Gabriel Merino: “Pertenecer al BRICS significa la posibilidad de acceder a crédito sin los condicionamientos del FMI”

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APU ENTREVISTAS

Gabriel Merino: “Pertenecer al BRICS significa la posibilidad de acceder a crédito sin los condicionamientos del FMI”

04 Septiembre 2023

El investigador del CONICET y profesor de la Universidad Nacional de La Plata, Gabriel Merino, conversó con AGENCIA PACO URONDO sobre el ingreso de Argentina al bloque de los BRICS y qué impacto tendría para nuestro país.

Agencia Paco Urondo: ¿Qué significa, cómo impacta y cuáles son las consecuencias del ingreso de Argentina al BRICS?

Gabriel Merino: Al tema de los BRICS se puede entrar por varios lados. Primero, como institución clave multilateral del sur global y potencias emergentes que, de una forma u otra, desafían el viejo status quo o dominio occidental, y el viejo ordenamiento mundial. El surgimiento de los BRICS en 2006, su puesta en funcionamiento en 2009 y después, en 2011 cuando se suma Sudáfrica o en 2014 cuando lanzan el banco de los BRICS, genera un espacio donde convergen potencias regionales y todo un sector de la semiperiferia agroindustrial que pugnan por un mundo multipolar. Una cuestión clara que tiene que ver con una redistribución del poder y la riqueza mundial, están discutiendo la jerarquías interestatales, la división internacional del trabajo, están tensionando el dominio de los principales monopolios tecnológicos, financieros, comerciales al norte global, al G7.

Expresa un cambio profundo en la economía mundial. Lo que representaba el BRICS era el 10% de la economía en 1982, mientras que el G7 era el 70% del producto bruto a nivel mundial (si lo medimos a nivel nominal) o el 50% a precio de poder adquisitivo. Eso se dio vuelta: a precio de poder adquisitivo, hoy, los BRICS representan el 33% del PBI mundial y el G7 el 31%. Para Argentina, ingresar ahí es, en parte, subirse a ese a ese tren de potencias, espacios y semiperiferias emergentes (de hecho, el perfil de Argentina es ese), significa converger con Brasil, potencia principal a nivel sudamericano y protagonista de los BRICS, pero que necesita junto con Argentina traccionar a la región y construir un polo regional que participe en esta multipolaridad relativa a nivel mundial. 

Es claro que este vínculo con el grupo liderado por China está estrechamente ligado con el comercio argentino y con la inserción de nuestro país a nivel económico y comercial. Si mirás los principales socios comerciales, China, Brasil y la India representan el 36% del intercambio comercial de Argentina. Si sumamos la ASEAN (Asociación de Naciones de Asia Sudoriental), donde hay muchos candidatos a sumarse a los BRICS o si contamos todo el Mercosur, tenemos casi un 50% de nuestro intercambio comercial. El que tenemos con la Unión Europea y con Estados Unidos es del 23%. Ya es así y la tendencia empuja a que sea así, porque el motor de la economía mundial, hoy, es Asia, Pacífico e Índico, es donde crecen nuestros mercados. Pensemos que este año, el 50% lo que va a crecer todo el mundo lo expresan China e India, y son parte de nuestros grandes socios comerciales.

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APU: ¿Qué otras cosas discuten los BRICS?

G.M.: La discusión de una nueva arquitectura financiera mundial, que comienza en 2014 en la cumbre de Fortaleza, en Brasil, con el lanzamiento de un fondo de contingencia para los BRICS para cuando hay problemas de reserva, una suerte de FMI, y un banco que ahora se llama Nuevo Banco de Desarrollo y que preside Dilma Rousseff. Para el país, pertenecer al BRICS significa la posibilidad de acceder a créditos sin los condicionamientos del FMI que, obviamente, está vinculado a al viejo ordenamiento mundial y a la hegemonía estadounidense, hoy en crisis. También se está discutiendo el tema de la desdolarización a nivel mundial y la posibilidad de intercambio comercial sin depender de los dólares. En términos geopolíticos, geoeconómicos, de una democratización que se está produciendo en el sistema mundial, hay en todo eso mucho atractivo para Argentina como país de ingresos medios, emergente.

APU: Hablaste de desdolarización y la posibilidad de hacer intercambios comerciales con China a través de nuestras monedas locales, pero lo cierto que cuando se intentó hacer eso con Brasil, fue bajísimo el índice de los que escogieron hacerlo ¿Dónde reside la dificultad?

