"La reacción 'anti-género' pretende mostrar a los varones como víctimas del movimiento feminista"
Tras los avances feministas de las últimas décadas, nos encontramos en un periodo donde vuelven a circular eslóganes como “Dios, Patria y Familia” o “monogamia o bala” como premisas discursivas. La puesta en duda y el ataque -a veces más frontal, otras más encriptado- hacia los postulados de los feminismos es uno de los temas centrales en la agenda pública de las nuevas fuerzas de extrema derecha a nivel internacional.
La reacción conservadora, como la han titulado diversas referentes feministas de nuestro país, es la respuesta patriarcal ante los cambios sociales y culturales ocurridos en las últimas décadas en materia de igualdad de género y derechos LGTBIQ+. Esta reacción se observa a través de los medios de comunicación tanto en el mundo online como offline, utilizando las tecnologías y comunidades digitales para promover discursos antifeministas y cruzadas antigénero. Allí, es común encontrar cosmovisiones centradas en testimonios de varones que consideran que las políticas de igualdad han ido demasiado lejos y que, actualmente, los sujetos discriminados son ellos.
Para poder conocer de primera mano las investigaciones alrededor de la intersección entre reacción patriarcal, masculinidades tóxicas y comunidades digitales, entrevistamos a Jacinto Gutiérrez Lorca, doctorando en Sociología y Antropología en la Universidad Complutense de Madrid y miembro del equipo DiViSAR UCM. Este equipo dirigido por Elisa García Mingo, lleva tras la pista de la misoginia digital en España desde 2022, donde publicaron “Jóvenes en la Manosfera. Influencia de la misoginia digital en la percepción que tienen los hombres jóvenes de la violencia sexual” con financiamiento del Centro Reina Sofía de Fad Juventud.
En esta ocasión, tras conocer la emblemática Residencia de Estudiantes emplazada en el centro de Madrid, donde convivieron célebres literatos, artistas y científicos como Federico García Lorca o Salvador Dalí y donde actualmente reside Jacinto, damos comienzo a la entrevista que buscará entrelazar el fenómeno reaccionario, sus particularidades y sus puntos en común con la avanzada conservadora en la Argentina.
AGENCIA PACO URONDO: Hace unos meses en el contexto del 8M, conversábamos con unas compañeras sobre que ya no estamos para dar batalla a los “feliz día” que llegan de generaciones anteriores. Ya hemos explicado y sobre explicado el feminismo a la generación de nuestros padres y si bien algunos lo han entendido, otros no. En ese caso, lo explicamos por un cambio de paradigma del cual ellos no fueron parte. Pero, investigando para esta entrevista, me sorprendió ver que cada vez más jóvenes sub 30 están apoyando posturas sexistas y misóginas. ¿A qué se debe esto?
Jacinto Gutiérrez Lorca: Me parece muy oportuno empezar la entrevista con esta pregunta. Lo cierto es que cuando estudiamos la radicalización antifeminista y la propagación de discursos de odio tendemos a ver, especialmente en ciertos medios de comunicación, titulares y columnas repletas de esencialismos, estereotipos y clichés. Pero la realidad social de este fenómeno es, como de costumbre, mucho más rica y compleja que lo que cabe en un titular de pocas palabras. Este punto es importante porque está íntimamente ligado a las lógicas del capitalismo digital y de plataformas, esto es, que promueve la “cultura del clic”, la viralidad y, en definitiva, la interacción y el tráfico de contenidos (dar likes, compartir, comentar, etcétera) porque genera beneficios económicos en las plataformas.
