Cooke y el revisionismo histórico
Por Pablo A. Vázquez*
Desde posiciones heterodoxas al peronismo clásico se reflexionó sobre si la praxis del autor citado fue el germen del peronismo “republicano”, de la “izquierda peronista” o de un “marxismo plebeyo”, Roberto Baschetti, Claudia Korol, Hernán Brienza, Dari Pulfer, Ernesto Goldar, Eduardo Jozami, Miguel Mazzeo, Cristian Gaude, Horacio González, Aritz Recalde, Norberto Galasso, Richard Gillespie, Fermín Chávez, entre otros y otras, pusieron su pluma para andar por los camino de quien sentenció en 1967 que “El Peronismo es el hecho maldito de la política del país burgués”.
Poco se indagó sobre su perfil “revisionista”. Cooke adhirió a la historiografía federal y estuvo estrechamente relacionado con el Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas, centro emblemático del revisionismo argentino. Fermín Chávez, historiador entrerriano de notable producción federalista y rosista, que tuvo contacto con el citado Cooke, escribió en 1989: “El ex diputado peronista venía transitando desde fines de 1945 una senda de ferviente nacionalismo, después de haber militado con parecido fervor en el radicalismo liberal y anglófilo, hasta el punto de enrolarse en las huestes de Acción Argentina. En rigor de verdad, aquel Cooke de principios de 1940 nada tuvo que ver con FORJA, ni siquiera con los radicales del Gorro Frigio que lideraba Diego Luis Molinari”.
Efectivamente, la tradición del abogado platense de ascendencia irlandesa fue, a través de su padre Juan Isaac Cooke, vinculada al radicalismo de Ricardo Balbín. La designación de su padre como Canciller en el gobierno del general Edelmiro J. Farrell lo acercó a la labor del coronel Juan Perón, hasta que los sucesos del 17 de octubre d e1945 lo volcaron en decidido apoyo, a través de la Unión Cívica Radical Junta Renovadora. Elegido diputado nacional, tuvo una actuación destacada, sea para dar voz a la expropiación de la Prensa, o para objetar al propio Perón en la adhesión a la Actas de Chapultepec. Pero además tuvo una clara posición de defensa a Juan Manuel de Rosas, entroncando sus discursos con la obra del Restaurador o hasta negándose a homenajear a Justo José de Urquiza en el propio recinto del Congreso Nacional.
Miguel Mazzeo, en John William Cooke: textos traspapelados (1957 – 1961) (2000), afirmó: “Durante el gobierno peronista, siendo diputado, mantendrá relaciones con René Orsi, Atilio García Mellid, Arturo Jauretche, Raúl Scalabrini Ortíz, José Maria Rosas, etc. En 1950 aparece vinculado con las actividades del Instituto “Juan Manuel de Rosas” de Investigaciones Históricas, de ese año data una de sus primeras conferencias históricas Esteban Echeverría: radiografía de un mito”.
Fermín Chavéz, a su vez, rememoró: “Conocí al Bebe por el mes de agosto de 1952, en la sede del Instituto Juan Manuel de Rosas de Investigaciones Históricas, sito en Perú 359 (de la Capital Federal), donde pronunció una conferencia sobre Rosas y los liberales… En el curso de 1954 lo contamos en las actividades del Instituto… disertó el 3 de junio sobre La Triple Alianza y la Guerra del Paraguay., semanas después de, al constituirse la Organización Popular por la Repatriación de los restos de Rosas, integró su Consejo Plenario… Y en la asamblea general del mismo Instituto, efectuada el 27 de octubre de dicho año, fue electo vicepresidente… a fines de agosto había disertado… sobre el tema La leyenda del terror”.
En los ésos años, luego de un distanciamiento con el oficialismo, asume la dirección de la revista De Frente y es interventor del partido Peronista de la Capital Federal. El golpe de 1955 lo encontró en el departamento de José María Rosa, presidente del Instituto Rosas, dada la persecución que sobre él pesaba desde los esbirros de la Revolución Libertadora.
Cárcel en Buenos Aires y Rio Gallegos mediante, su nombramiento como delegado por el propio Perón lo mantiene activo en la clandestinidad, pero sin descuidar sus vínculos con escritores revisionistas ni negar su adhesión federalista.
Desde una visión marxista crítica al revisionismo, Mazzeo afirmó que:”… en muchos sentidos constituyó un relato épico y por lo tanto idealista de la historia nacional, muchas de sus propuestas pueden resultar atractivas desde el punto de vista literario pero no dejan de ser arbitrarias. La lectura del pasado de Cooke no se aparta de este tono, es más Cooke prácticamente no incorpora elementos del marxismo a sus análisis históricos lo que nos plantea un contraste con sus escritos políticos, conceptualmente profundos, dialécticos. Pero el contraste es sólo aparente”.
Más allá de objetar dicha afirmación, que plantea que los textos “marxistas” de Cooke son rescatables, mientras que su postura “revisionista” (y/o peronista, me animo a decir) es objetable u olvidable, el pensamiento de John interpela desde el conocimiento de la realidad nacional y latinoamericana a través de las formas de dominación existentes en el pasado, y que a través del conocimiento de la “otra historia” se puede arribar a develar lo que el sistema nos oculta para afirmar su dominación.
Sea con sus vinculaciones con el Centro de Escritores, Intelectuales, Periodistas y Artistas del Pueblo (CEIPAP), de raigambre revisionista, su ponderación al propio Fermín Chávez por su artículo en Columnas del Nacionalismo Marxista, revista dirigida por Eduardo Astesano, donde se amalgama el sector de la izquierda nacional con el revisionista nacionalista, para Cooke, o su adhesión a la Fundación Raúl Scalabrini Ortíz, el revisionismo fue parte de su identidad nacionalista y peronista, aún en su sincera adhesión socialista, usada como herramienta de combate.
“Tomaremos nuevamente la lanza”: Vale, finalmente, su frase “revisionista” del 30 de agosto de 1955, en vísperas del golpe contra Perón, para unir el símbolo de las tacuaras de las luchas federales con el espíritu de resistencia frente a la reacción que atentó contra el pueblo.
*Lic. en Ciencia Política; Docente de la UCES; Miembro de los Institutos Nacionales Eva Perón y Juan Manuel de Rosas