Asesinato de Matías Carbonell: 11 años de impunidad
Por Adelqui Del Do * | Foto: El Grito del Sur
Semanas antes que se sancionara la Ley Nacional de Salud Mental y Adicciones (26.657), moría en el Hospital General de Agudos J. M. Penna, Matías Carbonell. Los médicos que lo recibieron en dicho hospital denunciaron que su cuerpo tenía lesiones físicas compatibles con el pasaje de corriente eléctrica, entre otras torturas de extrema gravedad, que le causaron la muerte.
Había atravesado numerosas internaciones y desde el año 2009 se encontraba internado en el Hospital Interdisciplinario Psicoasistencial José Tiburcio Borda. El Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) denunció que Matías fue maltratado y torturado, soportando diversas formas de violencia y hostigamiento por parte de los profesionales del Hospital Borda.
Dicho maltrato fue propinado durante su internación en el servicio tristemente célebre 14-22, servicio conocido por ser un lugar de castigo y sobre el que pesaba una medida cautelar de urgente cierre por las peligrosas y humillantes condiciones en las que se encontraban las personas allí internadas.
En 2008, el Informe Vidas Arrasadas: La segregación de las personas en los asilos psiquiátricos argentinos, había documentado violaciones a los derechos humanos perpetrados contra las aproximadamente 25.000 personas internadas en hospitales monovalentes de salud mental. Entre esos hospitales se encontraba Hospital Borda, claramente las autoridades de la Ciudad de Buenos Aires y del Hospital no tomaron nota de las recomendaciones realizada por los organismos de derechos humanos.
Sobre el servicio 14-22 recaían numerosas denuncias y gozaba de una muy mala fama dentro y fuera de hospital. Cabe destacar que, en un allanamiento al Hospital Borda, en el marco de la investigación de la muerte de Carbonell, se constató que entre 2009 y 2010, murieron 46 pacientes del mencionado hospital. Muertes que por lo general no son investigadas.
Según informe de la Procuración Contra la Violencia Institucional (2013), entre las irregularidades que se comprobaron en la investigación, se halló la falta de historias clínicas completas de las personas que habían estado internadas en el servicio 14-22 entre 2009 y 2010. Increíblemente este servicio fue cerrado recién en abril de 2011.
Matías Carbonell había sido elegido por sus compañeros como delegado y era el impulsor de reclamos para lograr mejores condiciones de internación, muy probablemente el motivo del ensañamiento con el joven. Todo indica que fue castigado por protestar y defender a sus compañeros.
Matías Carbonell fue víctima de violencia institucional dentro del hospital.
Hace poco un colega me preguntaba si este tipo de hechos seguían sucediendo en el Hospital Borda, atiné a señalar inmediatamente que no, pero luego recordé que Jorge Marcheggiano, usuario internado en este Hospital, murió tras el ataque de una jauría de perros salvajes mientras caminaba por las instalaciones del Borda. Escena horrorosa propia de la época medieval.
Tanto la muerte de Jorge, como la de Matías podrían haberse evitado, ya que en ambas situaciones se habían presentado medidas cautelares. También es cierto e histórico el desinterés del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires sobre los usuarios y usuarias de salud mental. Nunca cumplió su propia ley de salud mental (448), como así tampoco la Ley Nacional.
Como profesionales de la salud no podemos ni debemos ser funcionales ante situaciones de violencia institucional; para ello contamos con herramientas clínicas y deontológicas.
Claramente el encierro no sólo no cura, sino que también mata.
A once años de la muerte de Matías, seguimos a la espera de que se inicie el juicio, como un paso necesario de justicia para Matías y su familia.
* Psicoanalista. Docente de Grado y Posgrado. Autor de numerosos artículos sobre salud mental y derechos humanos.