La política internacional del gobierno: “Milei es el bufón del imperio”

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    Borón Pereyra y Taiana
    Foto: Lucía Buono
APU EN GELATINA

La política internacional del gobierno: “Milei es el bufón del imperio”

09 Octubre 2024

APU Stream, el programa de la Agencia Paco Urondo que sale los sábados de 11:30 a 14 hs por el canal de Youtube y Twitch de Gelatina, dialogó con los analistas de política exterior Atilio Borón, Romina Pereyra y Francisco Taiana, quienes reflexionaron en relación a la postura internacional de Javier Milei.

Agencia Paco Urondo: ¿Hay una política internacional coherente del gobierno de Javier Milei?

Romina Pereyra: Venimos observando y sostenemos, desde Ocipex –Observatorio de Coyuntura Internacional y Política Exterior-, que si tuviésemos que darle una definición diríamos que es una política exterior anarco-colonial, que propone volver a las bases del colonialismo cediendo completamente la soberanía. Está sustentado con un verdadero estatuto legal del coloniaje que es el Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI), con el objetivo de destruir todo nuestro entramado productivo. Milei es producto de un laboratorio de ideas globales de un poder concentrado, que busca un Estado mínimo, con garantías jurídicas y financieras para los flujos de capitales, y que, como dije, a lo único que lleva es a la destrucción del entramado productivo. 

Francisco Taiana: La definiría más bien como una política espasmódica, fuera de algunos lineamientos ideológicos firmes pero muy difusos, como la defensa del mundo occidental. Eso sería, vagamente, Norteamérica, Europa, quizás Japón. En la práctica, se ve un gobierno que cambia de forma abrupta muchas posiciones y errático durante este primer año. Hemos tenido una serie de disputas con una docena de países en las cuales no queda claro qué interés nacional está en juego, sea con México, Brasil, España o Francia. 

APU: Hay un cambio de política, pareciera, respecto a China.

FT: Luego de llevar adelante una degradación sustancial de una de las relaciones bilaterales más estables que ha tenido Argentina en el último siglo, en esta modalidad espasmódica, ha decidido cambiar su posición al enterarse y empezar a apreciar cuáles son los valores estratégicos de la misma. Descubrió que es importante, lo cual era de dominio público hace treinta o cuarenta años. Más vale tarde que nunca, el tema es que en el mundo de la diplomacia y las relaciones internacionales las ofensas y las actitudes pueden tener perjuicios duraderos, lo que el presidente y su equipo generalmente subestiman. 

La política exterior existe, sea mejor, peor, estratégica o improvisada. Un país actúa en el mundo, convive en un sistema internacional, y eso necesariamente tiene una serie de impactos. A esto se le agregan prioridades que ha tenido Milei que van más de la mano de sus intereses políticos personales, construyendo un personaje como referente de un cierto grupo de estas ideas de extrema derecha, libertarias, anarcocapitalistas o el término que se prefiera. No se explican sino la cantidad de viajes que ha tenido en los cuales el interés de la república brillaba por su ausencia. Ha utilizado las arcas públicas para promocionar su persona individual a costa de los argentinos, simultáneamente, diciendo que no hay plata para otras cuestiones son bastante más esenciales. 

Atilio Borón: Introduciría un matiz, es colonialismo puro y clásico. ¿Cuál es la política argentina? La que brota del Departamento de Estado: pelearse con China y Brasil, torpedear la integración de América Latina, irse de los BRICS porque son enemigos. De repente, se da cuenta lo de China porque además los productores exportadores le habrán dicho a quién le vendemos. Es el segundo mayor comprador de Argentina. Tiene una coherencia como un protectorado que obedece a lo que EE.UU. dice. Para él Occidente, por ejemplo, es Israel. Es un profeta alucinado, que se cree el redentor de Occidente. El único problema es que no le creen a él. En un mundo en donde hoy en día hablan de desoccidentalización, está a contramano. Cuando miras Occidente, en términos económicos, políticos, poblaciones y de recursos naturales, se ha contraído. 