G.B.: Me parece que es interesante el planteo de Lula a (Gabriel) Galipo, a (Fernando) Haddad, parte del equipo económico que ya antes de ganar las elecciones en 2022 lanzan esta idea de moneda común, pero no única. Tener una unidad de cuenta comercial, algo superior a estos mecanismos de intercambio de monedas nacionales. Es lo que se está discutiendo en los BRICS, porque si no hay una unidad de cuenta común, que sería una moneda por unidad de cuenta que sirva como referencia común, la tendencia va a ser que los procesos de desdolarización estén dominados por la presencia del yuan; eso se está dando, empieza a ver un intercambio cada vez mayor en yuanes.

El tema central es que no sólo se trata de hacer un mecanismo de intercambio de monedas, sobre todo en América Latina con un área de mucha influencia del dólar, sino construir una institucionalidad como una moneda de referencia común, un Banco del Sur y otros mecanismos, unidades productivas comunes. Se habló, por ejemplo, de una planta de fertilizantes conjunta entre Brasil y Argentina, a partir del gas de Vaca Muerta. Sería clave porque sobre todo Brasil, pero también Argentina, somos grandes importadores de fertilizantes. A su vez, somos grandes potencias en producción de alimentos, así que los necesitamos. Es decir, los procesos de integración monetaria tienen que tener como sustrato procesos de integración productiva, financiera, institucional más profundos para que se den.

“China, Brasil y la India representan el 36% del intercambio comercial de Argentina”.

Cuando la Unión Europea estableció una unidad de cuenta, anterior al tema de euro, lo hizo porque desarrolló durante décadas (a partir de la comunidad del acero, del carbón, en términos nucleares y otras convergencias productivas muy profundas) esa Europa integrada. No es desdolarización, es construir instrumentos financieros monetarios propios. Cambiar el dólar por el yuan puede dar mayor margen de maniobra, pero no implica construcción de soberanía monetaria y financiera. Sí deja otro margen de maniobra, abre los espacios para que para construir otras herramientas. Hay un dato clave: venimos perdiendo comercio con Brasil desde el 2011, llegamos a 40.000 millones de dólares y creo que bajamos a 28.000, y ese número porque se recuperó un poco en los últimos años.

APU: Cuando decís pérdida de comercio ¿A qué te referís? ¿Qué vendíamos e importábamos y dejamos de hacerlo?

G.M.: Tiene mucho que ver con intercambio industrial. Lo interesante del intercambio con Brasil, el Mercosur y la región, es que pesa mucho el rubro manufacturas de origen industrial. Hay sectores primarios (somos grandes vendedores de trigo a Brasil) y otro manufacturas de origen agropecuario, pero hay, sobre todo, manufactura de origen industrial. Eso le hace perder densidad del Mercosur. Una de las cuestiones más interesantes que tiene el Mercosur es la posibilidad de vender productos con valor agregado. Bajó porque ese comercio intrarregional es dependiente del comercio extrarregional, de conseguir divisas a nivel internacional. Si pudiéramos tener una mayor autonomía relativa en el comercio regional podríamos expandir nuestra manufactura de origen industrial o incluso, manufacturas de origen agropecuario que tenga mayor valor agregado, sería un cambio sustancial para la región. Es un buen momento para discutirlo, a la vez que se están creando condiciones geopolíticas para un proceso de desdolarización. Condiciones que se aceleraron a partir de la pandemia y, especialmente, con la guerra en Ucrania y la utilización del dólar como gran arma en la guerra económica.

APU: Al mismo tiempo que se hizo el anuncio del ingreso al BRICS de Argentina, los dos candidatos de la derecha manifestaron que, en caso de ganar las elecciones, nuestro país no ingresaría, siendo que Bolsonaro nunca salió de los BRICS cuando ganó las suyas ¿Qué reflexión tenés, al respecto?

G.M.: En caliente y en forma no muy académica, en Twitter puse que “más que una derecha es una banda de ignorantes e impresentables”. Como vos decís, el propio Bolsonaro que asumió como una agenda pro Trump, directamente, no salió de los BRICS. Aunque expresen ideológica, cultural y políticamente lineamientos similares, hay algo más de inteligencia y de estructuras de poder real que entienden el juego y la dinámica geopolítica, económica actual y la inserción internacional. Insisto, es una estupidez por donde se lo mire. Es antieconómico, el 36% de intercambio comercial de Argentina es con Brasil, con China y con India y resulta que estos candidatos o quieren directamente terminar el Mercosur, o plantean este tema de no comerciar con China porque es comunista.

