El vendaval amarillo y el rol de los sindicatos
Por Gustavo Galligo
Semana de gloria para las corporaciones.
Como se los había prometido el “candidato con dueño” - hoy presidente - se dispuso por Decreto la total eliminación de las retenciones suprimiendo los derechos de exportación al trigo, al maíz ya la carne, más una baja de cinco puntos para la soja. Y para los popes de la UIA – pequeños y medianos empresarios al margen - resolvió la quita de retenciones a la exportación de manufacturas y liberación de la regulación a las importaciones (¡pobres Pymes!). Ahora sabemos, Cambiemos significa ¡”Joe” Martínez de Hoz, loado seas!, ese país que imaginó con Videla, Massera y CIA, el sueño que quiso compartir aquel lejano 2 de junio de 1976 –vaya casualidad, la noche que lanzaron el plan económico de la dictadura también anunciaron la “revolución de la alegría”, que parecía ya sepultada en el olvido - hoy vuelve a resurgir.
Y como un homenaje a la memoria de este siniestro personaje, los medios publicaron - en son de triunfo - las fotos en primera plana de lo más granado de las patronales agropecuarias, con el infaltable “Momo” Venegas; sin duda, se ha reconstituido el bloque de poder gestado en aquellos tiempos del proceso, incluyendo la “justicia” adicta encabezada por una corte suprema integrada por empleados del poder ejecutivo, como lo reconoce el propio gobierno que, con la anuencia de Ricardo Lorenzetti, acaba de designar a dos integrantes por Decreto.
Luego vinieron las otras medidas esperadas: la devaluación que asegura una enorme ganancia adicional a los grandes productores, pool de siembras, cerealeras y a los que ubicados en puestos de privilegio acumularon dólares (por caso, los jerarcas judiciales que ni siquiera pagan impuestos); y como si fuere poco, negociaron con banqueros privados extranjeros préstamos usurarios por 5.000 millones de dólares para levantar el inexistente “cepo” cambiario (con total descaro, Prat Gay admitió que los dólares están retenidos por los exportadores y en silobolsas, el resto está en manos de los que vinieron atesorando por pura especulación; dijo que eso los sabíamos y por eso hubo muy pocas operaciones (sic), entonces ¿cuál era el cepo?).
Haciendo números, el impacto fiscal anualizado será de 17.000 millones que, a partir de esta devaluación, alcanzará los 26.000 millones; el modelo de la ortodoxia neoliberal muestra su verdadero rostro con una tremenda sangría de recursos que va en perjuicio de la ocupación y del gasto social, lo que implica una descomunal transferencia de ingresos desde los sectores asalariados hacia grupos concentrados de la economía. Demás está decir que los cofrades de las corporaciones -sumados los que reciben unas pocas migajas del festín y los “mediocrizados” que no reciben nada, salvo globitos amarillos- pedirán a coro ¡qué baile!, ¡que baile!.-
Lástima que la fiesta se armó solo para los ricos, como contrapartida tiene un altísimo costo para millones de argentinos que han visto impactar los precios de los alimentos. La inflación que se comenzó a acelerar en las últimas semanas a un ritmo jamás registrado desde la gestión anterior de la Alianza (De La Rúa), nunca vista en los doce (12) años de gobiernos “K”, crecerá aún más, en una escalada que parece no tener fin. Esto lo reconocen ortodoxos y heterodoxos, liberales y estatistas, analistas locales y consultores extranjeros. Como dato verdaderamente relevante tenemos la explicación de la Firma Price Stats, que mide día por día la inflación en los EEUU y en varios países, entre cuyos informantes revista Alberto Cavallo –hijo de Domingo-; revela que en Argentina la inflación de diciembre es el doble que la de noviembre y el triple que la de octubre, agregando que ello se origina en los preanuncios de Macri sobre devaluación y eliminación de retenciones, invirtiéndola tendencia que para el segundo semestre era claramente decreciente. Esta explicación, por si hiciere falta, pone un rotundo mentís a la burda campaña del gobierno y del cartel de la prensa hegemónica, en el sentido que estas medidas se originan en la herencia recibida, es falso, absolutamente todas las medidas obedecen a la aplicación de un modelo de matriz agroexportadora, de tendencia financiera y de alineamiento con los EEUUU.
Hagamos un breve repaso. La carne es uno de los productos que registra mayores aumentos, más del 30% en el Mercado Central, alrededor del 50% en carnicerías y en algunos cortes la suba es del 80%. Aunque para el presidente de la Sociedad Rural Argentina, Luis Etchevehere, ello es muy bueno porque la baja del consumo favorece a la exportación y sostiene que en definitiva el consumo interno no se verá tan afectado puesto que a nuestra gente no le gusta consumir cortes especiales, la pechuga de pollo y el lomo son para los enfermos o para bajar de peso (sic). A lo que se suman, tomando datos de noviembre –todavía no están actualizados-, los laboratorios que aumentaron el 30% los medicamentos; la suba promedio llega al 40% en bebidas, lácteos, perfumería y elementos insustituibles de la construcción.
