Chile: los debates de las organizaciones sociales en torno a la nueva constitución
Por Javier Bertin
En Chile ha finalizado el proceso de elaboración de una nueva constitución y sus resultados no cumplieron las expectativas de sectores de la izquierda y del movimiento popular en general. Ahora será la institucionalidad establecida la que pueda definir la aplicación de la nueva Constitución e incluso modificarla antes de su entrada en vigencia, como adelantó el presidente de la Cámara.
Sin embargo, el texto propuesto contiene definiciones generales que pueden dar pie a transformaciones más de fondo, lo que dependerá, no sólo de la institucionalidad vigente, sino de lo que pueda demandar y hacer valer el pueblo organizado. Ciertamente, esta situación significa que ahora el Congreso y otras instituciones del Estado podrán intervenir en la aplicación de las normas de la nueva Constitución, pero el pueblo organizado no van a estar de espectador. “También queda en nuestras manos, ya que requiere que nos sigamos organizando para levantar las Iniciativas Populares de Ley y las Iniciativas Derogatorias de Ley que nos permitan pelearle a este Congreso nefasto la implementación de la nueva Constitución que tanto nos costó conseguir y que tiene elementos fundamentales de democratización y derechos sociales”, aseguró Pablo Abufon, del Movimiento Solidaridad, de Santiago de Chile.
Es por esta potencialidad de cambios de fondo que la derecha y sectores conservadores en general, están reaccionando de forma histérica y levantando una campaña de mentiras y desinformación que cae en lo grotesco. Quienes han defendido siempre al sistema, temen que lo expresado en la propuesta de nueva Constitución, aún con las limitaciones que se conocen, pueda dar pie para que se vean afectados sus privilegios. Por ello es necesario garantizar el triunfo del Apruebo y continuar movilizados para lograrlo. Pero los desafíos más importantes vendrán después del 5 de septiembre, para hacer valer en las políticas nacionales los derechos y garantías establecidos en la propuesta.
La nueva situación requiere levantar nuevas definiciones políticas y orgánicas, hay que “reconocer que transitamos un período de cambios y reacomodos que nos demanda profundizar y actualizar nuestro análisis”, como advirtió José Miguel, del Colectivo La Esquina Alborada, de La Florida. Cambios y acomodos no sólo en Chile, sino a nivel mundial, por lo que las fórmulas clásicas de concebir políticas, programas y orgánicas ya quedaron en el pasado y no deben repetirse mecánicamente, salvo rescatar algunos de sus principios. En este sentido, se han levantado posturas que no aportan mucho, como las conocidas fórmulas de programa y partido obrero, las que no han prendido en ninguna parte del mundo por carecer de amplitud.
En este sentido, es importante trabajar por evitar un mayor desarme ideológico de la población, es preciso aclarar lo que está pasando, responsabilizar a quienes corresponda y levantar las demandas del 18 de Octubre, junto con promover formas de organización y acciones para luchar por esas demandas. No se logrará mucho en el corto plazo y quizá tampoco en el mediano, pero hay que ir poniendo las piedras para una alternativa propia desde abajo, todo lo amplia que sea posible, pero desde abajo. Si gana el apruebo, habrá condiciones para llamar a amplios sectores a exigir que se hagan realidad los principios contenidos en la nueva carta magna. Esta será una gran bandera de lucha y un elemento movilizador. Es necesario que las fuerzas que se congregaron en torno al proceso Constitucional no se dispersen después del 4 de septiembre. Esas fuerzas (Asambleas territoriales, Cabildos, Comandos por el Apruebo, etc.), pueden ser una base para la reorganización de un movimiento popular independiente y autónomo del sistema. No se puede partir de cero, sino de las organizaciones que ahora hay, ampliarlas y potenciarlas para enfrentar los nuevos desafíos.
Por ejemplo, que Movimientos Sociales Constituyentes (MSC) continúe su acción más allá del plebiscito (seguramente con un cambio de nombre y orgánica) y se construya como un instrumento político de acompañamiento a las luchas populares con proyección a nivel nacional, lo que podrá pasar por coordinarse con otras entidades similares que se conformaron en la CC, como la Coordinadora Constituyente Plurinacional y Popular, así como con otras orgánicas actuales o en construcción, asimismo, buscar revitalizar las asambleas territoriales y cabildos. Esta construcción orgánica naturalmente requerirá levantar un programa, una plataforma de lucha. “Se está haciendo necesario como nunca levantar el Pliego del Pueblo y luchar por él en asambleas de fábricas, estudiantes, pobladores, etc.”, aclaró por su parte Pedro Torres, del Consejo Ecológico Social de la Florida. Levantar un Pliego del Pueblo no es mayor problema, son las demandas del 18 de octubre que ya están sistematizadas, el problema es volver a hacerlas carne en la población y éste será un gran desafío, volver a poner las fuerzas en movimiento.
“Recuperar y extender la organización territorial asumiendo en parte lo que se asumió desde octubre bajo la forma de asambleas y de lo cual hoy subsisten sólo algunas expresiones, pero que permitió desarrollar formas de relación desde lo social territorial a formas iniciales de participación política autónoma de los partidos. El énfasis futuro es que estas expresiones se anclen con las organizaciones funcionales existentes en los territorios (Juntas de Vecinos, Comités) y otras formas que son parte y dan identidad y vida a sus territorios”, contó además José Miguel Moya, del Colectivo La Esquina Alborada, también de La Florida.
Hay que buscar nuevas formas de convergencia política, poniendo por delante los intereses y demandas populares y que a la vez estén en sintonía con el estado de ánimo y conciencia real de diversos sectores de los pueblos. El proceso constituyente dejó plantadas expectativas que no deben frustrarse. Por último, Patricio Cid, del Colectivo La Estaca, de Ñuñoa, aclaró: “A partir de las fuerzas que se aglutinaron detrás del proceso constituyente, sumar a los sectores que se agrupan alrededor de municipios que apuntan por cambios transformadores y en conjunto, impulsar un gran Acuerdo por el Cambio, capaz de construir un amplio arco social y político que permita hacer realidad los cambios que la mayoría del pueblo anhela”.
Hoy, lejos de reclamar o llorar por lo que no logró el proceso constituyente en cuanto a representar totalmente los intereses del pueblo soberano, hay que trabajar con la misma idea y fuerza que planteó Miguel Enríquez hace cincuenta años: acumular fuerza propia.