Como señala Lionel Delgado, estamos ante una simplificación del discurso sobre el antifeminismo que liga inexorablemente a la juventud con el neomachismo y el neoconservadurismo, y no visibiliza los cambios positivos que sí se están produciendo. Algo similar ocurrió cuando el CIS (el Centro de Investigaciones Sociológicas) publicó los resultados del estudio “Percepciones sobre la igualdad entre hombres y mujeres y estereotipos de género” en enero de 2024. Concretamente, llamó la atención que un 44,1% de los hombres en España estuviera muy o bastante de acuerdo en el ítem que afirma: “Se ha llegado tan lejos en la promoción de la igualdad de las mujeres que ahora se está discriminando a los hombres”. Si quieres, más adelante podemos comentar algunos de los problemas metodológicos de la redacción del ítem o profundizar en el perfil de varón detrás de ese porcentaje, pero ahora me vale con que nos quedemos con el tratamiento que se le dio a esa cifra desde los medios. La publicación de este avance de resultados propició una enorme cascada de noticias que daban difusión por redes sociales, televisión y radio de los resultados. En algunos casos, este porcentaje fue utilizado para agitar pánico social entre la población por medio de infundir miedo (a la reacción contraconservadora, a que cada vez más personas en España hayan normalizado estos discursos o prácticas reaccionarias), y en otros, para mostrar que ciertos sectores de la población española estaban “despertando” (en este caso, respaldados por un alto porcentaje en los varones) una metáfora habitual entre grupos conservadores que se posicionan en contra de los avances en igualdad y feministas. Y no es casualidad, este tratamiento mediático es parte de las lógicas de un capitalismo digital que por medio de estos titulares se aprovecha del miedo o de la excitación que generan entre la población para que se traduzca en visitas y circulación de contenidos. También porque la reflexión lleva tiempo, y de nuevo, rema a contracorriente de la inercia de estas lógicas de las plataformas digitales.
Con la publicación del informe de la FAD Reina Sofía “Culpables hasta que se demuestre lo contrario” elaborado por algunas de mis compañeras del equipo DIVISAR en 2022 y en el que tuve la oportunidad de colaborar durante el trabajo de campo encontramos algunos hallazgos interesantes. En esta investigación queríamos explorar el antifeminismo por medio de los discursos negacionistas de la violencia de género entre la juventud española. En nuestros resultados encontramos que los jóvenes, particularmente los varones, no niegan la existencia de violencia de género, pero sí la banalizan o minimizan. Concretamente, ellos relativizan esta violencia y le restan importancia, mientras que las mujeres se ubican en posiciones más feministas e incluso lo consideran un “problema urgente”. Cuando quisimos profundizar en esta cuestión nos dimos cuenta de lo siguiente: ellos están repletos de dudas y confusiones, que en buena medida les conduce a posiciones neomachistas. Se afirma que el “feminismo actual” ha ido demasiado lejos, que no les representa o que la igualdad entre hombres y mujeres en España ya es efectiva. También encontramos que había calado una gran preocupación por ciertas noticias falsas, como el del contrato sexual (hay que firmar un contrato para mantener relaciones sexuales) o las denuncias falsas que puede acabar con su presunción de inocencia y “arruinarles la vida”, de ahí el título del trabajo “Culpables hasta que se demuestre lo contrario”. Similar a los casos anteriores descritos, nos encontramos con titulares de numerosos medios digitales que resaltan el aumento de un “sentir antifeminista”, aunque lo cierto es que nadie se posicionó de esta manera. Tampoco se profundizó en que los jóvenes mantuvieron durante las sesiones de nuestro trabajo una actitud abierta a la escucha y al diálogo, que en muchos casos se tradujo en cambios en su discurso.
Además, la lectura mediática y social que más se hizo sobre estos resultados venía desde una mirada adulto-céntrica que infantiliza las posturas de los jóvenes. Parece que no se permite que los jóvenes, que se encuentran en una fase de desarrollo vital especialmente importante, puedan tener hueco para expresar dudas o confusiones sobre estos avances. Una de las recomendaciones que sacamos a raíz del informe de la FAD es trabajar para cambiar esto. Creemos que no reconocer a este grupo como un interlocutor válido puede imposibilitar el diálogo y el cambio hacia posturas más favorables hacia el feminismo y la lucha contra la violencia de género.
APU: Estupendo, muchas gracias. Teniendo en cuenta esto que dices, vamos a evitar caer en generalizaciones sobre los jóvenes, pero volviendo al caso de generaciones anteriores, ¿qué tienen de nuevo estas posturas antifeministas?
JGL: Esto es muy interesante. El antifeminismo, como señalan investigadores como Jordi Bonet, no es un fenómeno nuevo, sino que se ha plasmado de una variedad de formas en paralelo a las distintas olas del movimiento feminista. En la actualidad encontramos una mayor presencia y la consolidación de un discurso antifeminista, que ha sido enmarcado bajo la denominada “reacción patriarcal” de la que hablan Marta Cabezas y Cristina Vega. No obstante, me parece también importante señalar antes de continuar, siguiendo a Bonet, que existe un vacío teórico y empírico muy importante sobre esta cuestión en España y Latinoamérica, en contraposición con el interés que ha generado este tema en la literatura anglo y francoparlante. Dicho esto, un análisis pormenorizado de qué elementos traen nuevos y cuáles modifican estas nuevas posturas antifeministas requeriría mayor tiempo y profundidad, pero sí se pueden señalar algunos rasgos que lo caracterizan.
