Patagonia rebelde: un poema de Liliana Ancalao
La poeta Liliana Ancalao nació en Diadema Argentina, un pequeño pueblo ubicado a pocos kilómetros de Comodoro Rivadavia, en la provincia de Chubut.
Pertenece a la comunidad mapuche-tehuelche Ñamkulawen y parte de su familia se encuentra en una comunidad Mapuche de Cushamen. Es Profesora en Letras y ha integrado un grupo universitario de investigación del mapuzüngun.
En esta oportunidad la hemos convocado para que comparta con nuestros lectores el poema de su autoría "La tarde del sábado para lavar la ropa", dedicado a los obreros rurales que fueron fusilados durante las huelgas patagónicas entre los años 1921 y 1922.
Aquí reproducimos, además de su poema, unas palabras referenciales de su autora.
Peligros de la memoria y la ternura
1
Hay una larga memoria en mi familia y en mi pueblo.
Cuando era niña, en algunas vacaciones escolares, recorríamos, con mis papás y mis hermanos, los ochocientos kilómetros que nos separaban de Cushamen e íbamos a visitar a mi abuela materna. Pasábamos por Costa, Tecka, El Maitén, Ñorquinco.
En ese recorrido, imágenes del paisaje, de rostros, de fisonomías, se iban aquerenciando en mi memoria. Ya en Cushamen, era el encuentro con la familia, la presentación de alguna persona que llegaba a la casa a caballo, y que siempre resultaba ser un pariente:
-este es su tío
-ése viene a ser un primo suyo
Los niños jugábamos, sueltos por el patio, cerca de la quinta, de los corrales o del río. Pero a la tardecita escuchábamos las conversaciones que fluían en la cocina, entre los grandes. Contadas del estanciero que les seguía corriendo los alambrados, de la policía a la que siempre se le iba la mano castigando a algún paisano. De los desalojos.
Contadas de la injusticia que se iban registrando junto a la bronca. Reflejos de un mundo en el que los ricos seguían avanzando, acaparando las que habían sido nuestras tierras, al mismo tiempo que ofrecían la limosna de un trabajo de peón a los damnificados. Con los milicos, a su servicio.
Cuando llegaba algún anciano, las memorias eran de un tiempo anterior y se contaban entre llantos. Se referían a los asesinatos, a las torturas, a los arreos de las familias hacia los campos de concentración. Durante y después del Füta wingka malón, con los soldados como perpetradores, con los ricos como financistas. Contadas que se amontonaban en el rincón del dolor.
2
Tenía poco más de veinte años cuando vi, en Comodoro Rivadavia, el reestreno de la película basada en la investigación de Osvaldo Bayer “La Patagonia Rebelde”. Recién había iniciado mi camino de regreso al origen.
El film no visibiliza la presencia de los pueblos originarios del sur, y en ese entonces yo tampoco me percaté de su protagonismo en este relato, aunque me resultaron familiares las imágenes de los obreros y los peones representados en él. También me resultaron conocidas la violencia homicida de los milicos, su accionar impulsado por los patrones de estancias.
3
Mucho tiempo después escuché a Katrilaf, lo escuché digo, leyéndolo en un libro. En archivos destapados al otro lado del océano, aparecía el registro de esa oralidad que yo había alcanzado a escuchar cuando niña. Katrilaf contaba a Lehmann-Nitsche su historia de muchacho maniatado y encerrado en los corrales de un campo de concentración en el Chubut, junto a la gente de Foyel, Inakayal. Su relato de seres humanos arriados por los soldados del comandante Laciar, como si fueran animales por cientos de kilómetros.
Relatos de ese genocidio del que somos sobrevivientes.
4
En esos mismos años, como parte de un grupo de investigación universitario, merecí un viaje a la localidad de Puerto Deseado. Nuestro objetivo era hacer un recorrido guiado por los lugares donde había pasado parte de la historia de las huelgas rurales del 20. En el relato de la guía escuché las balas picando cerca y los gritos de los peones torturados, presos en la comisaría de ese pueblo.
5
De ese viaje regresé a mi hogar, con la necesidad de escribir ese poema que siempre había querido, en homenaje a mis héroes, los peones.
Volví a releer el viejo libro de Bayer, editado por Galerna “Los vengadores de la Patagonia trágica”. Volví al pliego de condiciones redactado, por los trabajadores organizados, en noviembre de 1920 con el título de Convenio de Capital y Trabajo y después, prácticamente, tropecé con una foto.
Es una foto en blanco y negro, entre las páginas 60 y 61, foto de contornos difusos en la que reconocí a los hombres que desde niña había visto en Tecka y en Ñorquinco, su porte y su vestimenta, sacos usados que les quedaban grandes o chicos, cortos de manga. Su camisa de cuello gastado, su pañuelo al cuello.
Reconocí a los wentru de mi pueblo, a los hombres de otros pueblos originarios obligados, por la necesidad, a ingresar al mundo capitalista con una identidad asignada, la de peón rural.
En el pliego de condiciones para volver al trabajo, uno de los pedidos es:
PRIMERA c) El sábado a la tarde será única y exclusivamente para lavarse la ropa los peones, y en caso de excepción será otro día de la semana.
Después, sobrevino la escritura de este poema que mi memoria venía escribiendo desde antes de mi niñez.
Liliana Ancalao Meli
Luna de la sequía 2023. Puelmapu Wallmapu.