Es una apuesta por el pasado también. Además, a partir de delirios como que Argentina en algún momento fue el país más potente del mundo, lo cual es una mentira escandalosa. Natalio Botana, gran pensador conservador, que escribió un libro sobre esa época, ha dicho que es una aberración que no tiene ningún fundamento. No es cierto ni de lejos. Es un delirante útil para los efectos de las grandes corporaciones. Ahora, ha hecho uso de un lenguaje absolutamente desconocido en la diplomacia internacional, empezando por el Papa. Es el bufón del imperio, por eso lo reciben. Es un tipo interesante, dice cosas raras que no dicen los demás, pero está cumpliendo una tarea siniestra para Argentina. La destrucción que está produciendo es infernal.

APU: ¿Cómo tomaría Estados Unidos una posible vuelta a las relaciones con China?

RP: Ya es un alineamiento excesivo y seguir la agenda de seguridad y militar de Estados Unidos haciendo cosas que nadie le pide que haga. Ahora cambió un poco, pero venía muy marcado en seguir agendas y esto también es funcional. Para nosotros es muy perjudicial herir relaciones con socios estratégicos fundamentales que tenemos y necesitamos para el desarrollo de nuestro país. EE.U. conserva igual una relación comercial con China sin herir susceptibilidades como hizo Milei. 

APU: ¿Puede vincularse a China incluso acordando con Estados Unidos?

RP: Sí, es posible. 

AB: No es que Milei se alinea con China ni mucho menos. Establece una realidad de tener que vender y comerciar, nada más. Si se alineara de verdad, estaría entrando al BRICS y no es lo que está pasando. 

APU: ¿Cómo lo ven en China a Milei?

FT: Como una contingencia o accidente de la historia que ha ocurrido. Eso ha cambiado los planes y el interés estratégico que tienen en Argentina, diría que es de los tres más importantes de América Latina. Brasil, México y nosotros, en ese orden. El país tiene muchas cualidades subjetivas por las cuales es el socio natural en la región. No sólo alimentos, a lo largo de cincuenta años hemos mantenido cooperación comercial, cultural y científica. Por ejemplo, en biotecnología, tecnología nuclear, exploración aeroespacial y campañas antárticas. 

Además, los dos comparten un pilar fundamental en la naturaleza de sus relaciones bilaterales que es el apoyo mutuo y recíproco en el reclamo de soberanía sobre las Islas Malvinas y el apoyo a la política de reunificación pacífica con el caso de Taiwán. Si bien hay diferencias, no dejan de estar ligados en algún punto y eso hace que China sea nuestro socio más confiable como miembro permanente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (ONU) con capacidad de veto en el tema. Es el más sólido por lejos porque es el único que ante cualquier condición siempre vetaría la posibilidad de una independencia de las Islas Malvinas. 

APU: ¿Espejado en Taiwán ante un supuesto avance británico? 

FT: No, no es tan mecánico en ese punto, pero sí sería un precedente muy complejo para ellos. En última instancia, la pesadilla estratégica de cada caso refiere al mismo punto: ¿Qué sucede si los habitantes de cada isla utilizarían el principio de autodeterminación de los pueblos para declarar la independencia? Según la ONU no sería posible porque no puede ser utilizado por un grupo humano beneficiario de un proceso de colonización. Eso es tanto en el caso de los isleños en Malvinas como de los taiwaneses, que son 99.8% étnicamente han, es decir, más que los chinos. 

APU: ¿Cuál sería el siguiente país en esta línea de análisis? ¿Brasil?

AB: Sí, creo que su importancia no puede ser subestimada. Brasil tiene todavía varios lastres de los cuales deshacerse que le impiden hacer una política en el terreno diplomático tan efectiva como pudiera. Primero, el Palacio Itamaraty, cancillería, tremendamente conservadora y con un poder muy grande. No es autónoma pero es muy difícil que un presidente contraríe un dictamen. Lo puede hacer de repente Jair Bolsonaro, en una de sus locuras, pero mucho menos Lula da Silva. 

