Crónicas coniceteanas: ciencia y lucha
Por María Belén Olmos y Mauro Greco
“Everything not saved will be lost”
Nintendo ‘Quit Screen’ message
¿Cómo no ir hacia atrás en el tiempo para intentar entender y explicar el conflicto que hoy se desarrolla en el Ministerio de Ciencia, Técnica e Innovación Productiva, con casi 500 doctores/as de todas las áreas de la Ciencia quedando fuera del sistema a pesar de haber obtenido excelentes evaluaciones y con el edificio del Polo Científico Tecnológico tomado?
Los primeros despidos en el ámbito del Estado, en febrero de este año, nos comenzaron a alertar que las políticas respecto al ámbito público en el marco del nuevo gobierno se transformaban drásticamente. Posteriormente, y como parte de los efectos de los brutales tarifazos, las preocupaciones se trasladaron a los claustros universitarios. De no asignar una partida presupuestaria extra, las Universidades Públicas no iban a poder asegurar su funcionamiento durante el segundo cuatrimestre. Mientras tanto, en Ciencia y Técnica, no se abrían las usuales convocatorias a proyectos de investigación plurianuales y aparecían como “novedad” proyectos con restricciones para institutos y centros de investigación dependientes de Universidades Nacionales. Llegamos a Octubre y las discusiones en torno al presupuesto 2017 para Ciencia y Técnica nos encontraron alerta y movilizados.
Porque si algo se fortalecía paralelamente a estas pequeñas embestidas eran los espacios colectivos de diálogo e intercambio que supimos construir a pesar de individualismo meritocrático que ponderan los criterios de evaluación del sector. Espacios docentes y estudiantiles, claustros de becarios/as, agrupaciones políticas de ciencia, técnica y universidad, ámbitos gremiales. En todos se multiplicaba la discusión respecto de las condiciones de trabajo en el nuevo contexto, de los modos que deberíamos darnos para poder conservar lo conseguido y las articulaciones que resultaban necesarias para amplificar nuestras preocupaciones.
El punto de llegada fueron las declaraciones de miembros del Directorio de CONICET confirmando lo que se había esparcido “como reguero de pólvora”: no se iba a sostener la misma cantidad de ingresos a la carrera de investigador científico en CONICET. La reducción iba a ser del 60%. El pasado viernes 16, luego de una concentración y manifestación en frente del Ministerio de Ciencia y Técnica (MinCyT) y antes de los dos días del fin de semana, las comunicaciones empezaron a llegar. Solamente tenían “resolución favorable” 385 presentaciones de las 874 que habían sido recomendadas por las comisiones evaluadoras. Esto significaba que 489 compañeros/as, todos/as doctorados/as en su especialidad, con antecedentes en docencia e investigación y publicaciones en revistas especializadas, quedaban en la calle.
Ese fin de semana la bronca y angustia de cientos de compañeros/as, que se expresaba en posteos en las redes sociales, mensajitos de whatsapp, charlas de pasillos, se canalizó rápidamente en la organización de una masiva movilización al MinCyT que se transformó en la toma pacífica del edificio ante la negativa rotunda de las autoridades a dar respuesta a los reclamos.
Hoy vamos por el cuarto día de toma y las propuestas de las autoridades rozan lo ridículo y al mismo tiempo muestran su revés arbitrario, antojadizo y despótico. “No van a haber más ingresos a CONICET”. “Ningún país con 30% de pobres invierte en investigadores”. “El crecimiento en Ciencia y Técnica se volvió inviable”. “25 mil investigadores haciendo papers no le sirven a nadie”. Todas definiciones que nos hablan de que el recorte en Ciencia, Técnica y Universidad no es solamente económico sino –y por sobre todas las cosas– político, ideológico y cultural. Porque la razonabilidad de la reducción de ingresos a CONICET solamente se puede fundar en la falacia de que los aportes de la Ciencia y la Técnica al conjunto social no se traducen en procesos de mejoramiento social y que es una pretensión de países ricos adoptar las recomendaciones de UNESCO relativas a la investigación científica.
A pesar de esto, la masividad que adquirió el conflicto con asambleas multitudinarias en el reluciente (¿ex?) Polo Científico Tecnológico, la multiplicación de manifestaciones y tomas en Centros Científicos Tecnológicos en el resto de país, la solidaridad y apoyo de organizaciones políticas, gremiales y culturales del amplio espectro del campo popular, nos indican que el camino de la lucha es el único posible para defender los espacios construidos, las discusiones ganadas, los hallazgos obtenidos, las solidaridades que hicimos en estos años.
Porque la construcción de conocimiento es siempre colectiva, la lucha es de todos/as.