El sujeto está (en la lucha): una respuesta a Natalucci

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El sujeto está (en la lucha): una respuesta a Natalucci

21 Agosto 2013

Por Horacio Bustingorry

Para Natalucci el error del gobierno fue su apuesta a la juventud en detrimento de otros actores. Según la autora: "La derrota frente a las patronales agropecuarias en el conflicto por la 125, la crisis internacional de 2009 y un modo de entender la conducción política pusieron al kirchnerismo en una posición defensiva que lo llevó a creer que necesitaba de una “fuerza propia” que le respondiera sin ningún tipo de condicionamientos. En ese contexto emergió la fantasía que los “jóvenes” podían constituirse en el sujeto del kirchnerismo".

Natalucci hace referencia a La Cámpora, aunque sin nombrarla. Su relato sobre el periodo de desarrollo y consolidación de esta organización como sostén del kirchnerismo tiene un problema de periodización. El  crecimiento exponencial de La Cámpora no fue después de las elecciones de 2009 sino hacia fines de 2010, luego de la muerte de Néstor. Hasta esa fecha constituía una organización pequeña, circunscripta a pocos espacios territoriales y con un puñado de militantes. Muy lejos de la organización nacional actual que no deja prácticamente punto del país sin abarcar. Por otra parte, la causa de este crecimiento no reside en la apuesta a conformar una “fuerza propia”, sino en la necesidad de contener la explosión militante de muchos sectores juveniles, manifestada después del fallecimiento de Kirchner.

¿Esta juventud no expresa nada como sostiene la autora? La respuesta es negativa a no ser que se confunda discurso y realidad social. Una cosa es la apelación a la juventud como constructor de sentido e interpelación discursiva y otra muy distinta la composición real de una fuerza. Natalucci parece desconocer dos procesos interrelacionados: la cada vez mayor presencia territorial de La Cámpora y el proceso de camporización de muchos militantes y organizaciones kirchneristas.

Este último aspecto se dio no sólo en sectores medios también en la militancia barrial. Sirva como ejemplo el Pitu Salvatierra, -desde el año pasado militante de  La Cámpora-  quien en los sucesos del Indoamericano puso en agenda el problema de tierra y vivienda en la ciudad de Buenos Aires. Por lo tanto, no es cierto que en las juventudes kirchneristas no estén representados los trabajadores informales y los desocupados.

Tampoco parece acertado plantear que la forma de entender la conducción política por parte del kirchnerismo fue lo que llevó al crecimiento de la juventud. Es cierto que hubo intolerancia frente a algunos planteos al interior del movimiento, pero no más que en otras épocas del peronismo. En ese sentido, Natalucci adolece de perspectiva histórica. Comparados con otros gobiernos peronistas, los de Néstor y Cristina han sido los menos duros a la hora de sancionar la disidencia interna. Además, han sido receptivos a algunos desacuerdos como bien lo demostró Horacio Verbitsky en su crítica al proyecto para limitar las cautelares o el cuestionamiento del CELS al ascenso del general César Milani

Respecto a Hugo Moyano existe una paradoja en relación al planteo de Natalucci. En las legislativas de 2009 el dirigente sindical brindó todo su apoyo, con una gran movilización incluida y llamó a votar por el gobierno. En ninguna elección antes o después Moyano se jugó tan a fondo por el kirchnerismo. Sin embargo, los resultados no fueron los mejores.

Muy distinta fueron las presidenciales del 2011. Ese año, Moyano fue adquiriendo un perfil cada vez más opositor al punto de pronunciar un discurso muy duro contra el gobierno a escasos días posteriores de la reasunción de Cristina. La ausencia del moyanismo en el acto celebrado en el Congreso fue el dato saliente del comienzo del segundo mandato cristinista.

Esto no quiere decir que los trabajadores formales no estén representados en el kirchnerismo. Los secretarios generales de dos sindicatos tan importantes como la UOM y el SMATA siguen dando su apoyo al proyecto nacional, si bien coincidimos con Natalucci en que no cuentan con la "legitimidad y representatividad en el colectivo de los trabajadores formales" que si tiene Moyano. Este cambio de apoyos puede evidenciar un cierto conservadurismo en materia laboral pero de ninguna manera una ruptura total con el movimiento obrero. El paro del 20N fue una novedad en el ciclo kirchneristas, pero también evidenció que el desencuentro de los trabajadores con el gobierno está muy lejos de haberse consumado.

Por otra parte, el pobre desempeño electoral que mostró el moyanismo en su alianza con De Narváez hace pensar que el espacio tiene poco que aportar a la hora de sumar votos. En general, las experiencias electorales sindicales nunca han tenido demasiado éxito, incluso cuando la impulsaron dirigentes de la talla de Vandor o Ubaldini, quiénes por otra parte, contaban con una enorme capacidad de movilizar a las bases a la hora de realizar un paro o una protesta.

Como hemos señalado en otras oportunidades, aceptamos que la ruptura con Moyano fue un problema. Probablemente, muchas de las dificultades para profundizar el modelo que el gobierno viene manifestando desde 2011 se deban a ese hecho. Sin embargo, no creemos que la ruptura haya tenido incidencia en el proceso político-electoral y que en consecuencia, explique la merma de votos en estas elecciones.

El sujeto está en la lucha

Dice Natalucci: "En una sociedad argentina demasiado heterogénea, las organizaciones sindicales y socioterritoriales le permitieron al kirchnerismo representar a los sectores populares en alianza con sectores medios. Esta es la fotografía que permite entender el 54% de la elección presidencial de 2011".

Por los elementos brindados en párrafos anteriores nos permitimos dudar de esta afirmación. Con todo, el eje central del desacuerdo no es empírico sino teórico. Creemos que los sujetos no se manifiestan en las contiendas electorales sino en la lucha. Confundir esas dos instancias de la realidad fue lo que llevó a muchos compañer@s kirchneristas a defender el carácter popular del gobierno en el 54 % de 2011, y a no entender por qué en estas elecciones se perdieron tantos votos.

Es en la lucha donde el kirchnerismo sigue expresando la mayoría de las demandas de los 90. En ese sentido el problema de la izquierda o de Moyano no es que no puedan sacar muchos votos, sino que no pueden conformar un sujeto popular con demandas unificadas que incluyan los problemas de los sin tierra, sin vivienda, campesinos, precarizados, trabajadores en blanco, es decir al conjunto del campo popular. Con todas sus limitaciones, el kirchnerismo sigue siendo el espacio político con más chances de articular todas las demandas y llevarlas a buen puerto. Que todavía falta mucho para constituir un sujeto completamente consolidado con fuerte arraigo en la totalidad de los sectores populares es una realidad incontestable. Pero de ahí, a negar la existencia de un sujeto hay un largo trecho, que se hace más grande todavía cuando se plantea que esa supuesta ausencia explica la performance del kirchnerismo en estas elecciones.