Por ejemplo, la lenta aproximación del mismo con Hugo Chávez tuvo que ver con el dictamen de Cancillería que no quería saber nada. La idea de que Brasil no necesita fomentar una inclusión de México en el concierto latinoamericano es una idea típica de Itamaraty. El gran negocio sería meter México, Brasil, Argentina, y los demás países de América Latina, fortaleciendo la Celac -Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños- en un mundo donde necesitamos unificarnos para hacer frente a la concentración de grandes poderes que se está produciendo, sobre todo en Asia. 

APU: ¿Qué otros lastres?

AB: Después, Lula es víctima de una coalición en donde los elementos llamados “centrao” son muy conservadores y muchos tuvieron que ver con el derrocamiento “institucional” de Dilma Rousseff en 2016. Ahora están en la coalición y no tienen muchos intereses en que Brasil desempeñe un papel a nivel internacional, sobre todo en el marco de los BRICS. Lo tienen muy amarrado. 

APU: ¿El Partido de los Trabajadores (PT) y Lula son sinónimos?

AB: No, aunque quiera tiene que satisfacer los compromisos con los partidos del centro. ¿Cuántos ministerios hay en Brasil? En el último recuento son 38, porque para conseguir votos te piden un ministerio de cualquier cosa y Lula tiene que dárselo. No tiene ni pie ni cabeza. Creo que cuando empezó era algo así como 18, 20 o 25. Además, está institucionalizado en la política brasileña. Es la política del coronelismo o caudillismo, donde querés los votos en un país con tal dispersión y te piden ministerios. 

APU: ¿Era necesario impedir el ingreso al BRICS o es una idea propia de Milei?

RP: Creo que tiene que ver con este lineamiento excesivo con Estados Unidos y sus agendas, lo que hace que no podamos pensar estratégicamente como país hacia dónde necesitamos que vaya nuestra política exterior. Se necesita del rol de una cancillería robusta como músculo fuerte para poder consolidar esto y hoy en día no lo es. Venimos de una gestión anterior donde tampoco hubo claridad firme de cuál era el rol que debía asumir. Por ejemplo, se estaba tratando la posibilidad de ingresar a los BRICS y mandamos un funcionario que ni siquiera era canciller. Hay que fortalecer ese rol. Tampoco pudimos darle ese lugar de importancia cuando realmente lo necesitamos.

APU: ¿No le damos la relevancia que deberíamos a la política exterior?

RP: Claro, hay que bajarlo al llano. La política exterior puede hacer más o menos feliz a su población. El RIGI como modelo económico extractivista hace que sea con menos puestos de laburo y posibilidades de desarrollo para todo un pueblo. La injerencia en asuntos donde nadie nos llama a opinar también hiere la seguridad nacional. Milei tiene un totalitarismo de mercado frente a un mundo cada vez más proteccionista que está volviendo a programas de desarrollo industrial. Por ejemplo, hace poco se lanzó el nuevo Industria Brasil, que intenta robustecer todo el entramado productivo. Las potencias occidentales están haciendo lo mismo y nosotros vamos a contramano del mundo.  Eso lo que hace es herir nuestra posibilidad de desarrollo. 

APU: ¿Cuál es su canciller favorito?

FT: Para que no me acusen de nepotismo voy a decir Atilio Bramuglia, primer canciller de Juan Domingo Perón.

RP: Coincido también.

AB: Jorge Taiana. Fue el mejor canciller, Bramuglia vivió en un mundo más sencillo. En ese momento las cosas eran más claras. Hablar de la tercera posición ya no tiene absolutamente ningún sentido, lo podías plantear cuando había dos grandes polos. Perón, de manera muy inteligente, planteó una alternativa para salir de esa trampa, pero hoy no tiene sentido. Milei está en la redención del mundo, es un chanta académica e intelectualmente. Es mentiroso, delirante y sin ningún fundamento. Nunca tira una cifra que pueda ser comparable. La gran pregunta que tenemos que hacer es cómo es que un charlatán de esas características llega a ser presidente y obliga a una introspección como sociedad.

RP: Creo que mirando nuestra región, cuando hay proyecto, liderazgo y organización, estos continúan. Tenemos el caso de México, que pudo hacer una transformación y con Claudia Sheinbaum va a una profundización de la misma. También el caso de Brasil. Cuando tenemos un Estado que logra satisfacer la demanda de la sociedad tiene posibilidad de que lo siga eligiendo. 