Ahora bien, cuando hablamos de antifeminismo nos estamos refiriendo a un movimiento social que se construye en contraposición a algo (contramovimiento), en este caso, como una reacción a los avances de las distintas olas del feminismo, que en la actualidad se corresponde con la cuarta ola. Se podría decir, de forma muy simplificada, que en esta ola se incluyen los avances en la erradicación de las violencias sexuales y de las desigualdades en todo su espectro (sociales, políticas, culturales, etcétera) generadas por el neoliberalismo. De este modo, y como dice Lionel Delgado, el antifeminismo surge y se consolida en forma de distintas formas organizativas o discursos en distintos momentos históricos como reacción a las olas del feminismo. Esto creo que se plasma muy bien en el caso de España en el reportaje de Lourdes Barragán y Héctor García Barnés, donde comentan que en los discursos y prácticas neomachistas actuales, a diferencia de las formas más tradicionales del machismo, no se busca explícitamente relegar a la mujer a un segundo plano. Se reconoce que hombres y mujeres tienen que ser iguales y, al mismo tiempo, se afirma que esta realidad ya se ha logrado y que seguir por estos avances derivaría en un escenario donde los hombres fueran los discriminados.
Además, estos discursos antifeministas suelen camuflar su fuerte autoritarismo apelando a la idea de libertad, de modo que el género acaba convertido en una suerte de núcleo irradiador que articula este pensamiento y práctica reaccionaria. En este sentido, es habitual oír bajo esta bandera de la libertad que se ataquen políticas y medidas públicas antidiscriminatorias, como las que tienen que ver con derechos sexuales y reproductivos, como el aborto, o contra la diversidad sexual, el matrimonio igualitario, entre otras. También la escuela pública es foco de estos ataques, que es considerada como un medio para la “propaganda de género”. Por todo esto, se podría afirmar que esta reacción patriarcal lo que busca, en última instancia, es devolver a los márgenes los cambios logrados, reafirmando jerarquías y desigualdades sociales que estaban siendo disputadas y reemplazadas desde los avances de los movimientos feministas. Esta ansia por volver a un pasado donde la impunidad y el privilegio masculino estaba aún más vigente que hoy en día no es necesariamente homogénea, por lo que es habitual que encontremos distintas discrepancias dentro de los discursos reaccionarios antifeministas.
Aunque, eso sí, todos ellos están unidos por grandes dosis de misoginia y victimismo masculino, y comparten las cruzadas contra la “ideología de género” como vehículo conductor de sus ideas. Aquí encontramos desde versiones más sutiles a otras más explícitas que, empleando un lenguaje pseudodemocrático y apelando constantemente a la libertad de expresión, son utilizadas para atacar, silenciar y desprestigiar a los avances en igualdad y contra el feminismo. Además, estas campañas “anti-género” están construidas desde una política del miedo que muestra a los hombres como sujetos acorralados, victimizados e “incapacitados” a causa del movimiento feminista. De esta manera, se busca vincular el género no con la igualdad sino con la desigualdad y se muestra como una ideología amenazante. También es muy interesante ver, como indican Cabezas y Vega, que esta fórmula “reactiva”, es decir, como contraposición al feminismo, es claramente propositiva: rema a favor de las lógicas y formas del proyecto del capitalismo neoliberal porque orienta los malestares sociales y emocionales que éste mismo sistema genera hacia el movimiento feminista, o los individualiza a casos particulares. Bajo esta lógica, estos malestares no son resultado de estructuras sociales más amplias, sino problemas individuales que merecen una solución individual, lo que también genera un mayor sentimiento de culpa cuando no se cumple con éxito las exigencias de este sistema altamente competitivo. Sobre esto último, Jack Bratich y Sarah Banet-Weiser hablan del fracaso del proyecto neoliberal en la construcción de los modos de subjetivación de los varones, esto es, la forma en que como sujetos nos convertimos en hombres.
