Rosemberg: "Si se lee a Evita, es casi un insulto ponerla a confrontar con Perón"
Por Juan Cruz Guido
Julia Rosemberg es historiadora, investigadora de la UBA y autora del libro “Eva y las mujeres. Historia de una irreverencia”. ¿Qué nos sigue diciendo la figura de Eva Perón?
AGENCIA PACO URONDO: Se cumplieron 75 años del 17 de octubre, ahora 70 años del paso a la inmortalidad de Eva Perón. ¿Que significan estas fechas redondas que nos invitan a pensar en figuras y momentos bisagras de la historia argentina?
Julia Rosemberg: Me parece que las efemérides siempre son como una excusa, que vienen bien como un momento para volver a pensar, para volver a recordar. Son también desafíos, porque aparecen nuevas preguntas. Las efemérides son un buen momento para tramar, para pensar un nuevo vínculo entre el presente y el pasado. Lo que podemos ver de Eva hoy no es lo mismo que cuando se cumplieron 50 años de su muerte. Tampoco es lo mismo que cuando se cumplieron 10. Las efemérides van cambiando: en cada momento hay que ver qué se resalta y qué se disputa alrededor de ese personaje o momento histórico.
APU: En tu libro aparece la palabra “irreverencia”, es una palabra clave para pensar a Eva. ¿Por qué elegiste esa palabra para definirla?
JR: Es una palabra que esta buena, tiene que ver con muchas cosas. Tiene que ver con una discusión que está instalada hace mucho y que tiene que ver con el peronismo. ¿Qué es el peronismo como movimiento político? ¿Cómo explicar al peronismo? Ese famoso chiste de cómo se le explica a un extranjero ese fenómeno que es un ejercicio casi imposible. Por qué es tan específico que es difícil de traducir. Durante mucho tiempo, y se sigue haciendo, se pensaba si el peronismo se podía pensar desde la idea de revolución, bajo ese concepto. Si era un movimiento político revolucionario o no. Para mí la idea de ver a Eva como irreverente linkeaba con la idea de revolución, de alguna manera. La irreverencia es faltarle el respeto a una autoridad, no hacer la reverencia que siempre se le hace a aquel que tiene una autoridad. En Eva hay mucho de eso, en múltiples planos. Ella rompió con el estereotipo de lo que debía ser una mujer y una primera dama pero también porque llegó a tener mucho poder, siendo además una mujer de origen humilde. Hay una irreverencia generalizada como si hubiera roto todos los estereotipos y todas las autoridades consolidadas en Argentina. Fue irreverente en todo y se plantea una revolución distinta al modo ruso o francés, pero hay algo de un ejercicio que se desarrolló bastante durante el peronismo y Eva es la que más se acercó a eso.
APU: Estudiando la figura de Eva: ¿Podrías trazar un momento donde aparece su conciencia política, su militancia, todo lo que después termina desarrollando?
JR: Es una de las grandes preguntas que nunca terminan de responderse del todo. Cuándo se convierte en Eva Perón o por qué se convierte en esa figura política. Da con preguntas que nunca vamos a responder del todo, nos podemos acercar tal vez con argumentos, con fuentes. Lo cierto es que hay algo del orden de lo mágico en una vida de 33 años donde en tan solo 6 de vida política hizo todo lo que hizo. Hay algo de lo inexplicable y me gusta que se mantenga en ese orden, por eso el enorme mito que genera. Porque también hay algo en el orden de lo inexplicable y su cortísima y voraz vida. ¿De dónde saca el modelo del partido peronista femenino? Eso no lo sabemos. Lo que siempre se dijo es: “A Eva le interesa la política desde que lo conoce a Perón”. Si leemos la historia previa nos encontramos algunos datos que empiezan a dar cuenta de que hay un interés previo. Por ejemplo, llega a presidir un gremio en el año 1944, nadie llega a presidir un gremio si no tiene un interés político. Así como ese, hay otros elementos, su propio origen humilde, el hecho de ser hija de un matrimonio ilegitimo. Eva forma parte de esos descamisados de los cuales hablaba. Su propia experiencia la coloca en un lugar político. Como actriz de radioteatro protagonizó un ciclo llamado “Hacia un futuro mejor” donde tenía que hablar de las políticas de gobierno de la gestión de 1943, del cual Perón era Secretario de Trabajo y Previsión. Empieza a defender políticas, incluso antes de conocerlo, entonces hay todo un trayecto previo.