En el pliego de condiciones para volver al trabajo, uno de los pedidos es: PRIMERA c) El sábado a la tarde será única y exclusivamente para lavarse la ropa los peones.
La tarde del sábado para lavar la ropa
Entre los peones que cayeron fusilados en las huelgas rurales de 1920 y 1921, seguramente había hombres de los pueblos originarios que cuarenta años antes habían recorrido libres los territorios del sur
la tarde del sábado
para lavar la ropa
pedían
los peones
que ahora les llamaban así
a los empobrecidos
williches pikunches
ahonikenk shelknam
yagan kaweskar
y también
los kamollfunche
cuarenta años después
un rato de ser wentru pedían
aunque los alambrados
no les dijeron
no
a su pedido
siempre fueron afables
tampoco sí
a las ventanas de brisa
en el galpón cerrado
un suspiro limpio que ventile el pecho
y se lleve el olor de los corrales
lo desparrame
como el agua enjabonada
el sábado a la tarde
en el patio de la estancia
un respiro de aire
sin patrones
que ahora debían llamarle así
a los muy enriquecidos
no les dijeron no
los muy prolijos
hicieron venir a los milicos
y no les dieron
tiempo para lavar su cara y su cabello
que el agua corra hasta sus pies
el sábado a la tarde
para lavar sus calzoncillos
la camisa
la roña de los puños
la mugre del cuello
los sudores
de la espalda
salir del ciclo de la lana
por un rato
que la parición
que cortarles los huevitos a las crías
y la señal del patrón en las orejas.
que la pelada del ojo
que la esquila
que los fardos de lana trepándose
hasta el techo
no tuvieron
los bancos que pedían
para sentarse
descansar el cuerpo
armar el círculo de la conversa
y el silencio
y que en los puestos
esa distancia alambrada
en la inmensidad del latifundio
el hombre no esté solo
condenado a estar impar
eso pedían
a cambio de volver
a producirles las ganancias
y los ataron
como hacía cuarenta años
a sus parientes
allá por el Chubut
en el Corral de Sacamata
como a animales
los milicos obedientes
de los muy enriquecidos
no les dijeron no
tampoco sí
al sábado a la tarde
para volver a ser wentru
por un rato
para lavarse
bancos
velas
aire
no estar solos en los puestos
no más pedían
balas
les dieron
los milicos obedientes
primero los pusieron paraditos
y en fila
como los postes del alambre
a los peones que se habían atrevido
les apuntaron ahí
a la memoria
y fueron cayendo
las camisas con sangre
que ningún jabón refregará
el sábado a la tarde
y vuelve
a gotear el dolor
mierda
vuelve
sábado rupanantü ngillaengün
Pu peon ragniñmaleyngun tiye mew, huelgas rurales 1920 ka 1921, lanümngefuingun trokifalmülefuyngun pu wentru engu tuwun, melimari tripantuy miawuingun willi wallmapu mew
sábado rupanantü
ngillaengün
ñi küchatuam
ti pu peon
fewla pingefuingün femngechi
kuñifalkewentru
williches pikunches
ahonikenk shelknam
yagan kaweskar
ka
pu kamollfunche
meli mari tripantü wüla
alüñma wentrungeyngün ngillayngün
mülellelngün pu alambrado
pilafingün
“no”
ñi ngillan mew
rumel ayüfalngeyngün
kafey may
ti ñochikürüf ñi trololruka mew
nürüf galpón mew
kiñe afkizuamn nülakünufi ruku
yeniey pu malal ñi nümün
püdümüfi
kafuntuko reke
sábado rupanantü
ti estancia ñi lepün mew
neyen ñi neyün
nielay patron
fewla pingefuingün femngechi
we ülmen mew
pilafingün “no”
azüngefuyngun
pieluyngun ñi akun pu miliko mew
ka elulaenew
antü ñi küchayam ange kal lonko
ko lefüy ñi namun püle
sabado rupanantü
ñi küchayam
charawilla kamisha
ñi poz
trapümkülechi kug
pel furi
ñi arofünko
tripan ñi ofishamongen mew
kiñe alüñma
ñi ofishakoñün
ñi entukütraun
ñi ngüneln ñi we ülmen pu pilun mew
ngechafün
ka keziñn
kalfardo ekopüraingun
wenteruka pule
nielaingun pu wanku
ñi anüam
ñi ürkütuam kalül
wallorupaleingun
ñi nütram ka ñüküfküleam
mülewe mew
tüfeichi ñi alambrada tuntewüzalen
alüalün latifundio mew
wentru kisulelay
ngiyuntükuwentru mür ngeno
tufachi ngillayngun
trafkintu mew
ñi yalltuam pülata
trarifingun
melimari tripantuy reke
ñi pu mongeyel mew
tiye mew Chubut mew
Sakamata malal mew
pu kulliñ reke
pu miliko tangkülu
koila ülmen mew
pilafingun no
kafey may
sabado rupanantü mew
wentrungey ka
kiñe alüñma
küchawam
pu wanku
pu fela
neyün
kisulelan mülewe mew
fey müten ngillafuyngun
pu bala
elufingun
pu tangkümiliko
penchu witrafingun
wif mew
alambre ñi üngko reke
pu peon ngenollükangeyngun
küllintufingun tüfey mew
ñi kimniekan mew
tranayngun ñochikechi
kamisha mollfüñ mew
kafun kiñe no rume pingüzülay
sábado rupanantü
kutrantuy
chizkütripatuy
fotrü
wiñoy kutrantuam