Higinio Roberto Calamita: "En la cárcel, el color del uniforme ayuda a esclarecer de qué parte estar"
AGENCIA PACO URONDO conversó con Higinio Roberto Calamita, autor de Ejercicio de memoria, su primer libro. Argentino exiliado en Italia, militó en el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) durante los años 70 y fue encarcelado durante la última dictadura cívico-militar.
A lo largo de siete relatos, narra los conflictos y padecimientos vividos en cautiverio y convoca a reflexionar en profundidad sobre los avatares de la existencia, sobre las relaciones humanas y la tragedia de los pueblos que deciden llevar a cabo alguna forma de resistencia colectiva.
Agencia Paco Urondo: En el prólogo del libro sostenés que una vez en libertad, la vida continúa enriquecida, y se sigue escribiendo aunque con sentido terapéutico ¿Cómo iniciaste esta experiencia de escritura?
Higinio Roberto Calamita: La idea fue la de hacer un regalo a mi amigo y compañero de celda, Rafael, considerando que en el reencuentro, la evocación de algunas anécdotas le habían hecho mucha gracia. Pensé que podía intentar plasmar aquella alegría. Porque, tal vez, esto era lo más importante: el triunfo de la alegría. Que quiere decir muchas cosas, por ejemplo, que no nos vencieron, que no lograron callarnos. Hay muchos modos de asociar la risa a la vida. Pero estas nuevas hilaridades, estos nuevos abrazos, también merecen ser contados. Aquellos, en el encierro, porque eran la espina dorsal de toda resistencia, y los actuales porque no solo la evocan sino que son el motor para seguir.
La historia de la humanidad y hasta nuestras historias familiares enseñan que hay 2 modos para sobrevivir a periodos dramáticos. Tratando de olvidar y dejando que crezcan solos algunos grandes fantasmas y grandes miedos, o pensando, reflexionando y por fin ironizando sobre lo vivido. Mamá Angelita, en los días previos a cada infaltable visita semanal a la cárcel, buscaba y memorizaba algún cuento gracioso para contar, entre los familiares primero, y para alegrar nuestra charla, después. Tanto era así que a la vuelta de la visita, ya en el patio de recreo, los compañeros me decían: “Che, gringo, dale, contá el último de tu vieja”.
APU: Si pudieses sintetizar con pocas palabras el sentido de este libro ¿Con cuáles lo harías?
H.R.C.: La población de los detenidos políticos se distinguía, en general, por su alto perfil humano, moral y profesional. Los aportes de compañeros expertos en ciencias sociales o psicólogos nos permitían elaborar estrategias de contención a los planes militares (a su vez, elaborados por otros profesionales) para la destrucción física, psíquica y moral de los presos políticos.
Este libro está escrito, en parte, como agradecimiento a aquellos compañeros valiosos e indispensables, con más experiencia y formación. Por otra parte, como testimonio para mis nietos y para aquellos jóvenes que, enfrentados a nuevos desafíos, necesiten saber qué hicimos antes.
Está escrito pensando en contar bien, más que en contar todo. Una de las primeras veces en que me llamaron a hablar, hice un relato cronológico, después del cual se durmieron todos. Inicialmente me rehusaba a contar, porque pensaba que habiendo tantos escritores, historiadores e intelectuales, los aportes de un perejil a sus 20 años resultaban poco importantes. Hasta que alguien me hizo notar el valor del testimonio. Solo quien estuvo en Sierra Chica puede describir al penetrante y monótono olor a desinfectante, a la creolina y la falta de colores fuera de los matices grises de las paredes y uniformes. Quien escucha, percibe inmediatamente la veracidad del relato y entiende que solo estando allí se pueden describir ciertos detalles. Desde entonces, a través de la Asociación 24marzo Onlus, periódicamente, organizamos charlas. El libro no es más que la anotación de algunas de ellas.
“Está escrito pensando en contar bien, más que en contar todo”.
APU: A través de los relatos se puede vislumbrar la manera en que pudiste sobrellevar esos 7 años de prisión, la fortaleza que adquiriste para resistir al castigo carcelario ¿Podrías describir algo acerca de esa experiencia?