APU: Claro, me parece súper interesante este enlace con el fracaso del sistema neoliberal. Justo tenía una pregunta, bueno, para intentar hacer una suerte de conexión con la coyuntura argentina y pienso en el contexto de crisis que estamos viviendo desde la asunción del candidato de extrema derecha Javier Milei. ¿Qué relación crees que existe entre los fenómenos de crisis e inestabilidad con el ascenso de esos discursos?
JGL: Es una relación que se ha estudiado bastante y de la que se pueden encontrar vigencias en la actualidad. Te diría que algunos de los efectos del debilitamiento del Estado de bienestar y de sus políticas públicas es que aumente la incertidumbre e inseguridad en nuestras vidas (lo que Robert Castel llamaría “desafiliación”). Una forma habitual de intentar suplir esta situación, como dice Clara Serra, es por medio del fortalecimiento del punitivismo, por ejemplo, mediante un endurecimiento de las leyes. Por otra parte, creo que la crisis económica del 2008 es una buena referencia para seguir explorando esta relación entre estos discursos y las crisis, como bien dices. Muy resumidamente, te diría que esta crisis afecta especialmente a la forma de construir una cierta subjetividad en los varones, que hasta el momento y aunque con muchos cambios de por medio, seguía vinculada a algunos de los postulados clásicos de la masculinidad hegemónica tradicional, por ejemplo: tener un rol proveedor, ser fuerte, autosuficiente, etcétera. Sin embargo, y aunque ya había habido algunos cambios (por ejemplo, de ser un solo miembro, normalmente el varón, el que mantiene a la familia tradicional a que tengan que trabajar ambos progenitores para sostener a la familia) esta crisis “se lleva por delante”, por decirlo de alguna forma, a todos aquellos varones que no pueden cumplir con estas expectativas.
En contextos de este tipo es muy probable que surjan grupos y movimientos sociales o partidos políticos que traten de sacar algún tipo de rédito de esta situación, por ejemplo, en términos electorales. Es muy interesante desde un punto de vista sociológico que ocurra esto, es decir, que se capitalice electoralmente la rabia, nostalgia y/o frustración que podemos enmarcar dentro de algunas de las consecuencias de vivir en un contexto neoliberal que genera estos malestares (por ejemplo, las dificultades de emanciparse y de mantener un proyecto de vida propia, salud mental, crisis ambientales y ecológicas, etcétera). No obstante, aquí creo que es importante agregar que la realidad social de España, si se puede simplificar de esta forma, es distinta a la de la Argentina. Por esto, habría que examinar con más detenimiento de qué forma se relaciona un contexto de crisis y estos discursos atendiendo a las particularidades sociales, culturales, históricas y políticas de la Argentina. Igualmente, creo que es muy importante que cada una de nosotras, desde distintos lugares, seamos capaces de estudiar y poner en común estas experiencias locales para encontrar similitudes y trabajar en conjunto. Y sobre las formas en que se canalizan estos discursos y prácticas antifeministas… bueno, son variadas: desde el (re)fortalecimiento de la familia tradicional y las parejas “cerradas” hasta ataques a la diversidad LGTBIAQ+ o la supresión de derechos sociales, sexuales o reproductivos.
En cualquier caso, y como veníamos hablando, estos ataques donde el feminismo es el “chivo expiatorio” son resultado de que algunos hombres hayan canalizado estas decepciones individuales, dentro del contexto del fracaso del proyecto neoliberal, en experiencias compartidas, buscando con esto “restaurar un orden natural” donde ellos tengan el control. Por otra parte, estos contramovimientos también tiene un componente digital muy importante que, de nuevo, han sido vinculados en ciertas plataformas y aplicaciones a movimientos neoconservadores, la derecha alternativa y la extrema derecha. Estos lugares sirven para construir “comunidad” en torno a estas creencias anti-género en redes sociales, foros y otros espacios web, que habitualmente son espacios híper masculinizados. Todo esto nos lleva al concepto de “machosfera” o “manosfera”. Además, sus repercusiones sociales pueden traspasar lo digital porque lo que sucede en Internet no es una esfera separada de nuestra vida cotidiana, sino que estas ideas pueden permear social y culturalmente más allá de estos lugares, e incluso, tienen un potencial movilizador muy relevante por medio de la organización y coordinación que posibilitan.
APU: Últimamente en Argentina se está hablando de incels y manosfera, pero sin mucha precisión conceptual, ¿cómo los definirías?
