Bergoglio y la esperanza en un libro con prólogo de Axel Kicillof
El legado y el pueblo
El pueblo de la provincia de Buenos Aires, tiene un sentimiento profundo respecto a la figura de Jorge Bergoglio, el Papa Francisco. Su pensamiento, fue siempre una extensión de una humanidad que alcanzaba el corazón de quienes situaban su esperanza, en el centro mismo de la existencia. Por eso, recordando su paso como cura a cargo del Colegio Mayor en San Miguel, o su compromiso con los pobres en actos y entregas, o sabiendo de él cuando alcanzó sus cargos más elocuentes, se hizo una figura que acompañaba en el dolor del pueblo sus necesidades y sus anhelos. Su palabra significaba una extensión de su sensibilidad como quien extiende su mano y la da sin pedir nada a cambio, a quien necesita ser asistido. El derrumbe que sufrió el país desde la asunción del gobierno vigente, la destrucción de los renglones relativos a la justicia social, la atención de las demandas de los pobres, los trabajadores, las provincias, los discapacitados que aún con falencias, eran atendidas por el Estado, produjo un cambio devastador en los sectores populares. Ya ungido Papa, el cura Jorge de siempre, clamó por la recuperación de los derechos de su pueblo y la defensa de su dignidad. Hoy, la continuidad de su legado, se percibe en la gestión del Papa León XIV, que expresa un camino, una lealtad y objetivos que hacen a la esperanza de pueblos heridos y saqueados, como sucede con el pueblo argentino.
El gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, atento a ese sentimiento, dispuso la realización de un libro sobre el Papa Francisco. Fue así, que presentó la obra “El Maestro. El Humanismo del Papa Francisco”, junto al director general de Cultura y Educación, Alberto Sileoni, y el arzobispo de La Plata, monseñor Gustavo Carrara. Y explicó entonces que el trabajo apuntaba a mantener vivos los pensamientos y las acciones de Francisco para llevarlos a las escuelas de la provincia de Buenos Aires. Y explicó que “Francisco se refería al ajuste en materia educativa como el suicidio programado de una sociedad: sostenía que los recortes no buscan realmente un superávit fiscal, sino que su objetivo real es ejecutar un programa en contra de los intereses del pueblo”, y precisó que el libro “… es también un rechazo al ajuste educativo y un llamado de atención a todos aquellos que quieren imponer la lógica de una sociedad sin escuelas públicas, sin oportunidades, sin cultura del encuentro y sin inclusión”.
La edición estuvo a cargo de la Dirección General de Cultura y Educación, y cuenta con análisis de monseñor Carrara, el padre José Pepe Di Paola y Adriana Puiggrós, que abordan la problemática que surge de observar el pensamiento de Francisco. “Francisco fue un educador que transmitió su magisterio a través de ideas y gestos, promoviendo durante toda su vida la pedagogía de la inclusión y del encuentro”, sintetizó Alberto Sileoni, Director General de Cultura y Educación de la provincia.
El hombre de la transformación
El gobernador Kicillof, en su presentación titulada “Un argentino que marcó el rumbo a escala internacional”, analizó que “Es difícil enumerar la cantidad de transformaciones, cambios, la valentía que tuvo Francisco en un mundo que a nivel ideológico es espantoso. Estamos en una noche oscura en el todo el planeta y la luz que teníamos era la del Papa. Vamos a ir dándonos cuenta con el paso del tiempo de la importancia de la obra, del posicionamiento, de las opiniones, de las discusiones que dio Francisco y del contexto en el que lo hizo”. Sus ideas concluyen de un modo preciso: “… más allá de las disputas y las discusiones, tenemos la responsabilidad de hacer realidad la palabra de Francisco y honrar ese legado”.
Hay impresiones de relevancia en el libro, y una de ellas es la que subrayó Alberto Sileoni, Director General de Cultura y Educación de la provincia, respecto del rol notable de Francisco en la educación de los pueblos. En realidad, el Papa fue siempre, desde su estatura de Cura, cosa que le agradaba le recuerden, un educador puesto en la trinchera de avanzada de la existencia humana. “Francisco promovió hasta sus últimos días una pedagogía de la escucha y del encuentro, que se integra en la extensa tradición de las ideas de la educación popular de nuestro continente”, observó Sileoni y agregó, “Frente a la cultura del descarte y la soberbia de los ignorantes, reveló la importancia de la educación integradora, de la defensa de una escuela que no discrimine y abrace a todas y todos sin importar origen ni condición, una escuela que cuide, ampare y enseñe”.
Adriana Puiggrós, educadora dueña de una historia singular, ex titular de educación de la provincia, destacó aspectos de integración en el concepto educativo del legado de Francisco, y resaltó que “… insistió en el cuidado de la “casa común”, denunciando la depredación del planeta, la concentración de riqueza en pocos y la pobreza y miseria de muchos”. Adriana destacó su preocupación ante “Los nefastos efectos del tecno neoliberalismo, y esa línea hoy debilitada entre la comunidad y el individuo despojado de humanidad…”. Francisco, en esa línea de pensamiento, había advertido, entre otras cosas, que “Hacer el ajuste en educación es un suicidio programado de un país”, “No se puede, es criminal”., “La gente se opone, arma lío, reclama”, y remataba señalando que la educación es un alimento, “Es lo mismo que si vos le quitás la comida a la gente. Es la comida del alma, de la mente, del espíritu”.
Un libro para compartir
El libro va a ser un material imprescindible para que, en el campo educativo, en la familia, en los colectivos, se trate en profundidad tanto la cuestión educativa como los problemas acuciantes que sufren los bonaerenses. Monseñor Gustavo Carrara, Obispo platense, pensó para esta obra en ese rumbo y remarcó un aspecto importante, como lo es vincular la educación, la vida, a la situación de la pobreza, de los pobres. “… Francisco siempre nos invita a redescubrir a los pobres como sujetos de su desarrollo humano integral. Los pobres no solo dan que pensar, sino que piensan, no solo despiertan sentimientos, sino que sienten, y no solo padecen injusticias, sino que se organizan para luchar contra ellas”. La obra es un verdadero compendio de reflexiones que se hace para compartir el recuerdo de Francisco como un episodio vivo, necesario para volver sobre su historia, su aporte, su presente vibrante que se lleva en el pensamiento y en la sensibilidad. Y es un valor que atesora el pueblo, que no puede ser cuestionado ni saqueado. En ese camino se inscriben los aportes del Padre Pepa Di Paola y de Pablo Urquiza.
Es posible que, al ser trabajado en los colectivos políticos, sociales y culturales de la provincia, el libro que publicó el gobierno de la provincia de Buenos Aires, nos haga recordar, además, las palabras del intendente de La Plata, Julio Alak al despedir al Papa: “Francisco, primer Papa latinoamericano y jesuita, encarnó el compromiso cristiano por excelencia, con la justicia social, con el diálogo entre culturas y religiones, con la construcción de un mundo fraterno. Su humildad, su empatía con los necesitados y su ejemplo de vida seguirán iluminando el camino de millones en el mundo”. Ese legado insustituible, esta ahora contenido en esta obra que va mano en mano de los bonaerenses estableciendo una comunión de sentimientos para la lealtad y la transformación que se merecen cada día y para siempre.