Carlos Balseiro: “Si un país no invierte en educación y ciencia estará destinado a ser de segunda”
Carlos Balseiro es físico teórico y se desempeña en la Comisión Nacional de Energía Atómica. Ha sido investigador de CONICET, profesor y director del Instituto Balseiro. Conversó con Agencia Paco Urondo sobre la importancia de la energía atómica para el desarrollo de nuestro país y el lugar que ocupa el Instituto Balseiro en ese hito. Nueva entrevista del Ciclo Soberanía y Desarrollo.
Agencia Paco Urondo: ¿Cómo nace y qué es el Instituto Balseiro?
Carlos Balseiro: El instituto nace de una de un convenio entre la Comisión Nacional de Energía Atómica y la Universidad Nacional de Cuyo como una escuela de Física. Hoy, casi 70 años después, es una facultad de la Universidad Nacional de Cuyo y tiene la carrera original, que es la Licenciatura en Física, y el Doctorado en Física. Además, tiene 3 ingenierías: la nuclear, la mecánica y de telecomunicaciones. Maestrías en Física, en Física Médica, en Ingeniería, doctorados, un importante número de carreras y de estudiantes. Es imposible, creo, pensar en un país desarrollado que no tiene educación y ciencia, que no es capaz de crear conocimientos para volcarlo a mejorar la calidad de vida de la sociedad. De manera que son dos pilares sobre los que se tiene que montarse el programa de desarrollo. Esto se dice y se repite, no necesariamente es fácil de implementar y, por supuesto, es caro.
APU: Cuando decís caro, ¿En qué sentido lo expresas?
C.B.: Hay una anécdota que le asignan a Houssay, el primer premio Nobel argentino de ciencia. Dijo: “si la ciencia les parece cara, prueben con la ignorancia”. No hay muchas opciones: uno invierte en educación y ciencia, en la creación de conocimiento, o estará destinado a hacer un país de segunda. En el sentido de exportar materias primas. Pensar en una economía con valor agregado es pensar en la capacidad de generar el conocimiento que hace falta para implementarlo. Hay problemas que son universales, otros tienen aristas propias de nuestra sociedad y hace falta ser capaces de generar el conocimiento que nace de los estudios, las investigaciones, para poder resolverlos. O esperar a que vengan a hacerlo de afuera, en cuyo caso tenemos que olvidarnos de ser un país soberano.
APU: ¿En qué lugar se encuentra nuestra ciencia, luego de más de un lustro complicado?
C.B.: Argentina tiene muy buena ciencia, una tradición de muchos años que nos pone, en algún sentido, en una buena posición. No hay otro país en Latinoamérica con tres premios Nobel en ciencia. Esto es una opinión, por supuesto. Hoy, hay países que se han acercado y, en algunas áreas, han superado a los otros de la región. ¿Cómo eso se vuelca al desarrollo tecnológico? Es otro problema. Hay una suerte de mito urbano de que los científicos se encierran en una torre de cristal para pensar en los grandes problemas del universo y no atienden a las demandas de la sociedad… diría que eso no es así. En mi ámbito, muchos de mis colegas están realmente interesados y entusiasmados con la posibilidad de volcar todo lo que han recibido al desarrollo tecnológico de pequeñas empresas.
"El problema fundamental reside en no encontrar la forma de promover un sistema que sea amable para generar pymes o empresas de base tecnológica"
APU: Hablabas de interés y entusiasmo ¿A dónde estaría la traba?
C.B.: Creo que el problema fundamental reside en no encontrar la forma de promover un sistema que sea amable para generar pymes o empresas de base tecnológica. La economía de Argentina es muy compleja, en general. Se dice que entre la academia y la empresa hay un “valle de la Muerte” muy difícil de pasar. En nuestro país, ese valle es mucho más profundo. Es complicado importar y exportar, es difícil lograr condiciones que permitan a las ideas que nacen en la academia fructificar en una PYME. Sin embargo, hay ejemplos claros de que es posible. Bariloche es uno que merece ser estudiado con profundidad. Primero, la llegada de la ciencia a través de un programa que Perón promovió en los finales de los 40 y terminó en un fracaso total, el de Richter y la Isla Huemul. Podría haberse terminado todo ahí, sin embargo, quienes eran responsables en ese momento de la Comisión de Energía Atómica que había sido creada para darle un marco a ese programa, dijeron “esto fracasó, pero nosotros vamos a hacer las cosas bien, vamos por más”. Ahí nace el Centro Atómico Bariloche. Fue una actitud muy importante, que permitió que la Comisión de Energía Atómica empezar a hacer estudios de Física Nuclear. Lo interesante es cómo se fueron dando las cosas. Los laboratorios de investigación dieron lugar, primero, a un programa de Física Aplicada del doctor Varotto para transferir ese conocimiento a la industria. A partir de eso, se dieron cuenta que la CNEA no era el instrumento apropiado para vender tecnología y nace INVAP.