APU: Hoy la oposición entre globalismo y nacionalismo parece ser un tema de agenda, o al menos para Guillermo Moreno. ¿Tiene sentido?

FT: A veces es un debate un tanto simplificador, es un poco más contradictorio. Por ejemplo, China es un país inmensamente nacionalista en el cual ningún extranjero tiene poder. No puede ser funcionario, ni siquiera podes comprar un departamento. No podes tener una empresa sin que esté con un socio chino al 51%. No vas a ser nunca ciudadano chino ni miembro del Partido Comunista. Por otro lado, es hoy uno de los baluartes de la integración económica mundial con proyectos como la iniciativa de la franja y la ruta. Está apostando por el desarrollo de sus socios comerciales, destina un montón de dinero intentando hacer proyectos de infraestructura e integración comercial. Necesita estratégicamente del bienestar de la economía global. 

Por otra parte, el caso de Milei, que habla de la libertad de mercado y el comercio como prioritario y se dedica a denostar constantemente al sistema internacional que lo compone, desde Davos a la ONU, pasando por el G20 y el BRICS. En algún punto, es más complejo esa oposición, hay más cuestiones que lo rodean. Por ejemplo, lo que ha sido la política exterior de Joe Biden que, en simultáneo, se perfiló como defensor de ese sistema multilateral y continuó muchas de las políticas nacionalistas de Donald Trump. No es tan lineal, a veces los términos son simplificaciones que no reflejan fidedignamente el sistema internacional. 

APU: ¿Es Lula globalista y Bolsonaro nacionalista?

AB: Creo que hay una gama de posturas intermedias. La categoría de globalismo fue desarrollada fundamentalmente por los académicos y expertos de los gobiernos del Norte. Nosotros, como países coloniales, nos ubican ahí. En cierto sentido, el globalismo es una ideología en el fondo y un proyecto. ¿Podemos aspirar a impulsar un proyecto global de Argentina? No, de ninguna manera. Si nos integramos al BRICS, desde ahí, contribuimos a crear un sistema y orden internacional. El problema que hay hoy es la disyunción entre el sistema multipolar, definitiva e irreversiblemente, pero el orden mundial sigue siendo el viejo. 

APU: ¿A qué se refiere?

AB: Las instituciones del orden mundial. La ONU no es democrática. Lula hace veinte años viene diciendo que tiene que haber una representación de África y Asia, por lo menos, en el Consejo de Seguridad, más allá de los miembros permanentes que son aquellos cinco países que salen de la Segunda Guerra Mundial. El orden financiero internacional todavía lo maneja Estados Unidos pero cada vez menos. El orden mundial está en gestación, hay una situación de poder real que se ha redistribuido y un orden mundial que está atrasado. 

Por ejemplo, piden la captura de Vladimir Putin en la Corte Penal Internacional (CPI), pero a Benjamín Netanyahu le dicen que no hay problema con que siga masacrando a los palestinos y hoy es el genocida más grande que existe. Esto te habla de la necesidad de no pensar que ya tenemos el orden mundial que necesitamos, todavía está el viejo que juega en contra de nosotros. Por ejemplo, el CIADI - Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones-. Tenemos que acabar con eso, y ahí hay que convencer a los chinos, porque ellos también lo aprovechan y es producto del viejo orden que todavía está vigente. Por eso no sirve y podés masacrar una población sin tener absolutamente ningún problema ante la CPI. 

APU: ¿La discusión nacionalismo versus globalismo es realmente existente?

RP: Quizás falta para el resto de la región, que Brasil está despegando y tenemos que unir esa fuerza, es capacidad de ser interlocutor individual en el sistema internacional. Tener voz propia, para lo cual estamos muy lejos. En este mundo multipolar precisamos poder unir las voces para que el Mercosur pueda ser un interlocutor con voz. Hay una globalización ralentizada, además de las potencias occidentales van surgiendo otras con capacidad de desarrollo industrial en su proteccionismo. Nosotros estamos con una apertura que no tiene nada que ver con lo que está ocurriendo en el mundo. 

