"La característica principal de esta etapa va ser la actualización doctrinaria"
Por Matías Perrone
Estamos viviendo un proceso que nos fue moviendo del individualismo neoliberal, hacia el sentimiento y la pertenencia colectiva de toda una generación que se ha despertado a la historia y quiere ser protagonista. El kirchnerismo tocó el corazón catatónico del Pueblo y lo despertó, nos resucitó como generación política.
Comenzó desde el 2003 un masivo proceso de trasvasamiento generacional a esta juventud que venía enferma de neoliberalismo, aturdida, desperdigada, zombi y resignada… Crecieron grandes organizaciones nacionales en el campo popular (Kolina, La Campora, Movimiento Evita, etc) rodeando a los gobiernos de Nestor y Cristina Kirchner, volviendo a levantar banderas que habían quedado tiradas en las calles, después de la masacre, del terror, del genocidio…
Esa dinámica “de arriba para abajo” caracterizó a esta etapa de resurrección de la militancia, propia de los procesos de trasvasamiento generacional. Con la derrota electoral del kirchenrismo y la llegada del gobierno de la oligarquía (que por primera vez llega -sin intermediarios- mediante el voto popular), comienza una nueva etapa.
Una confusión gigantesca reina en el campo popular.
Se habla de oposición, de resistencia, de que vamos a volver, de que los medios nos vencieron, de que “la gente no entendió” y que “los procesos históricos son así, llevan tiempo para poder ser comprendidos”, por lo cual, entre que pronto las mayorías que votaron a la derecha “se darán cuenta de su error y lograrán comprender que tienen que votar a Cristina o a Kicillof”, la cosa estaría masomenos resuelta, y tendríamos una nueva década ganada en ciernes, un poco antes o un poco después.
Por supuesto que son solamente expresiones de deseo -seguramente motivadas por las amargas horas que nos dan la primer derrota que vivimos como generación- que no tienen el menor rigor analítico.
No es tan simple, pero es mucho mejor que eso. La oligarquía está en un problema gravísimo. El pueblo estaba resignado y atemorizado, con la cabeza gacha, ocupado tratando de sobrevivir y consumir individualmente. Y el kirchnerismo además de todas sus conquistas, produjo un hecho revolucionario de fondo: despertó nuevamente al hecho maldito del país burgués.
Un ansia indetenible, una voluntad popular en busca de la justicia social, día a día abre un nuevo par de ojos que se suman a la causa. Este es el gran problema que tiene la oligarquía. Hay una nueva generación en busca de la justicia social. Esto ya lo conocen, ya les pasó. Por eso nos reconocieron enseguida, en nuestra potencialidad, aunque nosotros ni siquiera podamos ni sospecharlo todavía.
La última vez que se toparon con una generación así, la única manera de impedirnos avanzar fue el tremendo genocidio que tuvieron que realizar. Acá no era suficiente matar un par de miles como en el resto de latinoamerica. Acá tuvieron que cargarse a la generación entera. Tal era el convencimiento al que habían llegado nuestros antecesores, que la única forma de detenerlos fue exterminarlos, a todos.
Por eso, luego de esta etapa de despertar, de trasvasamiento generacional, sin lugar a dudas la característica principal de esta etapa que comienza va a ser la actualización doctrinaria. Un profundo debate que recorra a todo el campo popular, del cual surja el proyecto político estratégico que llevaremos adelante como generación, siendo gobierno nacional.
De la actualización doctrinaria que realizó la juventud de los 70, el proyecto estratégico al cual se arribó como síntesis, fue el Socialismo Nacional. Claramente al menos la escala de ese proyecto, quedó desfasada. Nada menos que regional, podemos plantearnos en estas horas.
El debate estratégico recién comienza, recién ahora podemos abandonar la lógica de la coyuntura permanente, del activismo y la táctica sin estrategia, del hacer lo que se pueda sin saber para qué. Sin todo ese “hacer” no nos hubiéramos despertado, juntado, tener niveles mínimos de organización. En esas actividades comenzó el trasvasamiento.
Entre nosotros haremos la necesaria actualización doctrinaria, pariremos el proyecto político estratégico que pueda enfrentar con eficacia al capital, que será tan sagrado, que todos daremos la vida cantando orgullosamente, con nuestras banderas revolucionarias bien en alto. Nos arrebataron el sueño en el 55, nos lo volvieron a arrebatar en el 76. La tercera es la vencida. Esta vez, la victoria definitiva será nuestra.