APU: ¿Cuáles fueron las particularidades que ocurrieron para que esto suceda?
C.B.: Una fue la continuidad de cierto apoyo estatal a la Comisión de Energía Atómica, por diferentes razones. Hubo épocas de vacas flacas, los 90 fueron terribles, pero efectivamente, a lo largo de casi 70 años hubo continuidad. Los grupos crecieron, hubo estabilidad laboral y estabilidad de los programas que nacían, eso permitió llegar hasta este punto. Si uno cambia de rumbo cada 5 o 10 años, es imposible. Sin leyes apropiadas para saltar por encima de ese valle de la muerte para generar valor agregado, es muy difícil. El estar en Bariloche, creo, fue un elemento importante. La convulsión política en las grandes urbes atenta contra esa estabilidad. Aquí estábamos lejos de los problemas, no quiero decir que eran ajenos a nosotros, pero no estábamos imbuidos necesariamente en cierto tipo de problemas y la gente podía dedicarse a pensar justamente en ciencia, en desarrollo, en tecnología.
APU: ¿Los avances tecnológicos, entonces, se dieron por esa continuidad?
C.B.: La ciencia argentina está sana, entonces, circunstancialmente aparecen cosas. El trigo resistente a las sequías de la doctora Chan, es un ejemplo. Creo tenemos historias de individuos, gente que fue capaz de hacerlo porque estuvo en el momento apropiado, con la idea y las capacidades apropiadas, pero es difícil si uno no implementa sistemas que promuevan esto. Insisto, no es que los investigadores no tengan interés. Veo en las nuevas generaciones una voluntad de transferir el conocimiento para generar pequeñas empresas, pequeñas PYMES de base tecnológica y, sin embargo, encuentran trabas de carácter administrativo burocrático muy fuertes. Hay que pensar en cómo legislar, hay personal muy calificado, el problema no pasa por la gente sino por la organización de nuestra sociedad.
“Veo en las nuevas generaciones una voluntad de transferir el conocimiento para generar pequeñas empresas que encuentran trabas administrativas muy fuertes”.
APU: ¿Esas trabas burocráticas se generan por una cuestión de dónde sacar el dinero? ¿Sería necesario enfocar ese flujo en una dirección específica?
C.B.: Estamos en un momento donde todas las agencias que financian la ciencia en todo el mundo, cada peso que se destina a investigación, es un peso menos para otras cosas. En algún momento se pensó que toda la investigación debía estar orientada hacia la generación de riqueza. Eso está bien en algún sentido, pero desde hace varios años, los investigadores, pusieron sus peros, porque si uno se enfoca demasiado en problemas que son propios de esta época, van a aparecer otros y no vamos a saber cómo atacarlos. Tal vez, la pandemia fue un ejemplo y supimos cómo atacarla en algún sentido, pero cuáles son las cosas que nos van a sorprender si nosotros no estamos atentos a un estudio más o menos amplio de todas las áreas del conocimiento, podemos llegar a meternos en un problema. Una parte de los recursos tiene que estar destinada a la investigación impulsada por la necesidad de entender mejor la naturaleza, otra a encauzar ciertas cosas hacia la generación de riqueza, tiene que ser un equilibrio.
APU: ¿Qué significaría “encauzar ciertas cosas hacia la generación de riquezas”?