Pero está la vieja discusión si es el sujeto o es el contexto, es un mix entre ambos. Marysa Navarro, una de las grandes biógrafas de Eva, plantea que no tuvo un gran papel el 17 de octubre de 1945, era una mujer preocupada por su pareja. No estuvo en la plaza ese día, estaba en su casa esperando que su marido regresara. Pero dice que si bien no tuvo un rol destacado, ese 17 de octubre la impactó. Ese día entendió que ese amor hacia Perón y hacia el pueblo es la misma cosa. Su crecimiento político es paulatino; a partir de ahí lo acompaña a Perón en su gira presidencial después de que asume. Poco a poco va a empezar a hablar en público. Rápidamente emerge su propia figura política.
APU: Vinculado a eso está la discusión antagónica entre la figura política de Eva y la de Perón. Ella como más incendiaria y Perón mas negociador. ¿Qué opinas de esa mirada?
JR: A lo largo del tiempo y sobre todo a partir de la relectura que hace Montoneros hubo una tendencia a disociarlos. Incluso muchas veces en disputa. Si uno ve al primer peronismo no hay atisbo de esa mirada. Había matices y diferencias sin dudas. Cuando ocurre el intento de golpe de septiembre de 1951 la respuesta de Eva es comprar armas para suministrar a los trabajadores. La postura de Perón es mucho más medida, ni siquiera se castiga demasiado a los golpistas. Había diferencias entre ellos sin dudas, de ahí a querer separar este equipo político que eran tiene que ver más con posicionamientos ideológicos. Pero si uno la lee a Eva sería casi un insulto ponerla confrontando con Perón.
APU: En el libro “Las memorias del general”, de Tomas Eloy Martínez, aparece un Perón que le baja el precio al rol político de Eva. Como que tenía una mirada más social pero no pondera su rol político. ¿Cuál es tu visión?
JR: Ella fue una gran dirigente política a la altura de la Perón, fueron dos grandes dirigentes políticos. La imposibilidad de Perón para reconocerlo en esa entrevista con Eloy Martínez tiene que ver con un aspecto cultural y social. Nadie ponía como destacado el rol dirigente de Eva Perón. Eso tenía que ver con una sociedad conservadora y tradicional, patriarcal, en torno a la figura de una mujer. El propio peronismo ha colaborado con una invisibilización de la figura de Eva Perón. Recién en este peronismo del siglo XXI se puede hacer este ejercicio de pensarla de otra manera. La fundación Eva Perón fue fundamental, manejaba una institución con un presupuesto enorme que además no estaba en la órbita del Estado, no debía seguir reglas burocráticas. Había una urgencia por resolver problemas que durante años habían sido invisibilizados. Pero además de la fundación había otras dos patas políticas de Eva. El partido peronista femenino que permitió incorporar legisladoras que respondían a ella, que llegaron a 133 en las elecciones de 1951. Por otro lado, su papel en la CGT. El movimiento obrero organizado, que del 48 al 52 está presidido por José Espejo, que es un hombre de Eva Perón. El peronismo en ese entonces estaba dividido en tres ramas: el partido de los varones, el partido de las mujeres y la CGT. En esos años, Eva conduce dos de las tres ramas en primerísima persona. El poder que ha conseguido es muy grande, disputándole a Perón casi de igual a igual, podríamos decir. En el sentido de una conjunción, no de una disputa de poder. Los dos eran enormes dirigentes políticos del peronismo.
