El 17 de octubre con ojos de mujer
Por Pablo Adrián Vázquez
Una cálida tarde de primavera nació el peronismo. El camino, que se inició con la Revolución del 4 de junio de 1943, tuvo su mojón el 17 de octubre de 1945. Decenas de miles de obreros se congregaron desde temprano en Plaza de Mayo y en otras plazas importantes del país con una consigna “Queremos a Perón”.
Ganar las calles, el esfuerzo por transformar el apoyo del pueblo trabajador en la patriada del 17 se vio coronado por la liberación de Perón y un nuevo esquema político de poder popular.
Mucho de ha dicho y escrito, pero siempre desde la visión del varón. Son pocas las oportunidades, salvo con Evita, que se le dio voz a quienes fueron protagonistas junto a los hombres de dicha jornada.
Beba Gil, subdelegada censista en Santa Cruz y enviada por Perón en los ‘50 para organizar en partido femenino chileno en el hermano país, relató desde su visión de mujer trabajadora que empezaba a interesarse en temas políticos: “…los primeros días de octubre al coronel Perón lo habían sacado del gobierno y se decía que estaba preso en la isla Martín García; al cobrar, no nos pagaron el 12 de octubre, feriado legal, y nos violentamos protestando frente a la prepotencia de los patrones”. (Gil, 2004: 23)
Ana Macri, delegada censista en Santa Fe Tucumán, y diputada en 1951, rememoró desde una joven que no había militado en política: “… salí y pude ver columnas de gente corriendo hacia Plaza de Mayo. Esta eclosión humana reclamaba a gritos la libertad del coronel Juan D. Perón, arrastrando a los transeúntes a unirse con el mismo fin” (Macri, 2006: 22)
Doña María Roldán, militante del gremio de la carne de Berisso, refirió desde su pertenencia sindical: “El 17… nosotros salimos todos a la calle, hasta el gato, porque teníamos miedo de que mataran a un hombre que queríamos como presidente… porque a las ocho menos diez, en Plaza de Mayo, yo estaba en el palco y dijimos si no aparece el coronel Perón dentro de diez minutos, era una orden del sindicato, mañana no trabaja nadie. Y a las doce de la noche Perón apareció…” (James, 2004: 71)
Blanca Luz Blum, poeta y colaboradora de Perón, describió los hechos desde el sector que acompañaba a Perón en la secretaría de Trabajo y Previsión: “Fue un amanecer limpio y puro el de ese 17 de octubre de 1945, cuando desperté y asomándome al balcón de mi departamento ubicado en Rodríguez Peña 1533 respiré hondamente y me dije: “así debe ser de limpio este día”. Inmediatamente me dispuse para pasar revista a los compañeros peronistas pertenecientes a diferentes ramas sindicales, que noche a noche y hasta el amanecer trabajaban organizando el Gran Día… apretando contra sus pechos aquella consigna concreta y seca como una bala: HUELGA GENERAL. (…)
A la medianoche del 16 de octubre, el círculo se había cerrado. Los ferrocarriles, no correrían por la pampa y se quedarían detenidos allí donde les encontrara las doce de la noche… El gremio ferroviario marcaba la pauta a seguir. ¡El magnífico gremio ferroviario!
Al amanecer, el pueblo peronista tomaría la ciudad de Buenos Aires con un solo grito: ¡MI VIDA POR PERON!” (Chávez, 1996: 75 – 76)
Delfina Bunge de Gálvez, escritora y periodista, escribió en las páginas del diario católico El Pueblo, y que luego le costó la reprimenda de parte del clero y de su sector social: “Emoción nueva la de este 17 de octubre: la eclosión entre nosotros de una multitud proletaria y pacífica. Algo que no conocíamos, que, por mi parte, no sospeché siquiera que pudiera existir… Nuestros primer impulso fue el del cerrar los balcones. Pero al asomarnos a la calle quedábamos en suspenso… Pues he aquí que estas turbas se presentaban a nuestros ojos como trocadas por una milagrosa transformación. Su aspecto era bonachón y tranquilo. No había caras hostiles ni puños levantados… Estas turbas parecían cristianas sin saberlo. Y sabiéndolo, eran argentinas… Supieron cantar el Himno Nacional con una nobleza como pocas veces alcanzó a ser coreada por el pueblo. Su actitud era tal que nos hizo pensar que ella podía ser un eco lejano, ignorante y humilde de nuestros Congresos Eucarísticos. Tal vez en aquellos Congresos aprendieron esta gente su nueva actitud…” (Chávez, 1996: 21 – 23)
María Granata, escritora y periodista, expresó, embanderada en el naciente movimiento, desde el poema 17 de octubre:
“Se levanta tu luz hecha de Pueblo,
de Pueblo que venía
entre arrancados párpados de sombra
para salvar sus días en tu día.
Que multitud de brazos encontrados,
de gritos que son canto,
de rostros que por fin se reconocen
en el amor y en la señal del llanto”.
Finalmente Eva Perón, en varias oportunidades expresó sus impresiones sobre el 17 y su participación. En un artículo del periódico Democracia de 1948 escribió: “Que el 17 de Octubre es una fecha definitivamente incorporada a las fechas que señalan nuestras gestas de más acertado sabor popular y más efectivo contenido nacional ya es incuestionable, como es incuestionable que nada ni nadie logrará borrarla de la vida de nuestro pueblo. Tiene para nuestra independencia económica y nuestra evolución social, el mismo significado que el 25 de Mayo tuvo para nuestra independencia política” (Vázquez, 2009: 173).
Más adelante refirió los hechos de octubre y su rol en los diversos discursos dados por ella en los siguientes 17, para profundizar sus conceptos en sus clases de la Escuela Superior Peronista de 1951, publicadas como Historia del Peronismo.
Memoria, identidad política y fe militante se conjugan en estos relatos que enriquecen la fecha que fue un antes y después en la historia social de nuestro país.
A 70 años que nuestros abuelos y abuelas ingresasen en la historia por la puerta grande, previo refrescarse “las patas en la fuente”, los ojos de aquellas mujeres protagonistas – sin distinción de estrato ni clase – nos dan nuevos elementos para seguir analizando cuando tomo forma de revolución “el subsuelo de la patria sublevado” para rescatar a su Líder.