Raquel Robles: “La literatura política tiene esa condición de tratar de rescatar las voces”
Raquel Robles es escritora, docente, periodista, autora del libro Pequeños combatientes, en el que se explora el universo infantil de los hijos de desaparecidos a partir de una reelaboración del lenguaje de la militancia, y de Perder, novela ganadora del Premio Clarín de novela 2008. Es fundadora de la editorial Siberia, además de ser una de las fundadoras de H.I.J.O.S., donde militó diez años. Agencia Paco Urondo conversó con ella sobre memoria y literatura.
Agencia Paco Urondo: Quería preguntarte cuándo esa ausencia, ese dolor se convierte en lucha y, luego, deviene en escritura.
Raquel Robles: Creo que más bien se da a la inversa, en el sentido de que escribir, escribí siempre. La militancia específica por los Derechos Humanos vino mucho después, en el 95. Ahí ya tenía 24 años.
APU: ¿Escribías sobre qué temas?
R.R.: Nunca escribí sobre Derechos Humanos, salvo en mi militancia. Todo el tiempo que estuve en H.I.J.O.S., que fueron muchos años, lo que hice fue escribir los discursos de la agrupación. Fue una tarea intensa que me entrenó bastante para la escritura porque tuve que trabajar para encontrar una voz construida por lo que cada persona quería decir, los discursos se escribían muy colectivamente. El momento previo a la escritura del discurso era una asamblea especialmente dedicada a eso donde cada une decía lo que quería que dijera el discurso y a mí me tocaba como reunir todo eso en un solo texto.
APU: Me gustaría saber cómo se relaciona esta fuerza de la escritura con la memoria.
R.R.: Los géneros se van como trasvasando y tiñendo el uno al otro. Esa escritura bien política seguramente tiñe mis textos. Ahora que lo pienso, en los últimos años he escrito muy preocupada por las voces, por sus construcciones. Me parece que la literatura política tiene esa condición de tratar de rescatar las voces.
APU: La restitución de la memoria ¿cómo llega a las generaciones que vienen o que no la vivieron? ¿Esta trascendencia de la escritura, cómo la vivís?
R.R.: Escribir para trascender es un poco fuerte, un poco mucho. No escribo para eso. Pero sí, sobre todo con uno de mis libros que es Pequeños combatientes tuve la experiencia de ser leída por gente muy joven, por niños y niñas, inclusive. Es un libro que se lee en la escuela para trabajar el día de la Memoria. He tenido devoluciones muy lindas, por ejemplo, los trabajos que hicieron niños y niñas de Lugano sobre este libro que, me parece, habla bastante de cómo las nuevas generaciones hacen soporte a las narraciones que, en definitiva, las construyen. Está en el basamento de lo que están viviendo.
APU: ¿Cómo fue tu experiencia en la infancia?
R.R.: En Pequeños combatientes intenté transmitir un poco, esa experiencia, que no fue una como las infancias en general, sobre todo en aquellas donde hubo una situación trágica y, después, la vida se recompone. No se vive trágicamente cada día. La vida se va imponiendo, con eso que pasó como telón de fondo. La escuela, los primeros amores, las preocupaciones infantiles y púberes, el humor, inclusive, todo eso pasa como en cualquier infancia.
APU: Conectado desde la singularidad de lo personal a algo que pasa a ser colectivo.
R.R.: Eso pasó bastante cuando nos encontramos en H.I.J.O.S., eso que nos había parecido a cada uno tan particular, resulta que se repetía un montón de veces en otros montones de historias. Eso nos ayudó muchísimo en lo personal de cada quien, pero eso nos ayudó a entender que estábamos dentro de una trama mucho más grande que la propia vida.
APU: Por eso intentaba relacionar memoria y escritura, no tanto por la trascendencia individual sino para que las generaciones futuras pudieran tener en cuenta esto que pasó, que nos pasó a todos.
R.R.: La memoria de un pueblo no se restringe al tiempo vital de cada generación, necesita de esa memoria para no empezar las luchas desde 0. Y no es una fotográfica, una en la que se pueda colectar algo del pasado y se trae tal cual. La memoria son narraciones, historias que se van contando y son muy maleables. Cada grupo, cada generación va moldeando esa narración y le va poniendo lo propio, se va mirando esa época con los ojos de cada momento.
