Clubes de barrio, un semillero para las pibas
En el corazón de Palermo, hay una cancha de fútbol que linda con la Escuela N°9 D.E. 2 “Coronel Genaro Berón de Astrada” y está asentada en la Plaza Unidad Latinoamericana. En esa cancha de cemento, nació el “Club Social y Deportivo Medrano Palermo” que ahora tiene su propia sede a unas pocas cuadras de la plaza pero que continúa llevando adelante en ese espacio la escuelita y los torneos de fútbol donde se acercan las pibas y pibes que quieren practicar un deporte.
AGENCIA PACO URONDO habló con la Presidenta del Club Social y Deportivo Medrano Palermo Amira Stegman Daffar y con la Directora Técnica de los equipos de fútbol femenino de adultas y adolescentes del club, “Pitu”.
Agencia Paco Urondo: ¿Cómo se fundó el club?
Amira: El club se originó a partir de una necesidad que nos hace llegar un grupo de madres: muchas chicas y chicos que venían a la Plaza Unidad Latinoamericana querían hacer deporte, pero no podían usar la cancha. Ellas habían tocado varias puertas, pero no habían recibido ninguna solución a su reclamo, entonces, formamos el club. Un día fuimos a la plaza con un profe de educación física y arrancamos la escuelita de fútbol una vez por semana y de a poco fuimos creciendo. Eso fue en el año 2015 y en el 2018 ya habíamos formado el club con papeles y todo.
APU: ¿Cuáles fueron los desafíos que se encontraron a la hora de pensar un club de barrio que no fuera expulsivo para con las mujeres y diversidades?
Amira: Nos costó mucho, sobre todo por el uso de la cancha. Al ser un espacio público, la cancha estaba copada por varones. Cuando les tocaba jugar a los más chiquitos lo entendían más porque podían traer a sus hermanos y primitos a jugar, pero cuando empezamos con la escuelita y los entrenamientos de fútbol femenino fue mucho más conflictivo. Con el tiempo, logramos que entiendan y se acostumbren a que las pibas tenían un día y horario para usar la cancha. Eso no quiere decir que, cada tanto, aparece un grupo de pibes nuevo y haya que volver a explicarles, pero en general para el barrio está mucho más claro cuando es el momento de las pibas de usar la cancha. Además, muchas de esas pibas son sus novias, amigas o hermanas, así que capaz vienen a verlas y alentarlas.
APU: Podríamos decir que el club es un punto de encuentro entre personas de distintas edades, realidades y trayectorias que buscan practicar deporte, pero con búsquedas bien diferentes. Teniendo en cuenta esta diversidad, ¿Qué estrategias se dieron dentro del club para abordar estos espacios garantizando la inclusión de mujeres y el abordaje del machismo?
Amira: Los varones estaban acostumbrados a entrar en la cancha y estar horas y horas. Por eso, era muy importante que las pibas usemos el espacio, estemos presentes, tengamos nuestras propias camisetas y habitemos la cancha. Los pibes entendieron que las pibas eran parte del mismo club y de la misma familia. De 12 años para abajo, el fútbol en el club es mixto porque queremos que esas chicas y esos chicos jueguen a la pelota juntos y que cuando sean más grandes tengan incorporado el ejercicio de que la cancha también la pisan las mujeres.
Sin ir más lejos, el año pasado, a raíz de un convenio que firmamos con ocho clubes, la ONU y el Comité Olímpico, arrancamos en el club la escuelita de fútbol femenino para adolescentes. Con este proyecto, las pibas además de poder practicar deporte tenían Educación Sexual Integral. Eso ayudó mucho a afianzar al grupo.
APU: ¿La perspectiva de género y diversidades siempre estuvo presente en el club o fue algo que fueron incorporando paulatinamente?
Amira: Lo fuimos construyendo. La primera escuelita que armamos éramos un varón y yo al frente de la clase. Casi todas las compañeras que forman parte del espacio están desde que arrancamos a pensarlo. Tuvimos que desarmar muchas cosas, es verdad, por ejemplo, que nuestro rol como pibas no era lavar las camisetas, sino que podíamos hacer otras cosas. Siempre participamos. Lo que más se nos dificulto fue eso. Desde el momento que lo fundamos, con papeles y todo, la comisión directiva está conformada, en su mayoría, por mujeres y en nuestro estatuto hablamos explícitamente de la perspectiva de género.
APU: Pitu vos sos Presidenta de un club de barrio, ¿Cuáles fueron los obstáculos a los que vos misma te enfrentaste dentro del deporte?
Amira: Yo soy mujer, bisexual y tengo menos de 30 años. Si bien ahora está habiendo un recambio generacional dentro de los clubes, no hay muchos dirigentes chicos. Me costó mucho que me tomaran en serio o que no se dirigieran a otros varones del espacio creyendo que, en realidad, mandaban ellos y yo estaba como figurita. El problema fue más con el afuera que con el adentro, a la hora de dialogar con otros espacios. Ese fue el desafío.
