María Remedios del Valle contra el odio racista de la Argentina blanca
Por Pablo A. Vázquez*
María Remedios del Valle. La capitana de Manuel Belgrano, en realidad Sargenta Mayor según su rango militar ganado en la lucha por nuestra libertad, ha generado una polémica inusitada en las redes en estos últimos días por integrar, con otras patriotas los nuevos billetes de actual circulación.
Centenares de mensajes por Twitter e Instagram la descalifican como “ser ficticio”, invento de la “agenda de género”, cuando no caen en algo pergeñado por “Soros”, que no está registrada en diccionarios biográficos y, para colmo, circula una fake news de un supuesto autor de linaje salteño que niega su existencia.
Vamos por partes: Primero la cuestión historiográfica…
Bartolomé Mitre la mencionó en su “Historia de Belgrano y la Independencia Argentina”, donde me baso en la edición definitiva de tres tomos, de la cuarta edición de 1887 del ex presidente. También si se consultan los dos tomos de las “Memorias del General Gregorio Aráoz de La Madrid”, editadas en 1895, se la menciona.
Luego será el historiador y político salteño Carlos Ibarguren, hombre del patriciado si los hay, quien en las páginas del diario “La Prensa” a inicios de los años treinta del siglo pasado, la rescataría del olvido. La capitana María Remedios del Valle, “Madre de la Patria”, fue el artículo que, junto a otros, integró el libro “En la penumbra de la historia argentina” de 1932, con una segunda edición, corregida y aumentada, de 1956.
El capitán Jacinto Yaben, en tanto, editará en varios tomos “Biografías Argentinas y Sudamericanas” en 1939 y allí incluirá a Remedios con el n° de expediente 13.218 del 23 de octubre de 1826, de la Contaduría General de la Nación, donde la heroína reclama sus sueldos adeudados.
A .J. Pérez Amuchástegui la rescató, en el tomo II de “Crónica Histórica Argentina” (1968), aludiendo que: “En las Memorias del General Gregorio Aráoz de La Madrid se alude a una negra, llamada “Tía María” y conocida por “Madre de la Patria”, y a sus dos jóvenes hijas, lavanderas de los jefes y oficiales… Tradicionalmente se menciona en conjunto a estas mujeres bajo el nombre común de “Niñas de Ayohuma”.
Lily Sosa de newton, en su indispensable “Diccionario Biográfico de Mujeres Argentinas” de 1972, con reediciones en 1986, se hizo espacio para la gesta de nuestra afroargentina.
Y en el 2016 Daniel Brion publicó” Capitana María Remedio del Valle: Madre de la Patria”, con una reedición de este año.
La segunda parte tiene que ver con el color… Y, sí, no fueron arios los qué nos liberaron, y eran blanquitos los que nos sometieron a la corona española y a la banca británica.
Si algún libertario creyó que fueron los vikingos los que pelearon por establecer nuestras instituciones y que los sajones fundaron la república se equivocan de cabo a rabo.
Criollos y criollas, indígenas y afrodescendientes, todos forman la sociedad colonial, la que busca su identidad ya desde su resistencia ante las invasiones inglesas y la lucha contra los realistas Tras los sucesos de 1810, María Remedios del Valle y toda su familia se alistó en el ejército auxiliar del Norte. Estuvo, entre enfermera y lavandera, en El Desaguadero, la derrota patriota, con el comandante Bernardo de Anzoátegui, y luego en la división del teniente coronel Bolaños; hasta que en Jujuy se sumó a la conducción del general Manuel Belgrano. Éxodo Jujeño y batalla de Las Piedras mediante, María lo acompañó sin dudas. Tucumán y Salta mediante, las batallas la encuentran con la pérdida de su esposo e hijos, pudiendo rescatar de los realistas el cuerpo decapitado de su pareja para darle, junto a su cabeza, cristiana sepultura. Las derrotas de Vilcapugio y Ayohuma la encuentran sin flaquear, aún después de sufrir latigazos por parte del enemigo. El fin de Belgrano es el fin de María, quien decide volver a Buenos Aires, donde la esperó la miseria y la ingratitud.
Tras años de penurias, a fines de 1829 fue ascendida a sargento mayor de caballería, y en enero de 1830, fue incluida en la Plana Mayor del Cuerpo de Inválidos con el sueldo íntegro. En algunos meses de 1832, así como entre 1833 a 1835, figuró en listas con sueldo doble.
Juan Manuel de Rosas la destinó a la Plana Mayor Activa con su jerarquía de sargento mayor. Quizás en agradecimiento a dicho gesto se agregó “Rosas” a su apellido, sea por el reconocimiento económico o, quizás, por la prohibición que el Restaurador hizo, en territorio bonaerense, de la compra venta de esclavos en 1837, reforzada por la abolición del tráfico negrero en el Río de la Plata por 1840.
Recién, el 8 de noviembre de 1847, pudo descansar en paz al ser reconocida en el final de su existencia.
“El frío húmedo y penetrante de junio se colaba hasta los huesos de la mendiga. Acurrucada en el atrio de Santo Domingo, se arrebujó todo lo que pudo en su manto… la gente la creía loca, sobre todo cuando empezaba a defenderse de las pedradas o de las risas mostrando sus heridas y a hablar de Belgrano, que la había nombrado capitana”. Estos párrafos de “20 de Junio de 1820”, un cuento de Ernesto Sábato de 1963, muestras la fidelidad de aquella afroargentina que custodió la última morada de Belgrano y que hoy comparte con él el actual billete de quinientos pesos argentinos.
*Licenciado en Ciencia Política; Secretario del Instituto Nacional Juan Manuel de Rosas