El pueblo de Libia no será liberado por los bombardeos de la OTAN, por Jorge Makarz
- La intervención internacional ha sido intransigente ante cualquier posibilidad de diálogo con el gobierno libio, evidenciando la primacía de los intereses geopolíticos –sobre todo de EEUU, Francia y Gran Bretaña- canalizada a través de innumerables operaciones, por sobre cualquier posibilidad de construir una paciente, responsable y consensuada negociación democrática y pacífica. Como señalamos hace un tiempo, “la ‘intervención humanitaria’ en Libia forma parte de una agenda militar más amplia para Medio Oriente, consistente en obtener el control y la propiedad corporativa de más del 60% de las reservas mundiales de petróleo y gas natural en toda esa zona”. Sólo en Libia, el país africano con mayor cantidad de petróleo, se estima la existencia del 3,5% de las reservas mundiales (60.000 millones de barriles: más de dos veces que EEUU).
- El régimen de Khadafi ha coronado con un baño de sangre el largo proceso de opresión que ha conducido en Libia por más de 40 años. Luego de algunas tentativas de establecer un diálogo con los actores de la intervención que nunca lo tomaron en serio, se concentró en extremar, a cualquier costo, una cruenta lógica represiva. Una expresión del “fin de fiesta” de un régimen autoritario y corrupto, cuya esencia se ha visto desafiada por un movimiento democratizador que –aunque inorgánico- dio un puntapié a la posibilidad de construir un destino propio, mientras le demostraba al mundo que ser árabe o musulmán no equivale a ser terrorista, que la revolución no tiene una raíz puramente y simplemente islámica y que detrás de esa representación modelada por las inteligencias y los intereses occidentales hay una sociedad civil que propugna por una democracia real.
- En concreto, las grandes manifestaciones sociales de estos últimos meses cuyas expresiones han sido y son de evidente peso, (y que también se dieron en Túnez, Egipto, Siria y Yemen) tienen todavía por delante el desafío de conducir hacia una legítima salida para el pueblo. En Libia, la acción imperialista, de conjunto -más allá de poder lograr una estabilidad política transitoria- ha tendido a anular las expectativas de cambio real. Bajo el condicionamiento constante, no ha intentado otra cosa que modelar un nuevo formato político de un próximo gobierno aliado a sus intereses estratégicos, dificultando la construcción de alternativas por parte de los grupos movilizados y haciendo caso omiso de las demandas de los sectores populares.
Tal como muchos analistas señalan, todo el éxito de la intervención militar y el consiguiente ocaso del reinado khadafista está entre signos de preguntas y no hay una clara garantía que la transición (que puede comenzar en cualquier momento, comandado por en Consejo Nacional de Transición) recomponga un futuro menos amenazante para la Libia post Khadafi.
Entre los dilemas que se planteaban meses atrás en torno al proceso de las movilizaciones árabes, hay uno que podemos recuperar. Aquel que planteaba que, sin la intervención de la OTAN en Libia –que tenía por objetivo destruir las revueltas-, sólo quedaría el aplastamiento de las mismas por parte de Khadafi, con un claro mensaje hacia el resto de los gobiernos sobre la factibilidad de controlar, por la fuerza, los levantamientos. Un dilema que, en todo caso, interroga la naturaleza del gran condicionamiento que las potencias hegemónicas han operado en contener un proceso social que, mientras sigan existiendo las causas del descontento mediante la primacía de gobiernos antipopulares de cualquier signo, no tiene por qué detenerse. En definitiva, el avance hacia un horizonte democratizador está íntimamente ligado a la autodeterminación del pueblo libio y a su capacidad de construir herramientas democráticas de transformación en el afán de concretar su voluntad emancipatoria. En esta perspectiva, es que denunciamos y convocamos a manifestarse en contra de del bombardeo e intervención imperialistas, que de ninguna manera ayudan a abrir el camino a la libre decisión de este pueblo. En este mismo sentido instamos a las fuerzas progresistas del mundo a que dirijan su mirada al fortalecimiento de los movimientos democráticos y populares que no tengan que hacer opciones entre seguir en una dictadura desprestigiada o caer en las redes de los intereses y operaciones de las potencias.
El autor es Director de Iniciativa (Agencia Paco Urondo, publicado en Iniciativa Popular)