APU: También formas parte de Somos Dirigentas, ¿Qué es y por qué es importante que otras mujeres que ocupan espacios de decisión y llevan adelante clubes de barrio puedan poner todo eso en común?
Amira: “Somos Dirigentas” es un colectivo de compañeras que formamos parte de los clubes, tanto quienes somos parte de las comisiones directivas como las que no, porque parte de nuestro trabajo es que esas compañeras lleguen a ocupar espacios de decisión dentro de las instituciones. Este colectivo está dentro de la Federación de Organizaciones Deportivas Argentinas. Nosotras sentimos la necesidad de tener un espacio que no sólo nos permita apoyarnos, sino que sirva para pensar la formación y la perspectiva de género para el resto de los clubes. Es un lugar donde pensamos proyectos en conjunto, armamos actividades y podemos salir a buscar más compañeras.
APU: Sos la directora técnica de las pibas, ¿Cómo fue que te acercaste al club?
Pitu: Al club me acerqué por una amiga de Corrientes que los conocía. Yo soy profesora de Educación Física y el fútbol ocupa un montón de espacio en mi vida. Cuando me ofrecieron dirigir a las pibas sentí que estaba cumpliendo un sueño. Ellas venían a entrenar siempre, pero les faltaba sentirse parte, eso lo conseguimos. Para ellas este es un espacio de contención, para salir de sus familias porque la mayoría son madres. Para muchas este es el único espacio propio que tienen.
APU: ¿Qué desafíos tienen por delante los clubes de barrio en la inserción de más mujeres al deporte?
Amira: Los clubes de barrio son fundamentales para la inserción de cualquier persona en el deporte. Las y los grandes deportistas de nuestro país salieron de estos espacios. Además, los clubes cumplen un rol social que tiene que ver con el acceso al deporte. Que estos espacios estén dirigidos por mujeres hacen que la perspectiva a la hora de pensar el deporte femenino sea otra, mucho más inclusiva, también de las diversidades.
APU: ¿Qué les dirían a las pibas que quieren jugar al fútbol y no se animan?
Pitu: Les diría que las puertas del club siempre están abiertas, que vengan a jugar y se sumen.
Amira: Que vengan a jugar, que vayan a cualquier cancha o club de barrio que tengan cerca y si no tienen una propuesta que la exijan.
CLUB NUEVA ERA, EL ORGULLO DE POMPEYA
Muy cerca de la villa Zavaleta y de la 1-11-14 está el Club Nueva Era, en el barrio de Pompeya. Fundado en el año 1922 por un grupo de vecinos, el club resistió las distintas coyunturas y se transformó en un espacio de contención para muchísimas familias que se acercan todos los días. AGENCIA PACO URONDO habló con Celina Cutipa, jugadora de tercera división del Club Nueva Era, y Cintia, delegada de fútbol femenino del club sobre una de las pasiones que las une, el deporte social.
APU: ¿Cómo fue que el fútbol empezó a ser parte de sus vidas?
Celina: Desde chiquita jugaba al fútbol con mi familia y me anotaba en los torneos del colegio. A los 15 años empecé a jugar en un club y de ahí pasé a Nueva Era.
Cintia: Yo me sumé hace 7 años al club. Empecé como mamá llevando a mi nene y a la semana, ya estaba preparando los festejos del Día del Niño. A partir de ahí, empecé a ayudar siempre en los eventos y hace dos años me convertí en delegada de las pibas de fútbol.
APU: ¿Cuáles fueron los desafíos con los que se encontraron a la hora de armar el espacio de fútbol femenino?
Cintia: Acá se armó y se desarmó varias veces el femenino. Yo iba a verlas porque eran las mamás amigas del club. Al principio se armó con las mamás. Se iba desarmando porque no teníamos horario o espacio en la cancha porque se le daba prioridad al baby. Ahora tenemos la misma prioridad para usar la cancha, eso marcó la diferencia. Con el colegio, el trabajo y los nenes, el espacio se iba deshaciendo solo, también. Ahora las chicas son más pibas. Hace casi tres años que el equipo funciona, con mano dura, pero va. Desde el club ponemos todo para que las chicas puedan entrenar e intentamos inculcarles el respeto por el equipo.
APU: ¿Qué lugar ocupa el club en sus vidas?
Celina: Más allá de los entrenamientos, todas nos sentimos parte del club y queremos defender los colores. Yo jugaba en otro club, pero sólo iba a entrenar porque el femenino estaba muy oculto, acá es diferente.
Cintia: Nueva Era es más que un club, es una familia.