JGL: La “manosfera” es un anglicismo que viene de “man” (hombre) y “sphere” (esfera). Se está empleando con mayor frecuencia el término de “manosfera”, pero también es habitual verlo como “machosfera”. Siguiendo el trabajo de Elisa García-Mingo y Silvia Díaz-Fernández “Jóvenes en la manosfera”, ésta hace referencia a un conglomerado de espacios virtuales heterogéneos que dan cabida a una multitud de movimientos masculinistas basados en la propagación de discursos misóginos y antifeministas. Dentro del paraguas de la manosfera podemos encontrar distintas subculturas digitales. Algunas de ellas son: las comunidades de célibes involuntarios o “inceles” (del inglés: involuntary celibates), los gurús de la seducción, los activistas por los derechos de los hombres (Men’s Right Activists) o los hombres que siguen su propio camino (MGTOW en inglés: Men Go Their Own Way). Los medios digitales, especialmente, el diseño de algunas plataformas y tecnologías digitales, han sido un caldo de cultivo favorable para el surgimiento de estas tecno-culturas tóxicas. Aunque las creencias particulares entre estos grupos de la manosfera sean magmáticas, esto es, tengan algunas ideas compartidas, otras puedan diferir y muchas de ellas estén en constante transformación, cada uno de estos grupos produce conceptualizaciones distintas. Sin embargo, encontramos que los participantes suelen emplear un lenguaje común que tiene funciones ideológicas muy claras: permiten construir una comunidad basada en creencias y experiencias compartidas en torno al victimismo masculino y el antifeminismo. Concretamente, la idea de que hombres y niños son victimizados y que las feministas en particular son las responsables de esos ataques.
Ahora, si me permites, me gustaría dar algunos apuntes más sobre los inceles. Estos grupos emplean una filosofía inspirada en la película “Matrix”. Concretamente, plantean la disyuntiva entre tomar la “píldora roja” por la que pretenden “despertar” a los varones del lavado de cerebro del feminismo y la “píldora azul” con la que pueden permanecer felices en la ignorancia. Así pues, esta idea de la píldora encapsula una ideología concreta que es capaz de generar consenso y lazos de unión incluso entre la multitud de divergencias que puedan coexistir en la manosfera, suministrando un sistema de creencias compartidos. Así pues, esta misoginia, que es expresada en su forma más básica como píldoras, ofrece rutas a los varones con las que “recuperarse” de los ataques del feminismo y de las mujeres.
Por otra parte, son numerosas las investigaciones que han relacionado los inceles con la radicalización de extrema derecha o los masacricidios. Muchos de estos actores han sido tristemente conocidos por tiroteos perpetrados en Estados Unidos o Canadá, entre otros países. Incluso, algunos de los responsables de estos actos han llegado a ser venerados como “incelebridades”, miembros destacados de la comunidad incel, como el responsable de la “Masacre de Isla Vista” en 2014 Elliot Rodger. Sin embargo, como apunta Joan Sanfélix, es importante reivindicar desde el estudio de las masculinidades el interés de los actos y discursos banales que pasan desapercibidos en las cotidianidades fuera y dentro de Internet, más allá de estos actos “espectaculares”. Aunque son interesantes y muy relevantes de estudiar, la radicalización representa una pequeña cantidad de casos en las comunidades inceles, aunque con frecuencia se justifique y apoye el uso de la violencia para subvertir el orden social del que estos varones se consideran los fracasados.
Los inceles tienen también una jerga muy particular, que daría para una entrevista más amplia: hablan de “Chad” para referirse a los varones con un alto capital sexual o erótico, y de las “Karen” para referirse negativamente a las mujeres. En España, el equivalente a las “Karen” serían las “Charos”, con las que se refieren a señoras de mediana edad feministas. También tienen términos para criticar a los varones que son, desde su punto de vista, demasiado complacientes con las mujeres: se habla de “simp” (abreviatura de “simpáticos” pero usado de forma negativa) y que es sinónimo de la figura de hombre “pagafantas”; otro término despectivo para referirse a otros varones es el de “hombres soja”, con el que aluden a los varones afeminados, poco masculinos, etcétera. En cualquier caso, se ha estudiado como ciertos grupos de la manosfera y ciertas plataformas digitales (por ejemplo, los canales de Telegram) son empleados para perpetrar prácticas de violencia sexual digital, promover discursos de odio, teorías conspiranoicas y organizar contra-movimientos de protestas alimentados por la extrema derecha y la derecha alternativa.