Es desconocer la característica de los BRICS, no es un club de potencias antioccidentales que se quieren pelear con Biden, cada vez que se reúnen, hay una heterogeneidad muy fuerte. India juega como socio de Estados Unidos en muchas de las políticas de contención a China. Me parece que es una derecha ultraideológica, antieconómica en su pensamiento, que no ve estas tendencias fundamentales. Es parte de la crisis de dirigencia en el sentido más profundo la palabra. Puede que tenga una cuota de electoralismo, pero muestra lo bajo que está la vara en términos de la discusión electoral.

“(El BRICS) no es un club de potencias antioccidentales que se quieren pelear con Biden, cada vez que se reúnen”

APU: Steve Bannon reconoce públicamente que ellos están haciendo una red de derecha internacional en disputa con la economía financiera bancarizada ¿Qué pensás de este alineamiento?

G. M.: Tenemos la fractura del centro o del viejo norte global entre los globalistas, que expresan el gran capital financiero transnacional, versus los nacionalismos conservadores que, en el norte, tienen componentes de supremacismo blanco, pero también de recuperar ciertas tradiciones fundamentales que expresan a los sectores industriales más golpeados por esta globalización neoliberal. Son industrialistas, estatistas, tienen una fuerte tensión con ese sector financiero. En la periferia, como es el caso de Bolsonaro, de Milei, Bullrich y de otros que se dan en América Latina, esa derecha más antiliberal y antirrepublicana en términos políticos, comulga con un neoliberalismo periférico, contrasta muy fuerte con Trump. Mientras éste propone volver a tener una industria pujante, estas derechas buscan flexibilizar, abandonar la política industrial, las políticas proteccionistas. Mientras Trump lanza la guerra comercial y sube los aranceles del acero y aluminio, estas derechas entregan la industria y son antiestatistas.

También expresan una alianza entre grandes propietarios agropecuarios con el sector financiero. Mientras que Bolsonaro se sumaba al discurso de Trump antiglobalista, pone de ministro de Economía a un financista como Paulo Guedes. Si bien en Occidente hay un movimiento común de crisis de las fuerzas neoliberales, globalistas, tradicionales y hay un surgimiento de este nuevo sector derecha, de estos nacionalismos-continentalismos conservadores, en la periferia tienen componentes diferentes que lo hacen específicos. De hecho, una derecha más al estilo del norte sería muy pro BRICS en las realidades latinoamericanas. Un sector de derecha tipo nacionalista, industrialista, que trata de defender el poder nacional, sería más pro BRICS, por conveniencia y no por ideología. Esa diferencia centro/periferia, me parece que es clave para ver por qué se comportan distintos, aunque tengan algunos núcleos comunes en términos ideológicos.

APU: ¿Qué puede esperar Argentina como consecuencia beneficiosa, si querés, de su ingreso a los BRICS?

G.M.: Primero hay que ver si ingresa, porque esto se pondría en marcha a partir de primero de enero de 2024, cuando dos candidatos importantes ya dijeron que no harían. Veremos si después se animan a decir “nos salimos”, por lo que por los intereses que hay en juego. Argentina tiene un conjunto de encrucijadas. Si permanece anclada y subordinada estratégicamente a Occidente, le va a ir mal, va a un proceso de periferialización, te atás al viejo centro en declive, en estancamiento económico, que en una etapa de fuerte financialización, si se te mete eso adentro, implica una enorme fuga de riqueza hacia el sector financiero, del sur hacia el norte.

A Argentina la favorece en términos económicos y geopolíticos converger con el Sur global y las potencias emergentes, que no quiere decir ser “anti” o enfrentarse al occidente geopolítico, sino mantener cierta autonomía estratégica, construir un bloque propio, actuar en función de los intereses nacionales y regionales como una cuestión fundamental. Eso podría garantizar que Argentina no se periferialice, que mantenga este estatus de país de ingresos medios, de semiperiferia, de poder regional, y los BRICS pueden fortalecer esta opción más de fondo que construir un polo propio a nivel regional.