El kirchnerismo, entre los votos y la lucha

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El kirchnerismo, entre los votos y la lucha

12 Agosto 2013

Por Horacio Bustingorry

Las elecciones conllevan una enorme complejidad. Más aún en Argentina, donde desde el retorno a la democracia, en no pocas ocasiones existió un marcado contraste entre el carácter popular de una fuerza y su performance electoral. El kirchnerismo y su necesidad de navegar entre dos lógicas no siempre concurrentes: la de los votos y la de la lucha

Si se compara el kirchnerismo y el chavismo en su relación entre voto y carácter popular se destaca una diferencia.  En Venezuela la relación ha sido más unívoca y directa. Por el contrario, en Argentina  esa relación ha revestido un carácter más errático. A juicio del autor, el 54% de 2011 no constituyó un  indicador mecánico del carácter popular del gobierno nacional, sino de un estado de ánimo complejo, contradictorio y con múltiples interpretaciones.

Explicar esta peculiaridad está más allá del alcance del autor. Sólo quiero destacar un aspecto: la enorme complejidad económica y social de Argentina y su marcado carácter de sociedad de consumo. Si  atendemos que un gobierno tan antipopular como el de Macri tiene sus hospitales en mejores condiciones que algunos de los países más radicalizados de la región, se entenderá las enormes dificultades que implica analizar un país como Argentina.  

¿Dónde buscar entonces el carácter popular del gobierno? En factores mucho más estructurales como la ejecución del programa, y la relación con el conflicto social. Comparemos la situación con el gobierno de Menem. El primer aspecto está fuera de toda discusión. En cuanto al segundo ítem, el riojano a lo largo de su mandato triunfó en todas las elecciones (incluso la de 1997) y sin embargo tuvo que soportar nueve paros generales en su contra. Muy distinto a la situación de los gobiernos k que recién luego de nueve años de gestión, sufrieron el primer paro general, por lo demás, mucho más raleado que los acaecidos durante el menemismo.

En los factores  estructurales es donde puede verse con mayor nitidez hacia donde marcha un gobierno y cuál es su carácter. Estableciendo una tosca analogía podríamos decir que esos elementos son el mundo macro de la física newtoniana y los actos eleccionarios - donde lo que actúan son individuos y no fuerzas sociales- se corresponden con el mundo cuántico, azaroso, complejo y muy difícil de predecir. Los factores para entender el resultado de una elección son múltiples, variados y con una lógica muy difusa.

Para las PASO de 2013 propongo cuatro elementos, entre tantos otros que podrían señalarse. En primer lugar no es desdeñable el rol que siguen ejerciendo los medios de comunicación. Durante el último tiempo el gobierno nacional ha recibido toda suerte de críticas y agresiones, que evidentemente alguna influencia ejercieron en el electorado.

En segundo lugar, corresponde señalar las licencias que se permite el votante en las elecciones legislativas.  En tercer término, no puede dejar de mencionarse las dificultades que atravesó el país en 2012 en materia de empleo e inflación, con los saqueos de fin de año como síntoma y corolario. Si bien durante 2013 la economía ha tendido a componerse, los resabios de aquélla situación pueden haber operado en la decisión de los votantes. Por último, las alusiones al problema de la inseguridad son una entendible fuente de votos para quien pone el tema en agenda.

Con todo, no es producto del triunfalismo y la ceguera que se resalte que el kirchnerismo es la primera fuerza a nivel nacional. Luego de diez años constituye ya un sólido espacio  policlasista, con un programa de capitalismo nacional con contenidos antiimperialistas, creciente industrialización, redistribución del ingreso y fuerte intervención del Estado, todo eso sustentado por una enorme militancia. En ningún otro espacio existe una realidad similar.

Desde ya que esa fuerza debe ganar elecciones. Ese factor  no puede ser soslayado y minimizado. Pero la clave de la profundización del modelo no está en los votos, sino en la correcta resolución de dos factores en permanente tensión, ninguno de los cuáles puede anular al otro: el gobierno nacional y el conflicto social.