APU: ¿El ingreso al BRICS quedó pausado?

FT: Es una pregunta hipotética y a futuro, habría que ver en qué condiciones Argentina reiniciaría eso, no sólo locales sino globales. En cualquier caso, la situación actual no es muy prometedora y Argentina está atravesando una crisis muy profunda. Sin embargo, a mediano plazo un panorama más amplio nos permite tomar noción más profunda de cuáles son las ventajas comparativas de nuestro país: creo que Argentina en 2050 va a existir, lo cual es un montón. Con todos sus defectos, y no es para minimizar el sufrimiento que está atravesando una buena parte de nuestra ciudadanía, no enfrenta ningún problema existencial que lleve a la desaparición y el valor geopolítico es oro.

Eso se puede capitalizar sin dudas, sobre todo en un sistema internacional multipolar. No me atrevería a llamarlo orden porque nada garantiza que sea ordenado. Al contrario, va a ser mucho más caótico, donde hay muchas hipótesis de conflicto y en donde Argentina, a pesar de todo y de la polémica, es de los países más estables. Los pilares estructurales son muy sólidos, va a tener un ambiente internacional donde florecer. 

APU: ¿En qué sentido problema existencial? 

FT: Hay muchos que están enfrentando un problema inédito para la humanidad que es el colapso demográfico por envejecimiento de la población y caída de la natalidad, lo cual no tiene ningún remedio aparente. No hay ningún antecedente y no está claro en qué medida las sociedades van a poder mantener un nivel básico de funcionamiento en ese escenario. Incluyó países tales como Japón, Corea del Sur, China, Rusia, Ucrania, Polonia, Alemania, Italia, España, Grecia y Canadá. EE.UU. no por el inmenso nivel de inmigración, pero si eso fuese a revertirse se podría complicar. 

APU: ¿Cómo ven el próximo año electoral en materia de política exterior? 

AB: Es evidente que va a haber relación, se va a utilizar toda esa esa espectacularidad de la política exterior de Milei que capta algunos sectores y toca algunas fibras íntimas de la argentinidad. Creo que enfrentamos problemas muy serios. La obra destructiva que está haciendo no tiene precedente. Hay países que se destruyen a sí mismos y qué queda. Además, estamos pensando como si se fuera el año que viene. No hay que descartar que se haya iniciado con Milei un ciclo relativamente largo de gobierno de derecha radical. El hecho fenomenal de que después de casi diez meses de gobierno sectores populares siguen bancando hay que tenerlo en cuenta. Está cayendo, pero muy de arriba. 

¿Cómo va a cambiar la fisonomía de la sociedad argentina? Vamos a perder gran parte de los derechos laborales, el financiamiento ya irrisorio de las universidades públicas, entre otras. Andrés Manuel López Obrador creo 145 nuevos institutos universitarios públicos a nivel local, nosotros estamos cerrando las pocas que tenemos. Estamos yendo a contramano de lo que es el desarrollo histórico. ¿Cuántas universidades crearon los chinos de 1978 para acá? Tiene el mayor número de graduados en ciencias en la computación del mundo. Nosotros estamos reduciendo la inversión en educación y salud. Hay que ver de qué manera ponemos fin a este experimento de una crueldad infinita que se está llevando a cabo. José Martínez de Hoz anunciaba cierres de empresas con un rostro circunspecto y Milei lo dice sonriente y feliz, y la sociedad argentina todavía no reacciona como debería ante una provocación de esa naturaleza.

RP: El nivel de destrucción que plantea Milei, con más de la mitad de la población en situación de pobreza. El RIGI sienta las bases para una destrucción en el hoy que después va a ser muy difícil revertir. Hay que ser conscientes y frenar a tiempo porque también se están avasallando muchos derechos y conquistas, como el Hospital Laura Bonaparte, que son del y para el pueblo. Hay un temor de que esto sea irreversible y de llegar a tal punto de decir cómo hacemos para levantar a todos esos caídos que vamos a ir teniendo en el camino. 

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