Ecuador: se suspende el paro, sigue el conflicto
“No son 15, son 40” cantaban las multitudes concentradas en las afueras de la sede de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana donde se llevaron adelante los diálogos entre partes. Se referían al descuento solicitado para los precios de los combustibles. “Deberían haberse comprometido a bajar mínimo dos centavos por cada día de lucha”, reclamó a los mediadores uno de los dirigentes indígenas testigos del avance de las conversaciones.
Además, el Ejecutivo se comprometió a condonar las deudas contraídas con entidades financieras menores a tres mil dólares -el reclamo era la condonación de las deudas menores a diez mil-. También se declaró la emergencia en el sistema de salud, se aumentaron los fondos destinados a este fin y se anunció se pactó la duplicación del presupuesto para la Secretaría de Educación Intercultural Bilingüe.
Otros de los puntos presentados por los comuneros indígenas al Ejecutivo fueron abordados parcialmente. El resto, directamente fueron ignorados, como el reclamo de beneficios directos a las comunidades dueñas de las tierras de donde se extraiga petróleo o la garantía de la no criminalización de la protesta, lo cual quedó relegado a “la buena fe” del Gobierno.
En general, la contrapropuesta gubernamental fue considerada insuficiente y el anuncio de la firma del acuerdo no fue bien recibida por los miles de manifestantes que marcharon hasta el centro de Quito. Sin embargo, Leónidas Iza, máximo líder de la Confederación de Nacionalidades Indígenas (CONAIE); referente estigmatizado, criminalizado e incluso encarcelado por Guillermo Lasso, lo hizo posible.
Siempre con su poncho, rojo por la sangre de los caídos en la lucha, Iza mostró en cada intervención sus atributos de liderazgo. Después de retrasarse la firma del acuerdo y consultar con las bases, reclamó tiempo y compresión a los curas mediadores mientras convocaba al “ejercicio de la democracia comunitaria”. Ante el desparpajo de los funcionarios del ejecutivo, los referentes allí citados comenzaron a levantar la mano en acuerdo con la moción. Nadie se opuso
“El Gobierno no me quiere, pero aquí nos hemos sentado, para que quede absolutamente claro. He tenido procesos judiciales y jamás estaríamos de acuerdo con una postura política ideológica. Pero en este momento lo que se está haciendo es, sobre la lucha, acordar los puntos que se han avanzado, los puntos pendientes y los puntos rojos que no estamos de acuerdo, pero que, sin embargo, por pacificar el país, tenemos que acceder al acta y garantizar el resto de puntos que si hemos triunfado”; expresó finalmente el ingeniero Iza, ya con el consenso logrado y dispuesto a firmar.
Pese a la inconformidad, con la firma del acuerdo el liderazgo logró dar un giro a la contienda en el ajedrez político ecuatoriano. Apenas dos días antes, Lasso había interrumpido los diálogos y acusado de terroristas a los movilizados culpándolos de la muerte de un militar durante un enfrentamiento en la Amazonía.
Deslegitimadas, las marchas se vieron reducidas y el máximo representante indígena fue anulado como interlocutor. El Gobierno había obtenido la carta necesaria para estirar la crisis unos días más, desgastar el paro y cargar sobre los manifestantes el desabastecimiento que se empezó a sufrir en todo el país.
En tanto, el ingeniero kichwa supo conseguir el apoyo para conceder el logro de la paz a la gestión de Lasso. A cambio, logro recuperar la iniciativa, colocarse en el centro de la escena, ratificar las conquistas parciales y dejar pendiente una segunda etapa de movilizaciones para dentro de 90 días, en caso de que el Gobierno no cumpla los compromisos. A sabiendas de que todo acuerdo significa renuncias, el líder conservó su poder de fuego, consiguió tiempo para reacomodar sus filas y puso bajo el ojo al Ejecutivo que ahora deberá cumplir con los compromisos o enfrentar deslegitimado una nueva oleada de protestas.
Eso sí, en el inicio de su segundo año de gestión, Lasso superó el intento de destitución del Congreso. El correísmo agrupado en Unión por la Esperanza, junto con el derechista Partido Social Cristiano y algunos legisladores de del indigenista Movimiento Pachakutik (MUPP), consiguieron 84 de los 92 votos necesarios para que el mandatario deje su cargo.
Sin embargo, el exbanquero y empresario conservador de 65 años deberá continuar su mandato con una oposición unificada en su contra en la legislatura y una imagen negativa de más del 74% -según sondeo realizado a fines de mayo el Centro de Investigaciones y Estudios Especializados (CIEES)-.
Mientras tanto, “Gracias Iza” es tendencia en Ecuador y la mesa de diálogo continuará con el abordaje de la resolución de los temas pendientes presentados en un plazo estipulado de 90 días con la presencia de funcionarios del Estado para su abordaje.