H.R.C.: Un periodista le preguntó a Primo Levi si la dura experiencia en los campos lo había endurecido. “Usted está hablando con alguien que tuvo la suerte de sobrevivir. Los campos no fortalecen ni endurecen a nadie”, respondió. En todo caso, si se quiere indagar sobre el tema, es necesario hacerlo en la historia del sobreviviente, en los alimentos que han hecho fuerte a su físico desde la infancia, en los preceptos morales recibidos, en la cantidad de libros leídos, en las historias familiares, en las luchas precedentes que lo han forjado como persona.
En los largos años de encierro he repasado mi propia historia, gracias a la insistencia de algunos compañeros. La historia partisana y antifascista de mi padre, los dramas de los dos abuelos en la Primera Guerra Mundial, son todos precedentes que, seguramente, me han ayudado mucho a resistir el pasaje que llamo “el infierno”.
Unas semanas antes del arresto, en un cinefórum universitario organizado en el cine Rossini, de calle Soler, vi la película de Alberto Sordi. Detenido en espera de juicio, un film que denuncia el sistema carcelario italiano de esa época. Nunca conocí a los organizadores, aunque me gustaría poder agradecerles por lo mucho que esa película me previno y preparó. La cultura sí sirve para fortalecer al ser humano. Por último, la fuerza más grande llegaba de la fuerte solidaridad colectiva. Nadie se salva solo. Cualquier ex detenido lleva impresas estas palabras en su memoria.
APU: ¿Creés que hay más para contar o todo quedó plasmado en esta primera obra?
H.R.C.: Como le dije a Liliana, la primera amiga que encontré volviendo a casa después de siete años, el regalo ideal a un exdetenido político sería una enorme oreja a la cual poder contar las horas infinitas pensando respuestas. No obstante, por deseo personal, considero que es importante contar bien, intentar transmitir aquello imposible, y las vivencias humanas lo son. Pero aun así, intentarlo. Creo que la idea de memoria es antitética a la idea de síntesis, de simplificación. A través de nuestra Asociación en Italia, la 24marzo Onlus, participo a menudo en charlas sobre el tema, en calidad de testimonio. Desde entonces aprendí a dar una dosis de información intercalada a una de memoria.
No me considero un escritor ni mucho menos, aunque sí mantengo siempre una total disponibilidad a la búsqueda o al aggiornamento de quien se interese en el tema. Y a propósito del contar todo, el 6 de junio se llevó a cabo una iniciativa en Bahía Blanca, en el Centro Histórico Cultural de la UNS, donde se habló de la rica experiencia del Departamento de Agronomía en ese mismo edificio, en los años 73 y 74. Fue en ese contexto donde se desarrolló mi militancia. Experiencia que la historia oficial no solo olvida sino que trata de cubrir o enfangar.
APU: Desde tu mirada como militante y ex preso político ¿Cómo ves a la Argentina en el presente, desde Italia?
H.R.C.: La más difícil de las preguntas. Todo el panorama mundial es preocupante, especialmente por los riesgos de una escalada militar generalizada. Vivimos tiempos de grandes cambios a partir de la pérdida de liderazgo mundial de los EEUU. Los espacios nacionales están restringidos al mínimo y los intereses financieros cuentan más que las opiniones políticas. Los partidos, como nosotros los conocimos, desaparecieron. Así y todo, los cambios y mejoras sociales vienen siempre desde abajo, de la movilización popular y es desde los países de América Latina, el único lugar del mundo, desde donde llegan aires de resistencia. En política, más allá del caso particular o humano, cuenta el estar del lado justo de la Historia. En la cárcel, el color del uniforme ayuda a esclarecer de qué parte estar. Afuera es un poco más difícil y, a veces, complicado, pero frente a propuestas de retorno de los genocidas o de los entregadores del país al FMI, no deben quedar dudas.
Algo que desde Italia se percibe bien es el mérito que Argentina ha obtenido en el mundo entero por su política de los Derechos Humanos, gracias al cambio que Néstor Kirchner dio en este campo. La larga serie de procesos hechos en Roma, atinentes a victimas italianas, en buena medida han colaborado a ello, ya desde antes del fin de la dictadura. En la actualidad, se están llevando adelante procesamientos a tres genocidas y al excapellán frecuentador de Centros Clandestinos de Detención.