APU: Teniendo en cuenta estas características que describes de los inceles y la misoginia digital, me gustaría preguntarte si han analizado específicamente la relación entre discursos antifeministas e intención de voto. O adscripción a ciertos partidos políticos. Quizás la pregunta es repetitiva ya que has dicho que el fenómeno está asociado a reacciones de la extrema derecha. Más que nada, estoy pensando en Milei, quien quizás sea el primer gobierno del siglo XXI abiertamente antifeminista en Argentina. En el mundo digital, es bastante conocido que interacciona con contenidos misóginos en lógica twittera. O sea, publicaciones que utilizan lenguaje coloquial y destilan discursos de odio. En el campo offline, por ejemplo, el 8 de marzo anunció que cambiaría el Salón de las Mujeres de la Casa Rosada por el Salón de los Próceres, donde claramente no hay ni una mujer presente. También, afirmó su cruzada contra la ley de educación sexual integral en los colegios o afirmó que el aborto es un homicidio agravado. Es decir, está atacando sistemáticamente todas las leyes que consiguió la marea verde.
JGL: Si me permites, me gustaría usar el ítem del que hablábamos al inicio para responderte, ese que dice que un 44% de los hombres en España, según el estudio del CIS, están muy o bastante de acuerdo con que se ha llegado muy lejos con la igualdad y que ahora se discrimina a los hombres. Como ya hablamos, la cobertura mediática no hizo tanto hincapié en examinar qué perfiles sociodemográficos se adherían en mayores términos a esta afirmación. Para sorpresa de nadie, cuando echas un vistazo a algunos de los cruces entre variables, como la intención de voto -que, por cierto, el propio CIS incluye- se puede observar que las personas que respondieron favorablemente a este ítem son, especialmente, aquellas con ideología política de derecha o extrema derecha (más de un 60% en el Partido Popular y un 86% en VOX), con creencias religiosas y mayoritariamente varón, especialmente en VOX. Podría continuar con el análisis, pero prefiero invitaros a leer el trabajo de Lionel Delgado porque comenta algunos problemas metodológicos de la formulación del ítem y también aporta claves, a las que me remito, para la interpretación de los resultados o el tratamiento que se le dio desde los medios.
También me parece que se pueden establecer algunos paralelismos con estos discursos, e incluso, movilizaciones y protestas en las calles en España, con el voto. Concretamente, las que recientemente han sido alimentadas por agitadores mediáticos y grupos vinculados a un ideario ultra que por lo general es misógino, racista y tránsfobo -por citar unos pocos para que la lista no se alargue demasiado-. Por ejemplo, las protestas contra la amnistía de algunos políticos separatistas involucrados en el “procès” frente a la sede del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) entre finales de octubre y diciembre de 2023. Éstas fueron organizadas y promovidas desde distintas redes sociales, como Twitter-X o TikTok, y canales de Telegram y además fueron azuzadas por personajes vinculados a estas ideologías que tienden a mostrarse como “librepensadores” independientes y suelen remitir a ideas como el “sentido común” y la “objetividad”. Sin embargo, lo que vimos en las protestas fue algo totalmente distinto a esta falsa neutralidad: espacios muy politizados donde tuvieron un gran peso los sectores neoconservadores. En ellas fue habitual ver pancartas y escuchar cánticos donde se llamaba “traidor” (traición a España como país) y “judas” (el personaje bíblico que traicionó a Jesús de Nazaret) a Pedro Sánchez y se pedía la ilegalización de los partidos separatistas. Incluso, en algunos vídeos virales se pudo ver gente afirmando que “¡España acaba de despertar, hijos de puta!” o se simulaba el ahorcamiento de algunos miembros del gobierno.
Bueno, al final me he enrollado más de la cuenta (ríe), creo que hemos tocado muchos temas interesantes y de actualidad, y al mismo tiempo por hablar tanto de todos parece que no hemos podido profundizar en ninguno de ellos. En cualquier caso, creo es muy enriquecedor este tipo de espacios como la entrevista para compartir los aprendizajes, inquietudes y las investigaciones que estamos llevando a cabo sobre este fenómeno y otros relacionados desde nuestros contextos locales situados a ambos lados del océano. Espero con ansias poder leer pronto más análisis sobre el tema en Argentina para seguir aprendiendo de vuestra experiencia, y por supuesto, animar(nos) a trabajar juntos por los avances sociales y la igualdad.