Aguinis o el decálogo del gorila
Por Rodrigo Lugones
Tú eres ese quien odias
Jacques Lacan
El perro guardián del establishment, Marcos Aguinis, publicó una ¿nota? en La Nación donde se despacha abiertamente contra el kirchnerismo. Haciendo gala de su faceta más reaccionaria, abreva en la profusa fuente de inspiración que representa, para cierto sector del anti-peronismo colonialista, la xenofobia, el segregacionismo y el racismo explícito.
Su odio se inscribe en una tradición vergonzosa: la historia de la infamia irracional y desmedida contra los sectores populares que se sienten identificados con el peronismo. La revista Sur podría ser su correligionaria más cercana, eso si Aguinis fuera un buen escritor (nos parece mucho compararlo con gorilas tan brillantes como Jorge Luis Borges o Adolfo Bioy Casares, le haríamos un gran favor).
Depositando sus idealismos patrióticos en la Generación del 80, conservador en lo político, liberal en lo económico, y defensor de la centralización en Bs As., nuestro amable sub-comediante Marcos muestra un hermoso catálogo periodístico que conjuga pseudo-positivismo, charlatanería del progreso y la razón y desconocimiento histórico. Tal vez se sueña a sí mismo como un Miguel Cané 2.0, el problema es que ha llegado 100 años tarde al cumplimiento de su rol histórico. Es un digno heredero tardío del positivismo ya que, podemos decir, siguiendo a Feinmann el bueno, que tal cual lo hizo históricamente la tradición positivista, Aguinis justifica el orden establecido y congela la historia en el cénit del avance del dandismo social que representa la Generación del 80. De ahí que toda alteración al orden sea vista con malos ojos. El kirchnerismo es, precisamente, una alteración del orden natural de una democracia de los privilegiados, de allí que siguiendo esta misma lógica, Aguinis y todo lo que él representa se le oponga.
Sin miramientos ataca con una batería de lugares comunes y liberales (habla de República, Populismo, Inmoralidad, Ignorancia, etc.) la identidad de los pueblos que luchan por su liberación.
No podemos esperar lo contrario, sería como esperar que el escriba del discurso del Amo se conmueva frente a la injusticia que sufre el esclavo.
Retoma aquella idea kantiana de la “Heteronomía de la conciencia”, donde miles de brutos marchan tras ideas falsas, hipnotizados por un discurso mendaz. La novedosa idea posee más de 200 años y fue usufructuada en el pasado por los epígonos del peronismo clásico en incontables oportunidades. Es natural que cuando se quiere ir en contra de una fuerza novedosa, progresiva y transformadora, se deban ir a buscar ideas a los recovecos más reaccionarios del pensamiento del pasado (ya superado ampliamente por filosofías que lo han derribado).El pensamiento pre-kirchnerista de Aguinis atrasa, no puede evitarlo, ni desplegando sus más logrados esfuerzos (funciona como un objeto descubierto de alguna civilización pre-hispánica, nos recuerda un pasado que en algún momento estuvo vivo pero que hoy, por suerte, ha muerto).
Se atreve, además, a improvisar una ¿síntesis?, a vuelo de pájaro, de la historia Argentina, que no se ajusta a ninguna metodología que pueda considerarse seria, sino que, deliberadamente, produce una historia desde los nombres propios, dejando afuera de su mentado esquema historiográfico la presencia popular que marca, a fin de cuentas (y sin que él lo sepa) las “idas y venidas” de la “pobre patria“ que tan dolorosamente tuvo que “sentir” nuestro héroe menor. Vale decir que lamentamos, con todo sarcasmo, su sufrimiento y reivindicamos, no sin menor sarcasmo, la entereza con la que ha llevado la tarea moral de decirnos a todos los “inmorales equivocados”, desde su luminoso saber autónomo, qué camino hemos de tomar.
Yendo al grano, el real problema de fondo es el segregacionismo evidente que enuncia su posición política, las expresiones “recursos humanos dignos” y “ganado humano” sirven para que podamos plantar posición. Vale recordar que el ser humano NO es un recurso. Esa sería tal vez, una de las distancias fundamentales que mantenemos con su discurso. Es normal que quien caracteriza de recurso a la condición humana y cree que es posible entender a ciertos humanos como “ganado”, crea que puede, en nombre de no se sabe qué perversa moral, denigrar a aquél que piensa distinto.
Pero, nos preguntamos ¿No funciona ese “ganado humano” en la lógica segregacionista con la que Aguinis razona, como el Judío para la lógica totalitaria del racismo nacional socialista?, ¿Qué verdad insoportable de su ser le revela el “ganado humano” que tanto rechazo le causa?, ¿Su odio es, acaso, el intento por taponar esa verdad, tan dolorosamente interna, que revela que para sí mismo, inconscientemente, Aguinis no es otro que quién él mismo odia?
He ahí toda la gran potencia de este escritor menor, su edificio ideológico fue construido con los lamentables ladrillos del racismo. Su tesis, obvia, repetida hasta el cansancio, es la siguiente: El kirchnerismo, al momento de dejar el poder, ya lejos de las arcas estatales, irá devaluando su capital político, perdiendo toda su fuerza. Olvida que el kirchnerismo no nace de un repollo, sino que constituye la continuación de una tradición política de transformación. Transformación que surge desde la perspectiva de la identidad política que las clases populares han asumido en sus luchas específicas y es el resultado de conflictos históricos no resueltos, que retornan para hablar de lo que no pudo ser cambiado hasta hoy. Los pueblos hacen su historia, con limitaciones, equívocos, epígonos, y racistas incluidos, podrán confundirse, pero algo tienen en claro, no perderán su potencia porque, como Fierro, si es preciso abrirán con su cuchillo el camino pa´ seguir.