C.B.: Nosotros tenemos ciertas riquezas, materias primas. Tenemos que saber explotarlas bien, respetando la naturaleza, el ambiente, generando una economía con valor agregado. Si bien es cierto que, en determinadas ocasiones, es un buen negocio y hay que hacerlo, no vender materias primas exclusivamente, las cuestiones de energía son importantes. La cuestión nuclear, que en una época tuvo mala prensa y hoy está siendo revisada porque, efectivamente, para la descarbonización de la atmósfera no hay muchas soluciones. La energía nuclear va a jugar un papel central y el desarrollo tecnológico que tenemos en el área nuclear es muy importante. Seguir avanzando en esa línea, definitivamente: en el litio, en el gas. Si bien no es la panacea, es mucho más limpio que el carbón o los hidrocarburos pesados. En una época de decisiones, mucho mejor el gas que cualquiera otra cosa que podamos quemar. El litio no es una fuente de energía, es un vector que permite hacer baterías y guardar energías: es el envase, digamos.
APU: Hablaste de posibilidades de desarrollo y los medios hablan de que, otra vez, los científicos buscan irse del país. ¿Es así?
C.B.: Diría que es un problema recurrente, es una ola. Hubo épocas en donde la deserción era muy importante. A principios del siglo 21, los programas de repatriación de científicos hicieron que muchos volviesen del exterior. Hoy, de vuelta, los problemas económicos provocan que haya gente pensando en emigrar, gente muy bien formada, que tiene capacidades de conseguir trabajos en la academia o en empresas de lugares prestigiosos y que aquí les cuesta comprar una casa, un auto, mantener la familia. No como en los 90, pero hay cierta búsqueda de los jóvenes fuera del país, porque sienten que acá tienen un techo demasiado bajo. Como dije, son las políticas de Estado las que pueden dar estabilidad a todo este proceso de crecimiento, sino es muy difícil. Un proyecto de investigación y tecnológico lleva mucho más tiempo que los períodos propios de la democracia.
APU: INVAP vendría a ser un ejemplo de cómo hacer las cosas.
C.B.: Creo que INVAP existe gracias a la figura del doctor Varotto, de la misma manera que el instituto pudo desarrollarse gracias a la figura de mi padre y de otra gente que trabajó con él. Son historias de personas, como digo, más que una historia del país como tal promoviendo el desarrollo tecnológico. Como conté antes, cuando vuelve de estudiar de Stanford con la idea de formar un Departamento de Física Aplicada, empieza a concretarlo dentro de la Comisión de Energía Atómica. Insistía en que había que hacerlo pero, en ese momento, la comunidad no estaba preparada para sus ideas. Gente muy importante, responsable, prestigiosa, decía que estaba mal lo que hacía, que distraía, quemaba recursos o que no iba a poder. Es muy difícil que todo el mundo esté de acuerdo. Lo que tiene que haber son reglas claras y que la gente se anime. La historia de INVAP, insisto, es la historia de Varotto en algún sentido y de la gente que él formó y preparó. El doctor Otheguy ha sido un gran promotor de INVAP, hoy es una empresa que merece todo el reconocimiento de la sociedad, porque la única tecnología propia que Argentina ha sido capaz de exportar, es la nuclear.
APU: A tal punto de exportar a países desarrollados.
C.B: Al principio vendía reactores a países menos desarrollados que la Argentina, pero hace una década o más se le vende a Australia, que es un país del primer mundo. Ahora a Holanda, que es vecino de Francia, país con un desarrollo nuclear muy importante, que tiene vínculos con Canadá, con Estados Unidos. Sin embargo, en las licitaciones, nuestro país fue capaz de plantarse y mostrar que puede satisfacer las necesidades, a precios razonables. Son reactores de investigación o de producción de radioisótopos para medicina y para la industria, no son los que hacen falta para generar energía, pero Argentina encontró un nicho en donde puede exportar tecnología.
APU: ¿En qué otras áreas ves científicos que puedan lograr un salto?
C.B.: La inteligencia artificial no es algo que yo conozca mucho pero es esencialmente el desarrollo de análisis de grandes datos, de Big Data, gente que está en las áreas de computación y de análisis de datos que son los que pueden hacer cosas en el desarrollo de soft en Argentina, está bien. Hay gente que hace neurociencias, que están muy bien calificadas, que son muy competentes. Biología es el área histórica, la investigación tecnología nuclear y hay gente que tiene mucho prestigio en ciertas áreas de la ciencia, gente que tiene reconocimientos internacionales en cosas como matemáticas, obviamente biología molecular, bioquímicas, son áreas tradicionales de nuestro país.