APU: En “Santa Evita”, también libro de Eloy Martínez, se aborda algo muy importante con respecto al odio que había hacia Evita, muy sádico.
JR: Hay que tener reservas con el libro de Eloy Martínez porque es una ficción histórica y está repleto de elementos ficcionales. La historia real queda un poco diluida. A mí en lo personal no me gusta ese libro. Fundamentalmente porque lo más importante de Eva, que es su vida, no aparece nada. En la obra aparece todo lo más ligado al cuerpo, su cadáver. Lo que sucede con el odio que despierta Eva es excepcional en la historia argentina. Hasta la llegada de Cristina Kirchner nadie había despertado ese nivel de odio, las cuestiones que se le cuestionaban a Eva eran personales, no tenían que ver con su política, era un odio por su pasado como actriz, por su vestimenta. La base argumental del odio hacia Eva no ha cambiado tanto, aun hoy se dirigen hacia su figura pero también hacia Cristina. Hay que hablar también de 70 años de antiperonismo. Hay una base argumental, una narrativa que se mantiene sin muchas diferencias.
APU: Habló de Cristina: ¿Por qué crees que tuvo que pasar tanto tiempo para que una mujer llegara de nuevo a un lugar de tanto poder político?
JR: Las elecciones de 1951 son muy importantes porque son las primeras que las mujeres votan y pueden ser votadas. En esa elección Eva Perón es central porque construye poder dando una disputa hacia el interior del peronismo por el armado de las listas. Logra que 133 mujeres ingresen como legisladoras. Hay otra disputa que ella también da en esas elecciones que es su propia candidatura, la cual no logra impulsar. Ella quería realmente ser candidata. Su candidatura, en tanto representante del movimiento obrero organizado, debe ser interpretada como la arista más radicalizada. El freno a su candidatura también fue un freno a una arista radicalizada dentro del mismo peronismo.
APU: ¿Cuál es el legado que Evita nos dejó?
JR: Sus legados son muchísimos y muy variados. Cada presente encuentra uno nuevo. Uno es ser una potencia revolucionaria, representar lo más radicalizado de nuestro movimiento. El peronismo en algunos momentos, como en el menemismo, cae en lo conservador. Eva expresa todo lo irreverente que puede ser el movimiento. La posibilidad de empezar a pensar un feminismo popular, no puede haber feminismo sin justicia social. Para Eva no podía haber avance de las mujeres si no había un proyecto de país con justicia social. En momentos donde está tan en boga la anti política y donde nuestra propia gestión de gobierno parece estar encerrada en un laberinto difícil de salir, hay que recordar que Eva hizo todo lo que hizo sin tener un cargo institucional, sin estar dentro del Estado. El peronismo debe saber también estar fuera del Estado, la política no se acaba allí dentro. Se debe hacer política desde afuera y hacerla funcionar. No digo abandonar la idea de militar desde el Estado pero en momentos donde viene la mala, donde se nos complica gestionar no es que la política se acaba. Se puede hacer política desde otros lados.
APU: ¿Por qué considerás que su figura sigue construyendo sentidos a 70 años de su muerte?
JR: Hay algo del orden de lo inexplicable. Es efectivamente una figura muy potente, cuando estuvo viva, y durante la resistencia, en los 70, o en los 90. Nunca perdió su potencia de seguir diciendo cosas nuevas. A 70 años seguimos encontrando cosas nuevas que nos siguen maravillando. Nos sigue hablando y eso tiene que ver con sus características, con su muerte joven, con su inmensa obra, de la manera que disputó la política. Con haber puesto el cuerpo y la vida y fue realmente coherente con aquello en lo que realmente creía. Dejo todo por los más humildes y los más postergados, sin dudas tiene un mérito imposible de ocultar. Los enemigos que supo cosechar siguen siendo nuestros enemigos.