APU: ¿Cómo se vive hoy que sí tenemos en cuenta la mirada femenina?
R.R.: En principio, las nuevas miradas sobre el genocidio toman en cuenta padecimientos que, en ese momento, no, como el plus de ser mujer. Los delitos sexuales, que no estaban tenidos en cuenta. El plus de ser homosexual, también. Cómo esas identidades generaron una violencia mayor. Además del odio de clase, estuvo el odio por cuestiones de género. En los primeros 30 años de democracia, esos delitos no eran tenidos en cuenta o esa mirad no los incluía. También nos permite pensar las narraciones de la militancia de ese momento con otros ojos, cómo esa generación estaba construyendo o empezando a construir una forma distinta, más colectiva, de la maternidad, cómo se estaba intentando un feminismo al interior de las organizaciones políticas y cómo el genocidio nos retrasó tantos años. Me parece que está bueno hacer esos rescates, porque nos permite pensar que esto que estamos viviendo no empezó ahora. Inclusive el amor libre o el poliamor, tienen mucha historia, viene de muy lejos. Te permite tener una perspectiva histórica, de construcción, que nos saque de la idea adolescente de que todo empieza con nuestra generación.
“Si mirás las contratapas de los libros, te diría que en un 99% te cuentan de la narración, pero nada acerca de los procedimientos que construyeron y viabilizaron esa narración”.
APU: Te escuché decir que siempre se cuenta la historia del héroe y lo hace un varón. Por suerte, ahora, tenemos voces femeninas hablando de memoria desde la literatura. Me gustaría que recomiendes algunas de ellas.
R.R.: En esa charla que vos te referís estábamos conversando con Marta Dillon, que es mucho más feminista que yo, y nos preguntábamos si hay una literatura feminista, en la que se pueda distinguir el género. Y coincidíamos en que, ojalá, la idea de género se vaya diluyendo. También, creo, que va quedando claro que la supremacía humana es un problemón para el planeta. Está bueno empezar a pensar en términos de lo que está vivo. En ese sentido, la literatura, también debiera empezar a diluir esos límites. La literatura, otra cosa son los privilegios que tienen, hoy día, los varones por sobre las mujeres. Hay una cosa que se llama discriminación positiva, que es darle más oportunidades a los sujetos sociales que, históricamente, tuvieron menos. Cuando se va a buscar un libro para leer literatura, ponderar la literatura. Si mirás las contratapas de los libros, te diría que en un 99% te cuentan de la narración, pero nada acerca de los procedimientos que construyeron y viabilizaron esa narración. Eso es peligroso, siento que hay una tendencia del mercado de perder la literatura. La literatura lleva tiempo, trabajo. Cuando escribo una nota, si bien me lleva mucho trabajo previo, no lo es tanto al momento de contar una historia, son procedimientos de mucha más velocidad. Cuando tenés que escribir un libro, tenés otro tipo de preguntas procedimentales. Si es en primera persona o no, cómo va a estar mostrado el tiempo, cuál va a ser la estructura, qué estrategias. Responderlas lleva otro trabajo y el mercado no tiene tiempo para ese trabajo. Entonces tenés libros que ponderan la historia y cómo está contada no importa tanto. Lo que recomendaría es una actitud lectora que sepa que la lectura implica un trabajo. No porque uno no pueda leer literatura “fácil”.
APU: Esta pregunta va enlazada con tu nueva función como editora ¿Qué ves a la hora de elegir un libro para publicar?
R.R.: Es muy difícil, para mí, elegir un libro para publicar. De hecho, este año voy a publicar pocos libros porque hace falta dinero y no tengo, como editora intento de tener un trato justo con quien escribe, mi propuesta es que ganen exactamente lo mismo que yo. Entonces, necesito encontrar un escritor, escritora, que escriba literatura. El libro de Facundo Abal que editamos con Siberia es un libro que cumple con ese concepto. Además de contar una historia muy intensa, hay un trabajo literario. En el caso de Facundo está muy bien resuelto, pero a veces, los libros, siempre son un trabajo en proceso. Es una intuición, vos decís “acá hay algo”, y tal vez tengamos que leer de este escritor o escritora 2 o 3 libros más para que termine de cuajar ese trabajo. El scouting es muy difícil.