El Observatorio de Precios de la Secretaría de Comercio constató, antes de ser concretada la devaluación, el aumento del precio interno de las materias primas: soja el 20%, trigo 36% y maíz el 46%, lo que demuestra una vez más que el sector agro-ganadero concentrado siempre anticipa el trasladado de la devaluación a los precios internos y luego, cuando la medida se concreta, producida la depreciación de nuestra moneda, vuelve a subir los precios. De tal modo, cuando queda consumado el ajuste y la pérdida del poder adquisitivo del salario, cuando el enorme daño ya es irreversible,entonces aparece durante un tiempo la consabida parodia de la estabilidad (cambiaria y de mercado), pretendiendo hacernos creer algo ridículo, que los pobres resultaron ser los más beneficiados porque los formadores de precio, colmadas sus expectativas, detienen el inflador; realmente, un absurdo, insostenible como argumento serio, porque bien sabemos que antes se encargaron de hacer “doble colchón” para potenciar las ganancias, con actualización monetaria e intereses.Por lo demás, es evidente que los salarios recorren el camino inverso, primero se desvalorizan y luego se estancan (lo que Perón llamaba “trampa del mercado: los salarios van por la escalera y los precios suben por el ascensor”).
A lo dicho hay que agregar el "tarifazo" en las facturas de luz, gas, teléfonos; el Ministro de Energía, Juan José Aranguren, CEO de la Shell, quedeclaró la emergencia eléctrica hasta el 31 de diciembre de 2017, anunció duplicación de las tarifas y eliminación de subsidios. El aumento también abarcará a colectivos, subtes y trenes. Digamos que el equipo de Alfonso Prat Gay no ha sido demasiado imaginativo, lo aplicado no esmás que una mera reiteración de las recetas ortodoxas neoliberales, perimidas y fracasadas,aquí y en todo el mundo.-
Y bien, veremos que harán los gremialistas ante un ajuste brutal, con el salario real deprimido, reducido a la mitad, en rigor lo que nunca ocurrió durante más de una década en la que solo se discutían ganancias porque los salarios siempre quedaban por encima de la inflación; que medidas adoptarán en lo inmediato, está llegando la Navidad, se nos viene el año nuevo; en el entendimiento que son realmente representantes de los trabajadores, mínimamente se supone, intentarán recuperar la pérdida de poder adquisitivo generado por el vendaval amarillo. Y no se puede dejar de lado que está por comenzar la ola de despidos, que serán cada vez más masivos, ya se sabe que habrá suspensiones con reducción de salario que irá en perjuicio de trabajadores metalúrgicos, mecánicos, textiles, petroleros, obreros de la alimentación, de la construcción, de los frigoríficos, del calzado y de empleados de comercio. Frente a este panorama devastador, tal vez sea cierto que estén negociando la unidad del movimiento obrero organizado, aunque todavía no se advierten señales de que se estuvieren analizando medidas de fuerza en defensa del salario y de las fuentes de trabajo. Advirtamos en toda su dimensión lo que va de ayer a hoy. Pensar que algunos de estos sindicalistas se pasaron mucho tiempo inventando el estallido social en cada final de año,algo que jamás ocurrió porque en verdad no había condiciones objetivas para que ocurriese, y ahora que están dadas todas las condiciones para la protesta social activa, hacen mutis por el foro, ni siquiera declaran el estado de alerta y movilización.
En realidad, dejan en evidencia que los gritos destemplados de ayer como el silencio cómplice de hoy constituyen posturas políticas de dirigentes que son funcionales a las corporaciones, totalmente ajenos a los intereses de la clase trabajadora. Pero la situación es cada vez más insostenible, se está caldeando, al extremo que Hugo Moyano ya ha amenazado con un paro reclamando un bono compensatorio por $ 12.000, no sin antes aclarar, a través de sus habituales voceros que “de concretarse el paro será sin movilización para no entorpecer el plan económico del actual gobierno”. Es algo distinta la posición del gastronómico Luis Barrionuevo que, como no podía ser de otra manera, casado hasta los tuétanos con Macri, recorre los multimedios celebrando alborozado la devaluación y la quita de las retenciones. De cualquier manera, en la reunión del sindicalismo concretada en el local de la CGT se reclamó un bono que compense la pérdida salarial provocada por las medidas económicas adoptadas por el gobierno. Y como era de esperar, rápidamente el gobierno dijo que no iba a hacer nada, los mandó a que negocien con sus patronales.
A buen entendedor significa que este gobierno solo interviene para concentrar riqueza en pocas manos, pero que se repartan equitativamente las cargas y los ingresos es algo del pasado, la justicia distributiva es cosa de los populistas que se fueron, no es tema nuestro. Algún dirigente reconoce que hay olor a los 90 y es verdad, pero para ser sinceros muchos otros sienten olor a pacto oligárquico sindical mediante una simulación de pacto social desde que se debió haber integrado previamente la comisión salarial, pacto que suscribirá la mesa de “gordos”ampliadpara avalar el ajuste plegándose a la farsa de la estabilización. Como conclusión: ¡que pronto se caen las caretas!.