de un torneo local contra los equipos isleños el “Stanley FC”, el “Royal Marine Detachment” (Real Destacamento de la Marina Británica) y el “Construction Johnstones” que representaba a la empresa inglesa que entonces construía el aeropuerto de Puerto Stanley, nuestro Puerto Gaucho Rivero, nuestro Puerto Argentino.
Por todo esto, celebrar los Cien años de YPF es celebrar el trabajo, la inteligencia, el coraje y la claridad patriótica del General Enrique Mosconi, eternamente vivo entre nosotros y nosotras.
YPF, empresa soberana pionera en América Latina, supo transmitir esta voluntad de libres a otros países hermanos que imitaron su gesta. Por eso las empresas nacionales de petróleo de Uruguay (ANCAP) en 1931, Bolivia (YPFB) en 1936, México (PEMEX) en 1938 y Brasil (PETROBRAS) en 1953, supieron honrar la memoria de Mosconi tal como se merecía y merece.
Es por esta lucha que seguimos dando por nuestra soberanía, en pleno siglo XXI, que verdaderos patriotas como Mosconi siempre están llegando.