Distintos escenarios sobre la represión policial en el Congreso
Por Santiago Asorey
El Gobierno necesitaba mostrar consenso al FMI. ¿Estuvo claro el triunfo del Gobierno? Al macrismo le dieron los números en la Cámara baja pero no le dieron los números en la calle. Triunfo adentro del recinto pero fue derrotado en la calle si pensamos en la lógica de lo que se tenía mostrar al Fondo, como explicó el compañero José Cornejo. La foto de la tapa de La Nación del día siguiente con un presunto manifestante encapuchado y un tacho de basura prendido fuego iluminó el camino que le espera al FMI en su plan para ajustar al pueblo argentino.
En este punto se abren unas series de preguntas y problemas claves para pensar estrategias y acciones de la militancia. ¿El Gobierno capitaliza lo sucedido o sufre daño por estos hechos? ¿Quiénes impulsaron un accionar de enfrentamiento directo con la policía? ¿Son servicios infiltrados o compañeros profundamente enojados por el brutal ajuste?
No está claro quiénes son en términos generales. Pero no importa. Ningún escenario es bueno para el Gobierno. De cualquier manera, queda claro, que una masiva cantidad de argentinos y argentinas se manifestaron pacíficamente a través de las organizaciones del pueblo que se movilizaron en paz. Los medios pueden poner la lupa sobre un grupo minoritario que se enfrentó directamente con la policía. Suponiendo que los que lanzaron piedras eran infilitrados el escenario no es bueno para el Gobierno por su responsabilidad en la digitación de los impunes servicios de inteligencia.
Y suponiendo que se trataba de compañeros del campo popular radicalizados y enojados por el brutal ajuste del Gobierno; adivinen. El escenario tampoco es bueno para el Gobierno, ya que en esa foto se transparenta la frágil gobernabilidad del macrismo. En cualquiera de los escenarios e hipótesis posibles es el resultado de la creación de los monstruos que generó el Gobierno con su política económica que canaliza todo a la represión de la protesta social. El presupuesto 2019 no tiene consenso social en ninguna de las hipótesis barajadas en la mesa y el Gobierno se ve obligado a radicalizar su estrategia. Esta situación expone al macrismo a un momento político de suma vulnerabilidad.
Por otro lado, el Gobierno intentó justificar la razzia policial en la que fueron detenidos compañeros de La Garganta Poderosa, de Télam y Astilleros Río Santiago, entre otros, por los incidentes previos. Los grandes medios intentaron instalar la incongruente versión ofrecida por el secretario de seguridad porteño, Marcelo D´Alessandro. Pero el funcionario no acepta mostrar los videos de cómo ocurrieron las detenciones porque conoce íntimamente el accionar ilegítimo que detuvo a gente que se había movilizado pacíficamente o que ni sabía que existía una movilización. El show de la policía terminó con detenciones; no en el lugar donde hubo incidentes sino a más de 15 cuadras del Congreso, donde terminaron detenidos un turista turco que apenas se podía comunicar con los efectivos policiales, un joven platense que había ido a comprar ropa para la hija, trabajadores de Telám, periodistas y militantes sociales. El relato policial de los funcionarios macristas fue tan grosero que el periodista anti k del establishment, Ernesto Tenembaum, le dio la razón en su programa radial al referente de La Garganta Poderosa, Nacho Levy.
El compañero de La Garganta aseguró que "este dispositivo de cacería indiscriminada la vimos dos veces: el día del rechazo a la reforma previsional, y ahora con el rechazo al presupuesto 2019". Queda claro que la estrategia del Gobierno es que la discusión por el presupuesto vire a una polémica mediática en torno a la represión e incidentes y no en relación al presupuesto superajustador de Christine Lagarde. Pero el Gobierno se juega una fibra sensible en relación a la pregunta por la gobernabilidad. El extremismo de la estrategia de Macri de polarización y demonización puede ser funcional para el núcleo duro del electorado, pero no para el conjunto de la población que percibe cada vez más señales de incertidumbre en las instituciones y en la economía. Tampoco para el Fondo Monetario Internacional que ve al caballo por el cual apostó cada vez más cansado y golpeado.